"Cuanta más luz haya en nosotros, más brillante será el mundo en que vivimos." Shakti Gawain
“Cuando creamos algo, lo creamos siempre primero en forma de pensamiento. Si somos básicamente positivos en nuestra actitud, esperando y visionando placer, satisfacción y felicidad, atraeremos y crearemos personas, situaciones y ventos que concuerden con nuestras expectativas positivas”.
Shakti Gawain
“Cuando creamos algo, lo creamos siempre primero en forma de pensamiento. Si somos básicamente positivos en nuestra actitud, esperando y visionando placer, satisfacción y felicidad, atraeremos y crearemos personas, situaciones y ventos que concuerden con nuestras expectativas positivas”.
Shakti Gawain
¿Por qué parece que nunca en mi vida puedo
conseguir el dinero suficiente? ¿Estoy
destinado a estar siempre sin un duro y haciendo equilibrios? ¿Qué es lo que me
impide realizar mi pleno potencial en lo que respecta al dinero?
Esta circunstancia no
sólo se manifiesta en tu caso, sino en el de muchísimas personas.
Todo el mundo me dice que es un problema de
autoestima; de falta de autoestima. He tenido a una docena de maestros “nueva
era” diciéndome que esta carencia de todo siempre es consecuencia de una falta
de autoestima.
Resulta una
simplificación muy conveniente. En este caso, tus maestros están equivocados.
Tú no padeces una falta de autoestima. En realidad, el mayor obstáculo de tu
vida ha sido el control de tu ego. ¡Incluso se podría decir que tienes demasiada
autoestima!
Bueno, de nuevo me siento turbado y disgustado, pero
tienes razón.
Sigues diciendo que
te sientes turbado y disgustado cada vez que te digo simplemente la verdad
sobre ti. La turbación es la respuesta de una persona que todavía tiene un
ego preocupado por cómo lo ven los demás. Invítate a ti mismo a ir más
allá. Prueba una nueva respuesta. Prueba la risa.
De acuerdo.
Tu problema no es la
autoestima. Has sido dotado de ella en abundancia. Como la mayor parte de la
gente. Todos vosotros pensáis muy bien vosotros mismos; como debe ser. De modo
que, para la gran mayoría de la gente, el problema no es la autoestima.
¿Cuál es, entonces?
El problema consiste
en no entender los principios de la abundancia; unido, normalmente, a un juicio
bastante equivocado acerca de lo que es “bueno” y lo que es “malo”.
Permíteme que te
ponga un ejemplo.
No faltaría más.
Tienes la idea de que
el dinero es malo. Tienes también la idea de que Dios es bueno. ¡Jesús! Por lo
tanto, en tu sistema de pensamiento Dios y el dinero no son compatibles.
Bueno, en cierto sentido supongo que es exacto. Así es
como pienso.
Esto pone las cosas
muy interesantes; puesto que, en consecuencia, hace que te resulte difícil
aceptar dinero a cambio de algo bueno.
Quiero decir que, si
consideras que algo es muy “bueno”, su valor en términos de dinero es menor
para ti. Así, cuanto “mejor” es algo (es decir, cuanto más merece la pena),
menos dinero vale.
No eres el único que
piensa así. Toda tu sociedad lo cree. Por eso los maestros ganan una miseria, y
los artistas del porno una fortuna. Vuestros dirigentes ganan tan poco en
comparación con las figuras del deporte, que consideran que tienen que robar
para compensar la diferencia. Vuestros curas y rabinos viven a base de pan y
agua, mientras llenáis de dinero a los artistas.
Piensa en ello. Todo
aquello a lo que le dais un valor intrínseco os empeñáis en que se debe
poder obtener por poco dinero. El investigador científico solitario que busca
un remedio para el SIDA tiene que mendigar el dinero, mientras que la mujer que
escribe un libro sobre las cien nuevas maneras de practicar el sexo, edita
casetes y crea seminarios de fin de semana sobre la materia... gana una
fortuna.
Sois muy propensos a
esta idea de “el mundo al revés”, y ello es consecuencia de un pensamiento
equivocado.
El pensamiento
equivocado es vuestra idea del dinero. Lo amáis, y sin embargo decís que es la
raíz de todo mal. Lo adoráis, y no obstante lo llamáis “el vil metal”. Decís
que una persona es “asquerosamente rica”. Y si alguien se hace rico
haciendo cosas “buenas”, inmediatamente os resulta sospechoso. Decís que es
“injusto”.
Así un medico haría
mejor no ganando demasiado dinero, o haría mejor aprendiendo a ser
discreto al respecto. ¡Y no digamos un ministro! Realmente hará
mejor en no ganar montones de dinero, o es seguro que tendrá problemas.
Como puedes ver,
según vuestro modo de pensar, la persona que elige la más alta
vocación debe ser la peor pagada...
Hummm...
Sí, “hummm” es
correcto. Debes pensar en ello, pues es un pensamiento equivocado.
Creía que no había nada que fuera equivocado o
correcto.
No lo hay. Sólo hay
lo que te sirve, y lo que no te sirve. Los términos “correcto” o “equivocado”
son relativos, y siempre que los utilizo lo hago en ese sentido. En este caso,
en relación a lo que te sirve - en relación a lo que dices que quieres
-, tus pensamientos sobre el dinero son pensamientos equivocados.
Recuerda que los
pensamientos son creadores. De modo que, si piensas que el dinero es malo, y
sin embargo piensas que tu eres bueno... en fin, el conflicto es evidente.
Ahora bien: tu
particularmente, hijo Mío, muestras en este asunto una conciencia especialmente
acusada. Para la mayoría de las personas el conflicto no es, ni mucho menos,
tan enorme como para ti. La mayoría de la gente hace cosas que detesta para
poder vivir, de modo que no les molesta ganar dinero con ello. “Mal por
mal...”, suelen decir. Pero tu amas lo que haces con los días de tu vida.
Adoras las actividades con los que los llenas.
En consecuencia, para
ti obtener grandes cantidades de dinero por lo que haces sería, según tu
sistema de pensamiento, obtener “mal> por “bien”, lo cual te resulta
inaceptable. Antes preferirías morir de hambre que ganar “el vil metal” por un
servicio que consideras puro... como si de algún modo el servicio perdiera su
pureza si ganaras dinero con él.
He aquí, pues, la
auténtica ambivalencia respecto al dinero. Una parte de ti lo rechaza, y una
parte de ti siente no tenerlo. Ahora bien, el universo no sabe qué hacer con
eso, puesto que recibe de ti dos pensamientos diferentes. De modo que tu vida,
por lo que respecta al dinero, va a seguir funcionando a rachas porque tú
sigues funcionando a rachas en relación al dinero.
No tienes un objetivo
claro; no estas realmente seguro de qué es para ti lo verdadero. Y el universo
viene a ser como una gran fotocopiadora: simplemente produce una serie de
copias de tus pensamientos.
Ahora bien: sólo hay
una manera de cambiar todo esto. Tienes que cambiar tu pensamiento sobre
ello.
¿Cómo puedo cambiar mi manera de pensar? Mi manera de
pensar respecto a algo es mi manera de pensar. Mis pensamientos, mis actitudes,
mis ideas no se han creado en un minuto. Tengo que suponer que son el resultado
de años de experiencia, de toda una vida de dificultades. Tienes razón acerca de mi modo de pensar respecto al
dinero, pero ¿cómo puedo cambiarlo?
Esta podría ser la
pregunta más interesante de este libro. El método habitual de creación para la
mayoría de los seres humanos es un proceso de tres etapas que comprende el
pensamiento, la palabra y la obra o la acción.
Primero viene el
pensamiento, la idea generadora, el concepto inicial. Luego viene la palabra.
La mayoría de los pensamientos se transforman en palabras, que a menudo luego
son escritas o pronunciadas. Esto proporciona energía añadida al pensamiento,
lanzándolo al mundo, donde puede ser percibido por otros.
Finalmente, en
algunos casos las palabras se convierten en acción, y se obtiene lo que se
llama un resultado; una manifestación en el mundo físico de lo que empezó
siendo un pensamiento.
Todo lo que os afecta
en vuestro mundo artificial surge de este modo, con pequeñas variaciones.
Utilizando los tres centros de creación.
Pero aquí se plantea
una pregunta: ¿cómo cambiar un Pensamiento Promotor?
Sí, realmente es una
buena pregunta. Y es muy importante; puesto que, si los humanos no cambian
algunos de sus Pensamientos Promotores, la humanidad podría verse destinada a
extinguirse.
El modo más rápido de
cambiar un pensamiento raíz, o una idea promotora, es invertir el proceso
pensamiento-palabra-obra.
Explícamelo.
Realiza la acción que
quieras que lleve consigo el nuevo pensamiento. Luego pronuncia las palabras
que quieras que lleve consigo tu nuevo pensamiento. Hazlo bastante a menudo, y
enseñarás a tu mente a pensar de una nueva manera.
¿Enseñar a la mente? ¿Eso no es control de la mente?
¿No es simplemente manipulación mental?
¿Tienes idea de cómo
tu mente ha llegado a tener los pensamientos que ahora tiene? ¿Sabes que tu
mundo a manipulado a tu mente para que piense como lo hace? ¿No sería mejor
que fueras tú quién manipulara tu mente, y no el mundo?
¿no sería mejor que
pensaras los pensamientos que tú quieres pensar, y no los de los demás? ¿No
estás mejor pertrechado con pensamientos creadores que con pensamientos
reactivos?
Sin embargo, tu mente
está llena de pensamiento reactivo, pensamiento que brota de la experiencia de
otros. Muy pocos de tus pensamientos brotan de datos producidos por ti mismo, y
aún menos de preferencias producidas por ti mismo.
Tu propio pensamiento
raíz respecto al dinero constituye en
primer ejemplo. Tu pensamiento respecto al dinero (el dinero es malo) va
directamente en contra de tu experiencia (¡es estupendo tener dinero!). De modo
que tienes que mentirte a ti mismo acerca de tu experiencia con el fin de
justificar tu pensamiento raíz.
Dicho pensamiento se
halla tan arraigado, que ni siquiera se te ocurre la posibilidad de que
tu idea respecto al dinero pueda ser inexacta.
De modo que lo que
nos interesa es que surjan datos producidos por nosotros mismos. Y así es como
cambiamos un pensamiento raíz, y hacemos que sea tu pensamiento raíz, y no el
de algún otro.
Por cierto: tienes
otro pensamiento raíz respecto al dinero que aún no he mencionado.
¿Cuál es?
Que no hay bastante.
En realidad, tienes este mismo pensamiento raíz respecto a todo. No hay
bastante dinero, no hay bastante tiempo, no hay bastante amor, no hay bastante
comida, agua, compasión en el mundo... De cualquier cosa que sea buena resulta
que no hay bastante.
Esta carrera
consciente hacia el “nunca-hay-bastante” crea al mundo tal como lo ves.
De acuerdo. Entonces, tengo dos pensamientos raíz -
dos Pensamientos Promotores - que cambiar respecto del dinero.
¡Bueno, dos como
mínimo! Probablemente sean muchos más. Veamos... el dinero es malo... el dinero
es escaso... no se puede recibir dinero por realizar la obra de Dios (en tu
caso, este es importante)... el dinero nunca se da libremente... el dinero no
crece en los árboles (cuando en realidad sí lo hace)... el dinero corrompe...
Veo que tengo mucho que hacer.
En efecto, dado que
no estás contento con tu situación económica actual. Por otra parte, es
importante entender que estás descontento con tú situación económica actual porque
estás descontento con tu situación económica actual.
A veces se me hace difícil seguirte...
A veces se me hace
difícil guiarte...
Escucha: eres Tú quién es Dios. ¿Por qué no lo pones
de manera que sea más fácil de entender?
Ya lo he
puesto de manera que sea fácil de entender.
Entonces, ¿por qué simplemente no haces que lo
entienda, si es eso lo que realmente quieres?
Yo realmente quiero
lo que tú realmente quieras; nada más y nada menos. ¿No ves que ese es el mayor
don que te he dado? Si Yo quisiera para ti algo distinto de lo que tú quieres
para ti, y luego llegara al extremo de hacer que lo tuvieras, ¿dónde
queda tu libre albedrío? ¿Cómo puedes ser un ente creador si Yo dicto lo que
vas a ser, hacer y tener? Mi alegría reside en tu libertad, no en tu
obediencia.
De acuerdo. ¿Decías que no estoy contento con mi
situación económica porque no estoy contento con mi situación económica?
Tú eres lo que
piensas que eres. Cuando el pensamiento es negativo, se trata de un círculo
vicioso. Tienes que encontrar un modo de romper el círculo.
Así, una gran parte
de tu experiencia actual se basa en tu pensamiento previo. El pensamiento guía
a la experiencia, que a su vez guía al pensamiento, que a su vez guía a la
experiencia. Cuando el Pensamiento Promotor es alegre, esto puede producir una
alegría constante. Cuando el Pensamiento Promotor es infernal, puede producir -
y de hecho produce - un continuo infierno.
El truco consiste en
cambiar el Pensamiento Promotor. Me disponía a ilustrarte acerca de cómo
hacerlo.
Adelante.
Gracias.
Lo primero que hay
que hacer es invertir el paradigma pensamiento-palabra-obra. ¿Recuerdas el
viejo adagio: “piénsalo antes de hacerlo”?
Sí.
Bueno, pues olvídalo.
Si quieres cambiar un pensamiento raíz, tienes que hacerlo antes de pensarlo.
Por ejemplo: vas
andando por la calle y te cruzas con una anciana que pide limosna. Te das
cuenta de que está en los huesos y de que sobrevive día tras día.
Instantáneamente sabes que, por poco dinero que lleves, seguramente tienes el
suficiente como, para compartirlo con ella. Tu primer impulso es darle algunas
monedas. Una parte de ti incluso está dispuesta a meter la mano en el bolsillo
buscando algún billete de mil. ¡Que demonios! ¡Será estupendo para ella!
¡Ayúdala!
Entonces, aparece el
pensamiento. ¿Estás loco? ¡Sólo tenemos dos mil pesetas para pasar todo
el día! ¿Y quieres darle mil a ella? Entonces tu mano empieza a vacilar.
Otra vez el
pensamiento: ¡Eh, venga ya! ¡No tienes tanto como para que vayas regalándolo!
¡Por lo que más quieras: dale algunas monedas y lárgate!
Rápidamente buscas en
tu otro bolsillo tratando de sacar algunas monedas. Pero tus dedos sólo tantean
duros y pesetas. Te sientes turbado. ¡Tú, tan bien vestido y tan bien
alimentado, vas a darle a está pobre mujer que nada tiene unos pocos duros y algunas
pesetas!
Tratas en vano de
encontrar al menos una moneda de cien. ¡Ah!, aquí hay una, en el fondo del
bolsillo. Pero entre tanto has pasado de largo, sonriendo tristemente, y ya es
demasiado tarde para volver atrás. Ella no consigue nada; y tampoco tú
consigues nada. En lugar de la alegría de ser consciente de tu abundancia y de
compartirla, ahora te sientes tan pobre como la mujer.
¿Por qué simplemente
no le diste el billete? Tú primer impulso fue ese, pero luego se interpuso
tu pensamiento.
La próxima vez,
decide actuar antes de pensar. Dale el dinero. ¡Adelante! Tienes suficiente, y
conseguirás más. Ese es el único pensamiento que te diferencia de la mujer. Tú
sabes con certeza que conseguirás más, mientras que ella no lo sabe.
Cuando quieras cambiar
un pensamiento raíz, obra de acuerdo con la nueva idea que tengas. Pero debes
actuar con rapidez, o tu mente matará la idea antes de que te des cuenta. Y lo
digo literalmente. La idea, la nueva verdad, morirá ante ti antes de que
hayas tenido la oportunidad de ser consciente de ella.
Así pues, actúa con
rapidez cuando surja la oportunidad; y, si lo haces bastante a menudo, tu mente
pronto hará suya la idea. Y será tu nuevo pensamiento.
Creo que algo entiendo. ¿Es a esto a lo que alude el
llamado Movimiento del Nuevo Pensamiento?
Si no lo es, debería
serlo. El nuevo pensamiento en tú única posibilidad. Es tu única oportunidad
real de evolucionar, de crecer, de ser de verdad Quién Realmente Eres.
En este momento tu
mente está llena de viejos pensamientos. No sólo de viejos pensamientos, sino,
en su mayor parte, de viejos pensamientos de algún otro. Ahora, en este
momento, lo importante es cambiar tu mente a este respecto. En esto
consiste la evolución.
12
¿Por qué no puedo hacer lo que realmente quiero y al
mismo tiempo ganarme la vida?
¿Qué? ¿Quieres decir
que realmente pretendes pasarlo bien en la vida, y al mismo tiempo ganar
lo suficiente para vivir? ¡Muchacho, tú estás soñando!
¿Cómo...?
¡Era broma! Estaba
respondiendo como lo haría una mente estrecha. Pero fíjate que ese ha sido tu
pensamiento al respecto.
Esa ha sido mi experiencia.
Sí. Bueno, ya hemos
hablado de esto varias veces. Las personas que se ganan la vida haciendo lo que
les gusta son las personas que se empeñan en conseguirlo. No se rinden. Nunca
ceden. Desafían a la vida si no les deja hacer lo que les gusta.
Pero hay otro
elemento que se debe mencionar aquí, pues se trata de un elemento que se halla
ausente en el razonamiento de la mayoría de las personas cuando inician su vida
laboral.
¿Cuál es?
Hay una diferencia
entre ser y hacer, y la mayoría de la gente da más importancia a lo segundo.
¿Y no debería?
No es cuestión de si
“debería” o “no debería”. Es una cuestión de qué eliges, y como puedes
conseguirlo. Si tú eliges la paz, la alegría y el amor, no conseguirás mucho a
través de lo que hagas. Si escoges la felicidad y el contento, poco de eso
lograrás por la vía del hacer. Sí eliges la unión con Dios, un conocimiento
supremo, una profunda sabiduría, una compasión sin límites, una conciencia
total, una plena realización, poco de eso lograrás como resultado de lo que
hagas.
En otras palabras, si
eliges la evolución - la evolución de tu alma -, no vas a conseguirlo a
través de las actividades mundanas de tu cuerpo.
Hacer es una función del cuerpo. Ser es una función del alma. El
cuerpo siempre esta haciendo algo. Cada minuto de cada día tiene algo
entre manos. Nunca se detiene, nunca descansa; constantemente está haciendo
algo.
O bien hace lo que
hace por mandato del alma, o bien lo hace a pesar del alma. La calidad de tu
vida depende de qué predomine en este equilibrio.
El alma siempre está siendo.
Esta siendo lo que está siendo independiente de lo que haga el cuerpo, no a consecuencia
de lo que haga el cuerpo.
Si piensas que tu vida
se basa en el hacer, no entiendes de qué se trata.
A tu alma no le
importa lo que hagas para ganarte la vida (y cuando tu vida termine,
tampoco a ti te importará que hayas hecho). A tu alma sólo le importa qué eres
mientras haces lo que hagas para ganarte la vida.
Lo que el alma busca
es el estado del ser; no el estado del hacer.
¿Qué quiere ser el alma?
Yo.
¿Tú?
Sí, Yo. Tu alma es
Yo, y lo sabe. Lo que hace es tratar de experimentarlo. Y lo que
recuerda es que la mejor forma de tener esta experiencia no es haciendo algo.
Eso no tiene nada que ver con ser.
¿Con ser que?
Cualquier cosa que
quieras ser. Feliz. Triste. Débil. Fuerte. Alegre. Vengativo. Perspicaz. Ciego.
Bueno. Malo. Macho. Hembra. Lo que quieras.
Lo digo literalmente lo
que quieras.
Todo esto es muy profundo, ¿pero qué tiene que ver con
mi ocupación? Trato de encontrar una manera de seguir vivo, de sobrevivir, de
mantenerme a mí mismo y a mí familia, haciendo lo que me gustaría hacer.
Trata de ser lo que
te gustaría ser.
¿Qué quieres decir?
Algunas personas
ganan montones de dinero haciendo lo que hacen; otras apenas ganan, y hacen
lo mismo. ¿Dónde está la diferencia?
Algunas personas tienen más capacidad que otras.
Ese es un primer
aspecto; pero vamos al segundo. Imaginemos dos personas con unas capacidades
relativamente iguales. Ambas se licenciaron en la universidad, ambas fueron el
número uno de su promoción, ambas conocen lo esencial de su trabajo, ambas
saben cómo utilizar sus instrumentos con gran facilidad; sin embargo, una lo
hace mejor que la otra, una prospera mientras la otra sigue luchando. ¿A qué se
debe?
A la situación.
¿A la situación?
Alguien me dijo una vez que, cuando uno inicia un
nuevo negocio, sólo ha de tener en cuenta tres cosas: la situación, la situación
y la situación.
En otras palabras: no
“¿qué vas a hacer?”, sino “¿dónde vas a estar?”.
Exactamente.
Eso suena también
como mi respuesta a tu pregunta. Al alma sólo le preocupa dónde vas a estar.
¿Vas a estar en un
lugar llamado temor, o en un lugar llamado amor? ¿Dónde estás - y de
dónde vienes - cuando te encuentras con la vida?
Ahora bien: en el
ejemplo de los dos trabajadores igualmente cualificados, uno tiene éxito y el
otro no, no debido a lo que hace cualquiera de los dos, sino debido a lo que ambos
son.
Una persona es
abierta, amistosa, cuidadosa, servicial, considerada, animada, confiada, y
además está contenta con su trabajo, mientras que la otra es cerrada, distante,
descuidada, desconsiderada, gruñona, y está resentida por hacer lo que hace.
¿Y si escogieras los
estados más elevados del ser? ¿Y si eligieras la bondad, la misericordia, la
compasión, el conocimiento, el perdón, el amor? ¿Qué pasaría si escogieras la
santidad? ¿Cuál sería entonces tu experiencia?
Te lo aseguro:
El ser atrae al ser, y produce experiencia.
No estás en este
planeta para producir algo con tu alma. Tu cuerpo es, simple y llanamente, el
instrumento de tu alma. Tu mente es la fuerza que hace que el cuerpo funcione.
De modo que lo que tienes es una poderosa herramienta utilizada en la creación
del deseo del alma.
¿Cuál es el deseo del alma?
¡Eso mismo!: ¿cuál
es?
No lo sé. Te lo pregunto a ti.
No lo sé. Te lo
pregunto a ti.
Podemos seguir así indefinidamente.
Sí.
¡Un momento! No hace mucho has dicho que el alma aspira
a ser Tú.
Así es.
Entonces ese es el deseo del alma.
En un sentido amplio,
sí. Pero ese Yo que aspira a ser es muy complejo, posee múltiples dimensiones,
múltiples sentidos, múltiples facetas. Hay un millón de aspectos de Mí. Un
billón. Un trillón. ¿Sabes? Incluye lo profano y lo profundo, lo más pequeño y
lo más grande, lo más vacío y lo más sagrado, lo más horrible y lo más piadoso,
¿sabes?
Sí, sí, lo sé... el arriba y el abajo, la izquierda y
la derecha, el aquí y el allí, el antes y el después, lo bueno y lo malo...
Precisamente. Yo soy
la Alfa y la Omega. Eso no era sólo
una frase bonita, o un concepto elegante. Era una verdad expresada.
De modo que, al
aspirar a ser Yo, el alma se enfrenta a una grandiosa tarea; un enorme menú de posibilidades
de ser entre las que elegir. Y eso es lo que está haciendo en este momento.
Eligiendo estados del ser.
Sí; y produciendo
luego las condiciones apropiadas y perfectas para crear la experiencia
de ello. Es, pues, cierto que todo lo que te ocurre, o de lo que ocurre por
mediación tuya, es en aras de un bien superior.
¿Quieres decir que mi alma está creando toda mi
experiencia, incluyendo no sólo lo que yo hago, sino también todo lo que me
ocurre?
Digamos que tu alma
te procura las oportunidades apropiadas y perfectas de que experimentes
exactamente lo que has planeado experimentar. Lo que realmente experimentes
depende de ti. Puede que sea lo que planeabas experimentar, o puede que sea
otra cosa distinta, dependiendo de lo que hayas elegido.
¿Por qué elegiría algo que no quisiera experimentar?
No lo sé. ¿Por qué lo
harías?
¿Quieres decir que a veces el alma desea una cosa, y
el cuerpo o la mente desean otra?
¿Qué crees tú?
Pero ¿cómo el cuerpo, o la mente, se imponen al alma?
¿No consigue el alma siempre lo que quiere?
Tu espíritu aspira,
en el más amplio sentido, al grandioso momento en el que tengas plena
consciencia de sus deseos, y confluyas en gozosa unidad con ellos. Pero el
espíritu no impondrá nunca jamás su deseo a la parte presente, consciente,
física de ti.
El Padre no impondrá
Su voluntad al Hijo. Hacer eso sería una violación de Su propia naturaleza, y,
en consecuencia, es literalmente imposible.
El Hijo no impondrá
Su voluntad al Espíritu Santo. Hacer eso sería ir contra su propia naturaleza,
y, en consecuencia, es literalmente imposible.
El Espíritu Santo no
impondrá Su voluntad a tu alma. Hacer eso no forma parte de la naturaleza del
espíritu, y, en consecuencia, es algo literalmente imposible.
Aquí es donde
terminan las imposibilidades. La mente muy a menudo trata de ejercer su
voluntad sobre el cuerpo, y lo consigue. Del mismo modo, el cuerpo trata muy a
menudo de controlar la mente, y frecuentemente con éxito.
Sin embargo, el
cuerpo y la mente juntos no tienen nada que hacer a la hora de controlar el alma, ya que el
alma se halla totalmente libre de necesidad (a diferencia del cuerpo y la
mente, que están encadenados a ella) y, por ello, deja que el cuerpo y la mente
hagan siempre lo que quieran.
En cambio, para el
alma no habría otro camino posible; puesto que, si la entidad que tú eres ha de
crear - y, en consecuencia, conocer - quién es realmente, deberá hacerlo
mediante un acto de volición consciente, no por un acto de obediencia
inconsciente.
La obediencia no es
creación; por lo tanto, nunca puede producir la salvación.
La obediencia es una
respuesta, mientras que la creación es decisión pura, no exigida, no necesaria.
La decisión pura
produce la salvación por medio de la creación pura de la idea más elevada en
ese momento.
La función del alma
consiste en indicar su deseo, no en imponerlo.
La función de la
mente consiste en decidir entre distintas alternativas.
La función del cuerpo
consiste en llevar a cabo esa decisión.
Cuando el cuerpo, la
mente y el alma crean juntas, en unidad y armonía, Dios se hace carne.
Es entonces cuando el
alma se conoce a sí misma en su propia experiencia.
Es entonces cuando
los cielos se llenan de júbilo.
Ahora mismo, en este
momento, tu alma te ha creado de nuevo una oportunidad de ser, hacer y tener lo
necesario para conocer Quién Eres Realmente.
Tu alma te ha conducido
hacia las palabras que estás leyendo en este momento, igual que antes te había
conducido hacia palabras de verdad y sabiduría.
¿Qué harás ahora?
¿Qué decidirás ser?
Tu alma espera, y
observa con interés, como ha hecho muchas otras veces.
Si lo entiendo bien, ¿dices que mi éxito mundano (sigo
intentando que hablemos de mi ocupación) vendrá determinado por el estado de
ser que yo elija?
A mí no me preocupa
tu éxito mundano; sólo a ti.
Es cierto que, cuando
alcanzas determinados estados del ser durante un período de tiempo prolongado,
resulta muy difícil eludir el éxito en aquello que estés haciendo en el mundo.
Pero no debes preocuparte por “ganarte la vida”. Los auténticos Maestros son
aquellos que han elegido ganar la vida, en lugar de ganarse la vida.
De determinados
estados del ser brotará una vida tan rica, tan plena, tan magnífica y tan
valiosa, que los bienes y el éxito mundanos dejarán de preocuparte.
La ironía de la vida
es que, en cuanto los bienes y el éxito mundanos dejan de preocuparte, éstos
empiezan a afluir hacia ti.
Recuerda que no
puedes tener lo que quieres, sino que puedes experimentar lo que tienes.
¿No puedo tener lo que quiero?
No.
Ya me lo habías dicho antes, muy al principio de
nuestro diálogo. Sin embargo, no lo entiendo. Creía que me habías dicho que
podía tener cualquier cosa que quisiera. “Tal como pienses, tal como creas, así
se te dará”, y todo eso.
Las dos afirmaciones
no se contradicen entre sí.
¿No? Pues a mí me lo parece.
Eso es porque te
falta entendimiento.
Lo admito. Por eso es por lo que estoy hablando
contigo.
Te lo explicaré. No
puedes tener nada que quieras. El propio acto de querer algo aleja ese
algo de ti, tal como ya dije en el primer capítulo.
Bueno, puede que ya lo dijeras, pero me estoy
perdiendo por momentos.
Trata de seguirme.
Voy a repasarlo de nuevo con más detalle. Volvamos a un punto que sí entiendes:
el pensamiento es creador. ¿De acuerdo?
De acuerdo.
La palabra es
creadora. ¿Vale?
Vale.
La acción es
creadora. Pensamiento, palabra y obra son los tres niveles de la creación. ¿Me
sigues?
Perfectamente.
Bien. Ahora vayamos
de momento al tema del “éxito mundano”, que es de lo que hablabas y sobre lo
que me preguntabas.
¡Magnífico!
Entonces, ¿tú tienes
el pensamiento: “Yo quiero el éxito mundano”?
Sí, a veces.
¿Y a veces tienes
también el pensamiento: “Yo quiero más dinero”?
Sí.
Entonces, no puedes
tener ni éxito mundano ni más dinero.
¿Por qué no?
Porque el universo no
puede hacer otra cosa que producir la manifestación directa de tu
pensamiento.
Tu pensamiento es:
“Yo quiero el éxito mundano”. Has de entender que el poder creador es como un
genio en una botella. Tus palabras son órdenes para él. ¿Lo entiendes?
Entonces, ¿por qué no tengo más éxito?
Ya te lo he dicho:
porque tus palabras son órdenes para él. Tus palabras son: “Yo quiero éxito”. Y
el universo responde: “De acuerdo”.
No estoy seguro de seguirte.
Míralo de este modo.
La palabra “yo” es la clave que pone en marcha el motor de la creación. Las
palabras “yo quiero” son sumamente poderosas. Son afirmaciones al universo.
Órdenes.
Ahora bien: cualquier
cosa que siga a la palabra “yo” (que hace que surja el gran Yo Soy) tiende a
manifestarse en realidad física.
Por lo tanto, “yo” +
“quiero éxito” produce que tú quieras éxito. “Yo” + “quiero dinero”
produce necesariamente que tú quieras dinero. Y no puede producir otra
cosa, ya que los pensamientos y las palabras son creadores. También lo son los
actos. Y si tú actúas de un modo que afirme que quieres éxito y dinero,
entonces tus pensamientos, palabras y actos están de acuerdo, y puedes estar seguro
de que tendrás la experiencia de este “querer”.
¿Lo ves?
¡Sí! ¡Dios mío! ¿Realmente funciona así?
¡Y tanto! Eres un creador
sumamente poderoso. Ahora bien, te concedo que si has tenido un
pensamiento, o has hecho una afirmación, sólo una vez - por ejemplo, en un
momento de enfado o frustración -, no es probable que vayas a convertir tales
pensamientos o palabras en realidad. Así, no debe preocuparte decir “¡Muérete!”
o “¡Vete al infierno!” o todas las demás cosas poco agradables que a veces
dices o piensas.
¡Gracias a Dios!
No hay de qué. Sin
embargo, si repites un pensamiento, o pronuncias una palabra, una y otra vez -
no una vez ni dos, sino docenas, centenares, millares de veces -, no tienes
idea de su poder creador.
Un pensamiento o una palabra expresado y vuelto a expresar
se convierte justamente en eso: en expresado. Es
decir, en algo exteriorizado. Se convierte en algo realizado
externamente. Se convierte en tu realidad física.
¡No te fastidia!
Eso es exactamente lo
que muy a menudo produce: fastidio. Vosotros amáis el fastidio, el
pesar, el drama; es decir, en tanto no hagáis otra cosa. Habrá un determinado
momento en vuestra evolución en el que dejaréis de amar el drama, dejaréis de
amar la “historia” que habéis vivido hasta ahora. Es entonces cuando decidiréis
- elegiréis activamente - cambiarla. Sólo que la mayoría no sabe como hacerlo;
y tú ahora sí lo sabes. Para cambiar tu realidad, simplemente deja de pensar
como lo haces.
En este caso, en
lugar de pensar: “Yo quiero éxito”, piensa: “Yo tengo éxito”.
Me parece que es mentirme a mí mismo. Sería burlarme
de mí mismo decir eso. Mi mente me gritaría: “¡No digas idioteces!”.
Entonces, piensa un
pensamiento que puedas aceptar: “Ahora voy a tener éxito”, o “Cada vez estoy
más cerca del éxito”.
Así que ese es el truco de las técnicas de afirmación
que utilizan determinadas corrientes de la Nueva Era...
Las afirmaciones no
funcionan si no son más que declaraciones de algo que quieres que sea verdad.
Las afirmaciones sólo funcionan cuando son declaraciones de algo que ya sabes que es verdad.
La mejor “afirmación”
es una declaración de gratitud y reconocimiento. “Gracias, Señor, por darme el
éxito en mi vida”. Ahora bien, esa idea, pensada, dicha y realizada, produce
resultados maravillosos cuando proviene de un auténtico conocimiento; no de un
intento de producir resultados, sino de le consciencia de que los
resultados ya se han producido.
Jesús lo tuvo muy
claro. Antes de cada milagro, Me daba las gracias por adelantado de su
realización. Nunca se le ocurrió no estar agradecido, puesto que nunca se le
ocurrió que lo que Él declaraba no sucediera. Su mente nunca albergó ese
pensamiento.
Tan seguro
estaba de Quién era y de su relación conmigo, que cada pensamiento, palabra u
obra suyos reflejaba su consciencia; del mismo modo que tus pensamientos,
palabras y obras reflejan la tuya...
Así pues, si hay algo
que decidas experimentar en tu vida, no lo “quieras”; decídelo.
¿Decides tener éxito
en términos mundanos? ¿Decides tener más dinero? Bien. Entonces, decídelo.
Realmente. Plenamente. Con convicción.
Sin embargo, no debes
sorprenderte si en una determinada etapa de tu desarrollo el “éxito mundano”
deja de preocuparte.
¿Qué se supone que significa eso?
Llega un momento en
la evolución de toda alma en que la preocupación principal ya no es la
supervivencia o el cuerpo físico, sino el desarrollo del espíritu; ya no el logro
del éxito mundano, sino la realización del Yo.
En cierto sentido, se
trata de un momento muy peligroso, particularmente al principio, puesto que la
entidad que se aloja en el cuerpo ahora sabe que es justamente eso: un ser en
un cuerpo; no un ser corpóreo.
En esta etapa, antes
de que la entidad en desarrollo madure este punto de vista, a menudo se produce
un sentimiento de absoluta despreocupación respecto a los asuntos del cuerpo.
¡Tan entusiasmada está el alma con el ser por fin “descubierto”!
La mente abandona el
cuerpo, y todos los asuntos del cuerpo. Todos son ignorados. Se abandonan las
relaciones. Las familias desaparecen. Los trabajos pasan a segundo plano. Las
facturas se quedan por pagar. El propio cuerpo se deja sin alimentar durante
largos períodos. Todo el centro de atención de la entidad se desplaza al alma,
y a los asuntos del alma.
Esto puede conducir a
una importante crisis personal en la vida cotidiana del ser, aunque la mente no
perciba ningún trauma. Vive suspendido en la felicidad. Los demás te dicen que
has perdido el juicio; y en un sentido es cierto.
El descubrimiento de
la verdad de que la vida no tiene nada que ver con el cuerpo puede crear un
desequilibrio hacia el otro extremo. Mientras que antes la entidad
actuaba como si el cuerpo fuera todo lo que hay, ahora actúa como si el cuerpo
no importara en absoluto. Esto, por supuesto, no es cierto; cosa que la entidad
pronto recordará (a veces dolorosamente).
Sois seres
constituidos por tres partes: cuerpo, mente y espíritu. Siempre seréis
seres constituidos por tres partes, y no únicamente mientras viváis en la Tierra.
Hay quienes plantean
la hipótesis de que, al morir, el cuerpo y la mente se abandonan. Pero el
cuerpo y la mente no se abandonan. El cuerpo cambia de forma, dejando
atrás su parte más densa, pero siempre conservando su envoltura exterior. La
mente (que no hay que confundir con el cerebro) también va con uno, uniéndose
con el espíritu y el cuerpo en la misma masa de energía, de tres dimensiones o
facetas.
Si decides retornar a
esta oportunidad de experimentar que se llama vida en la Tierra, tu yo divino
separará de nuevo sus verdaderas dimensiones en lo que llamáis cuerpo, mente y
espíritu. En realidad, la misma y única energía, pero con tres características
distintas.
Cuando empiezas a
habitar un nuevo cuerpo físico aquí en la Tierra, tu cuerpo etéreo (como algunos de
vosotros lo habéis llamado) reduce sus vibraciones, que pasan de ser tan
rápidas que ni siquiera se le puede ver, a una velocidad adecuada para producir
la masa y la materia. Esta materia real es creación del pensamiento puro: la
obra de tu mente, el aspecto mental más elevado de tu ser constituido de tres
partes.
Esta materia es la
coagulación de un millón de billones de trillones de diferentes unidades de energía
en una enorme masa, controlable por la mente... ¡Realmente tenéis una mente
superior!
Cuando todas esas
minúsculas unidades han expandido su energía, son descartadas por el cuerpo,
mientras que la mente crea otras nuevas. ¡Esto lo crea la mente a partir de su
pensamiento continuo acerca de Quien Eres! El cuerpo etéreo “atrapa” el
pensamiento, por así decirlo, y reduce la vibración de más unidades de energía
(en cierto sentido, las “cristaliza”), las cuales se convierten en materia; la
nueva materia que te constituye. De este modo, cada célula de tu cuerpo cambia
cada varios años. En un sentido totalmente literal, no eres la misma persona
que eras hace cinco años.
Si piensas
pensamientos de malestar o enfermedad (o continuo enfado, odio y negatividad),
tu cuerpo traducirá dichos pensamientos a una forma física. La gente verá esta
forma negativa y enfermiza, y dirá: “¿Qué pasa?”. No sabrá cuan acertada es.
El alma contempla la
representación de todo este drama, año tras año, mes tras mes, día tras día,
momento a momento, y siempre se halla en posesión de la Verdad sobre ti. Nunca
olvida el proyecto; el plan original; la primera idea; el pensamiento creador.
Su tarea consiste en hacer que recuerdes, que rememores una vez más
Quién Eres, y luego decidas Quién Quieres Ser ahora.
Así, el ciclo de
creación y experiencia, imaginación y realización, conocimiento y evolución
hacia lo desconocido, continúa, ahora y para siempre jamás.
¡Vaya!
Exactamente. ¡Y aún
falta mucho por explicar! ¡Mucho más! Pero no caben en un libro, ni
probablemente en una vida. Sin embargo, tú has empezado y eso es bueno.
Recuerda sólo esto. Como dijo vuestro gran maestro William Shakespeare: “Hay
más cosas en el Cielo y en la
Tierra, Horacio, de las que ha soñado tu filosofía”.
¿Puedo hacerte algunas preguntas sobre eso? Por
ejemplo: cuando dices que la mente me acompaña después de la muerte, ¿significa
eso que mi “personalidad” me acompaña? ¿Sabré en la otra vida quién era?
Sí... y quién has
sido siempre. Todo se te hará manifiesto, puesto que entonces te
aprovechará lo que sabes, mientras que ahora no.
Y respecto a esta vida, ¿habrá que “pasar cuentas”?,
¿habrá un examen?
No hay ningún juicio
en eso que llamáis la otra vida. Ni siquiera podrás juzgarte tú mismo (ya que
seguramente te darías una puntuación muy baja, dado lo crítico y severo que
eres contigo mismo en esta vida).
No, no hay que “pasar
cuentas”, ni “pulgares hacia arriba” o “pulgares hacia abajo”. Sólo los
humanos juzgáis, y, puesto que vosotros lo hacéis, suponéis que Yo lo hago.
Pero Yo no lo hago; y esta es una gran verdad que no podéis aceptar.
No obstante, aunque
en la otra vida no habrá ningún juicio, sí habrá la oportunidad de considerar
todo lo que habéis pensado, dicho o hecho aquí, y de decidir si eso es lo que
elegiríais de nuevo basándoos en Quienes decís que Sois, y en Quienes Queréis
Ser.
Existe una enseñanza mística oriental basada en una
doctrina llamada Kama Loca; según esta doctrina, en el momento de la muerte a
cada persona se le da la oportunidad de revivir todos los pensamientos que ha
abrigado, todas las palabras que ha pronunciado, todos los actos que ha
realizado, no desde nuestro punto de vista, sino desde el punto de vista de
cada una de las personas afectadas en cada caso. En otras palabras, ya hemos
experimentado lo que nosotros sentimos al pensar, decir o hacer lo que
pensamos, dijimos o hicimos; pero ahora se nos concede la experiencia de sentir
lo que sintió la otra persona en cada uno de esos momentos. Y es en base a esta
medida como decidiremos si pensaríamos, diríamos o haríamos lo mismo de nuevo.
¿Qué te parece?
Lo que ocurre en
vuestra vida cuando ésta termina es demasiado extraordinario para poder
describirlo aquí en términos que puedas comprender, puesto que se trata de una
experiencia que se halla en otra dimensión, y rebasa literalmente cualquier
descripción que pretenda utilizar herramientas tan enormemente limitadas como
las palabras. Baste decir que tendréis la oportunidad de examinar esta vuestra
vida presente, sin dolor o temor a juicio alguno, con el propósito de decidir
lo que sentís respecto a vuestra experiencia y adonde queréis ir a partir de
ahí.
Muchos de vosotros
decidirán volver aquí; regresar a este mundo de densidad y relatividad, para
disponer de otra posibilidad de experimentar las decisiones y opciones que han
tomado respecto a Sí mismos en este nivel.
Otros - algunos
escogidos - regresarán con una misión diferente. Volverán a la densidad y la
materia con el propósito espiritual de conducir a los demás fuera de la
densidad y la materia. En la
Tierra siempre hay quienes, de entre vosotros, han tomado
esta decisión. Se les reconoce en seguida. Su tarea ha terminado; han regresado
a la Tierra
simple y llanamente para ayudar a los otros. En esto consiste su alegría. En
esto consiste su exaltación. No aspirar a otra cosa que a ser útiles.
No puedes dejar de
verlos. Están en todas partes. Hay más de los que crees. Incluso es probable
que sepas de alguno, o que lo conozcas personalmente.
¿Soy yo uno de ellos?
No. Si tienes que preguntarlo,
es que sabes que no lo eres. Uno de ellos no hace preguntas de este tipo. No
hay nada que preguntar.
Tú hijo mío, en esta
vida eres un mensajero. Un precursor. Un portador de noticias. Un buscador y,
con frecuencia, un orador de la Verdad. Debes estar contento, pues esto es más
que suficiente para una vida.
Estoy contento, ¡pero siempre puedo esperar más!
¡Y esperarás
más! Siempre esperarás más. Forma parte de tu naturaleza. Forma parte de la
naturaleza divina aspirar siempre a ser más.
De modo que hazlo: aspira
por todos los medios a ser más.
Ahora quiero
responder definitivamente a la pregunta con la que iniciaste esta parte de
nuestra conversación.
¡Sigue adelante, y
haz lo que realmente te guste! ¡No hagas otra cosa! Tienes muy poco tiempo.
¿Cómo puedes pensar en perder un solo momento haciendo algo que no te gusta para
ganarte la vida? ¿Qué clase de vida sería esa? ¡Más que ganarte la
vida, sería ganarte la muerte!
Si dices: “Pero...
hay otras personas que dependen de mí... bocas que alimentar... una esposa que
cuenta conmigo”, te responderé que, si insistes en que tu vida se basa en lo
que hace tu cuerpo, es que no has entendido para qué has venido aquí. Por lo
menos, haz algo que te agrade, que manifieste Quién Eres.
Con ello podrás alejar
de ti el resentimiento y la cólera hacia aquellos que imaginas que te privan de
tu alegría.
No es que lo que hace
tu cuerpo no sea importante. Pero no del modo en que tú crees. Las acciones del
cuerpo constituyen reflejos de un estado del ser; no intentos de alcanzar un
estado del ser.
En el verdadero orden
de las cosas no se hace algo para ser feliz, sino que se es feliz y, en
consecuencia, se hace algo. No se hace algo para ser
compasivo, sino que se es compasivo y, en consecuencia, se actúa de determinada
manera. En una persona de conciencia elevada, la decisión del alma precede a la
acción del cuerpo. Sólo una persona inconsciente trata de producir un estado
del alma a través de lo que hace el cuerpo.
Esto es lo que
significa la afirmación: “Tu vida no se basa en lo que hace tu cuerpo”. Sin
embargo, es cierto que lo que hace tu cuerpo es un reflejo de aquello en lo que
se basa tu vida.
He aquí otra
dicotomía divina.
Pero si no lo
entiendes, al menos entiende esto:
Tienes derecho
a tu propia alegría. Tengas o no tengas
hijos; tengas o no tengas esposa. ¡Búscala! ¡Hállala! Y tendrás una familia
alegre, prescindiendo de cuanto dinero ganes o dejes de ganar. Pero si, en
lugar de eso, te abandonan, entonces déjales partir con amor en busca de su propia
alegría.
Sí, por otra parte,
has evolucionado hasta el punto de que los asuntos del cuerpo han dejado de
preocuparte, serás aún más libre para buscar tu propia alegría, así en la Tierra como en el Cielo.
Dios dice que es bueno ser feliz; incluso ser feliz en tu trabajo.
Tu trabajo en la vida
es una afirmación de Quién Eres. Y si no lo es, entonces ¿por qué lo haces?
¿Acaso crees que tienes
que hacerlo?
No tienes que hacer
nada.
Si “el hombre que
mantiene a su familia, cueste lo que cueste, aún a costa de su propia
felicidad” es Quién Tú Eres, entonces ama tu trabajo, puesto que facilita
tu creación de una afirmación viviente de tu Yo.
Si “la mujer que
realiza un trabajo que detesta para hacer frente a las responsabilidades que
considera que tiene” es Quién Tú Eres, entonces ama, ama, ama tu trabajo,
puesto que sostiene plenamente tu imagen de tu Yo, tu concepto de tu Yo.
Todo el mundo puede
amar todo lo que hace desde el momento en que entienda qué está haciendo, y por
qué.
Nadie hace nada que
no quiere hacer.
Extraido de Conversaciones con Dios I . Neale donald Walsh
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