Rana de pozo Y Arroz Japonés – Mente abierta versus rigidez mental







Un  estaba poniendo flores en la tumba de un pariente, cuando ve a un Japonés poniendo un plato de  en la tumba vecina. El hombre se dirige al japonés, y le pregunta:

- 'Disculpe señor, pero ¿cree usted que de verdad el difunto comerá el arroz?
- 'Si', respondió el japonés... 'Cuando el suyo venga a oler sus FLORES.'

Respetar las opciones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan diferente
y piensan diferente. No juzgues............ Solamente COMPRENDE

Decir "no sé" a menudo no es sinónimo de ser ignorante, sino de aceptar las propias limitaciones. Dos palabras que, según Walter Riso, liberan a quien las pronuncia y abren el camino de la exploración terrenal; de todo aquello que nos aguarda al otro lado de la barrera mental construida a base de dogmatismo y prejuicios.
 Quien se muestra ante los demás como el Dios que lo sabe todo, que nunca se equivoca ni es capaz de dejar a un lado sus ideas para escuchar al prójimo, se perjudica a sí mismo.
Es lo que ha constatado a lo largo de su carrera Riso, psicólogo especialista en terapia cognitiva y bioética que acaba de publicar El arte de ser flexible.
El 80% de las personas que trato tienen una mente rígida, compuesta por patrones y esquemas que les cuesta revisar.
Mente abierta versus rigidez mental, la rigidez mental es utilizada muchas veces porque nos aporta seguridad, control, abrir la mente a lo desconocido nos produce miedo y sin embargo puede ser la puerta del éxito.
En un pozo profundo vivía una colonia de ranas. Llevaban su vida, tenían sus costumbres, encontraban su alimento y croaban a gusto haciendo resonar las paredes del pozo en toda su profundidad. Protegidas por su mismo aislamiento, vivían en paz, y sólo tenían que guardarse del pozal que, de vez en cuando, alguien echaba desde arriba para sacar agua del pozo.
 Daban la alarma en cuanto oían el ruido de la polea, se sumergían bajo el agua o se apretaban contra la pared, y allí esperaban, conteniendo la respiración, hasta que el pozal lleno de agua era izado otra vez y pasaba el peligro. Fue a una rana joven a quien se le ocurrió pensar que el pozal podía ser una oportunidad en vez de un peligro. Allá arriba se veía algo así como una claraboya abierta, que cambiaba de aspecto según fuera de día o de noche, y en la que aparecían sombras y luces y formas y colores que hacían presentir que allí había algo nuevo digno de conocerse. Y, sobre todo, estaba el rostro con trenzas de aquella figura bella y fugaz que aparecía por un momento sobre el brocal del pozo al arrojar el cubo y recobrarlo todos los días en su cita sagrada y temida. Había que conocer todo aquello. La rana joven habló, y todas las demás se le echaron encima: «Eso nunca se ha hecho. Sería la destrucción de nuestra raza. El cielo nos castigará. Te perderás para siempre.
 Nosotras hemos sido hechas para estar aquí, y aquí es donde nos va bien y podemos ser felices. Fuera del pozo no hay más que destrucción absoluta. Que nadie se atreva a violar las sabias leyes de nuestros antepasados. ¿Es que una rana jovenzuela de hoy puede saber más que ellos?».
 La rana jovenzuela esperó pacientemente la próxima bajada del pozal. Se colocó estratégicamente, dio un salto en el momento en que el pozal comenzaba a ser izado y subió en él ante el asombro y el horror de la comunidad batracia. El consejo de ancianos excomulgó a la rana prófuga y prohibió que se hablara de ella. Había que salvaguardar la seguridad del pozo. Pasaron los meses sin que nadie hablara de ella y nadie se olvidara de ella, cuando un buen día se oyó un croar familiar sobre el brocal del pozo, se agruparon abajo las curiosas y vieron recortada contra el cielo la silueta conocida de la rana aventurera. A su lado apareció la silueta de otra rana, y a su alrededor se agruparon siete pequeños renacuajos.
 Todas miraban sin atreverse a decir nada, cuando la rana habló: «Aquí arriba se está maravillosamente. Hay agua que se mueve, no como allá abajo, y unas fibras verdes y suaves que salen del suelo y entre las que da gusto moverse, y donde hay muchos bichos pequeños muy sabrosos y variados, y cada día se puede comer algo diferente. Y luego hay muchas ranas de muchos tipos distintos, y son muy buenas, y yo me he casado con ésta que está aquí a mi lado, y tenemos siete hijos y somos muy felices. Y aquí hay sitio para todas, porque esto es muy grande y nunca se acaba de ver lo que hay allá lejos.» De abajo, las fuerzas del orden advirtieron a la rana que, si bajaba, sería ejecutada por alta traición; y ella dijo que no pensaba bajar, y que les deseaba a todas que lo pasaran bien, y se marchó con su compañera y los siete renacuajos.
Abajo en el pozo hubo mucho revuelo, y hubo algunas ranas que quisieron comentar la propuesta, pero las autoridades las acallaron enseguida, y la vida volvió a la normalidad de siempre en el fondo del pozo. Al día siguiente, por la mañana, la niña de las trenzas rubias se quedó asombrada cuando, al sacar el cubo con agua del pozo, vio que estaba lleno de ranas. En sánscrito hay una palabra compuesta para designar a una persona estrecha de miras que se conforma con oír lo que siempre ha oído y hacer lo que siempre ha hecho, lo que hace todo el mundo y lo que, según parece, han de hacer todos los que quieran seguir una vida tranquila y segura.
La palabra es «rana-de-pozo», (kup-manduk), y ha pasado del sánscrito a las lenguas indias modernas, en las que se usa con el mismo sentido. A nadie le gusta que se la digan. Aun así, el mundo está lleno de pozos, y los pozos llenos de ranas. Y niñas con trenzas rubias siguen llevándose sustos de vez en cuando por la mañana.

- ¿Por eso enferman?
- La rigidez mental afecta a la salud, la calidad de vida y a la capacidad de ser feliz. Por eso las personas rígidas se deprimen más y padecen trastornos de ansiedad. Además, como no son capaces de adaptarse al cambio, viven en un estrés permanente.

- Y no padecen sólo enfermedades…
- Acaban solas y aisladas del mundo como consecuencia de sus problemas de relaciones interpersonales; son egocéntricas, les cuesta controlar sus impulsos y acaban generando odio, rencor, resentimiento e ira contra los demás.

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