Detrás del
miedo no hay más que un mecanismo de defensa que nuestra mente crea cuando
percibimos que hay un riesgo, cuando este riesgo se percibe ante una situación
positiva se convierte en irracional y limitante. El fin último de todo miedo es
la búsqueda de la seguridad
En este caso el hecho de comprometerse es
vivido por el sujeto temeroso como algo angustiante y genera un malestar manifiesto. Pero, ¿por qué surge ese miedo a comprometerse con
una pareja?
Para cada sujeto
y para cada pareja el término compromiso puede significar algo distinto, es
decir, para algunas el compromiso puede ser casarse, para otras simplemente
vivir juntos y para otro compromiso puede significar tener hijos.
La
personas ha creado una especie de burbuja de bienestar o eso cree ella. Cuando ve peligrar esa
burbuja ilusoria aparece el miedo . Creemos que ese cambio puede peligrar
nuestra falsa seguridad
Las personas que
tienen miedo al compromiso interpretan este más como una pérdida (menos tiempo
para sí mismo, menos intimidas etc) más que como algo que puede aportarle amor,
intimidad, crecimiento, pertenencia y sexo.
“El crecimiento de la
pareja no se basa en dos medias naranjas que se “necesitan” sino en dos
naranjas enteras que se relacionan, desde su plena singularidad”. Ramayat
Es lógico pues sentir
miedo después de verlo de ese modo y por supuesto las típicas dudas. Lo cual
dificulta la toma de decisiones .
El miedo pone en la balanza los recursos que uno tiene y
aquello que tenemos que afrontar. Cuando se produce un desajuste en esta
balanza, es cuando se hace presente. Por tanto, es una cuestión de inseguridad
y de no conocerse bien a uno mismo, lo que conlleva malestar y frustración.
Las personas que
tienen miedo al compromiso suelen ser personas inseguras alas que les cuesta expresar las emociones y
que necesitan controlar para sentirse seguros y cómodos en su zona de confort. Son
de hecho personas inflexibles y temerosas, obviando lo más importante: la amenaza somos nosotros mismos, no el
entorno.
“Cuando ya no somos
capaces de cambiar la situación nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a
nosotros mismos “
Víctor Frank
Tienen la tendencia a
buscar relaciones estables pero una vez en ellas y a medida que estás se
vuelven serias comienzan a sentir miedo y dudas al respecto.
Lo más probable es que
den por terminada la relación ya que son incapaces de expresar sus miedos y
malestar. Es su forma de volver a su zona de confort y comodidad y acabar con
el miedo que les provoca la pérdida de control.
Esta conducta se
convierte así en un hábito que aparece cada vez que esta persona decide
adentrarse en una relación. Nos vemos como
frágiles o débiles y nos ponemos una coraza para supuestamente no nos puedan
tocar.
En cierta forma, la falta de estrategias y de conocimiento
sobre uno mismo hace que se busque justificación a la propia inseguridad y
temores. Al final como no se tienen las capacidades para asumir el miedo y
gestionar el malestar, se buscará romper la relación para recuperar la estabilidad
y huir del descontrol.
El único camino para
salir de ese bucle pasa por enfrentarse a ese temor;
“Haciendo lo que
tememos disolvemos nuestro temor ”Emerson
De este modo dejamos
de estar controlados por el miedo y podemos flexibilizarnos obteniendo un mayor disfrute de nuestras
relaciones de pareja:
“Cuanto
más veloces huimos del miedo, más grande se hace éste y más fuerte es su
hechizo sobre el alma. Para librarnos de tal poder, conviene mirar de frente su
paralizador influjo, y más tarde discernir si nos está protegiendo de un
peligro o simplemente es un virus mental que nos inquieta.
El miedo que paraliza y deprime es el miedo neurótico que impide la acción. Se trata de un sentimiento que sintoniza con viejas tensiones y heridas no resueltas. El temor que se disfraza de inseguridad encubre anticipaciones el dolor y muchas veces hace referencia a duelos sumergidos cuyo recuerdo nos inunda de ansiedad e induce a conductas crispadas.
El miedo nace de la memoria del dolor y brota en racimos de pensamiento conectados al recuerdo. Se trata de ideas neuro-asociadas que conforman la creencia de que aquello que uno rechaza, puede volver a suceder. En realidad, si no hay memoria no hay miedo. Por este motivo, los inocentes se enfrentan con tranquilidad “irresponsable” a muchas situaciones de alto riesgo. Los inocentes no proyectan experiencias anteriores y, en consecuencia, no temen la llegada de la supuesta desgracia.
Allí donde veamos una conducta exagerada, se revela la sombra que oculta viejas heridas y, que nos demanda sin demora, un drenaje emocional del alma. Allí donde, por ejemplo, veamos la mentira en sus diferentes grados ¡Atención!, no hay maldad o estupidez, hay tan sólo una mente que se siente amenazada. Conviene mirar al miedo de frente y preguntar, ¿qué temo en realidad?, ¿qué sería lo peor que podría pasar? Al observar y concretar con precisión lo que uno teme, ya se puede respirar a fondo lo temido y crear nuevas opciones más deseadas. Al pronto, sucede que el gran gigante ilusorio que tan sólo puede habitar en las sombras, se esfuma disuelto a la luz de la consciencia.
La sensación de confianza y seguridad no sólo brota como consecuencia de la memoria del propio éxito, sino que también es una cualidad que nuestra inteligencia emocional desarrolla. Confiar es una elección que podemos optar por cultivar y reforzar, mientras se comprueba que tras los problemas aparecen las soluciones y que toda dificultad fortalece y enseña.
La confianza también brota desde la facultad intuitiva, desde ese insólito Ser que somos y que detrás, escondido y sabio, se revela y expresa. La confianza es un estado de conciencia, un plano mental de vida que abre a la Paz y a la Templanza. Pero, ¿de dónde brota?, ¿acaso es una protección mágica que opera desde las estrellas? Al tratar de responder, la razón tal vez dude, pero todos sabemos que no estamos solos. La Historia y el Misterio así lo avalan. El Universo nos apoya al encarar el miedo mientras hacemos con inteligencia lo que debemos, aunque se sienta inseguridad y amenaza.
Cuando uno se vea enfrentado al ridículo, a la ruina o al abandono del ser que ama, conviene que se detenga unos instantes. Conviene que respire profundamente, distanciándose del escenario mientras se deja atravesar por la columna de luz, que penetra por lo más alto de su cabeza. Más tarde, la sencillez suavizará lo que uno teme y la sobriedad será nuestra aliada. No hay temor agudo que sobreviva si uno lo respira de forma consciente y continuada. Sólo hay que detenerse y observar sin eludir ningún aspecto y sin tapar ninguna de las caras. Desde el Silencio Consciente, de pronto, la mejor opción brota y la vida, de nuevo, tiene sentido mientras uno, a sí mismo, se reinventa. Ya todo está en su sitio. Uno sabe a qué atenerse y vuelve a fluir centrado en el núcleo de la confianza. “ José María Doria
El miedo que paraliza y deprime es el miedo neurótico que impide la acción. Se trata de un sentimiento que sintoniza con viejas tensiones y heridas no resueltas. El temor que se disfraza de inseguridad encubre anticipaciones el dolor y muchas veces hace referencia a duelos sumergidos cuyo recuerdo nos inunda de ansiedad e induce a conductas crispadas.
El miedo nace de la memoria del dolor y brota en racimos de pensamiento conectados al recuerdo. Se trata de ideas neuro-asociadas que conforman la creencia de que aquello que uno rechaza, puede volver a suceder. En realidad, si no hay memoria no hay miedo. Por este motivo, los inocentes se enfrentan con tranquilidad “irresponsable” a muchas situaciones de alto riesgo. Los inocentes no proyectan experiencias anteriores y, en consecuencia, no temen la llegada de la supuesta desgracia.
Allí donde veamos una conducta exagerada, se revela la sombra que oculta viejas heridas y, que nos demanda sin demora, un drenaje emocional del alma. Allí donde, por ejemplo, veamos la mentira en sus diferentes grados ¡Atención!, no hay maldad o estupidez, hay tan sólo una mente que se siente amenazada. Conviene mirar al miedo de frente y preguntar, ¿qué temo en realidad?, ¿qué sería lo peor que podría pasar? Al observar y concretar con precisión lo que uno teme, ya se puede respirar a fondo lo temido y crear nuevas opciones más deseadas. Al pronto, sucede que el gran gigante ilusorio que tan sólo puede habitar en las sombras, se esfuma disuelto a la luz de la consciencia.
La sensación de confianza y seguridad no sólo brota como consecuencia de la memoria del propio éxito, sino que también es una cualidad que nuestra inteligencia emocional desarrolla. Confiar es una elección que podemos optar por cultivar y reforzar, mientras se comprueba que tras los problemas aparecen las soluciones y que toda dificultad fortalece y enseña.
La confianza también brota desde la facultad intuitiva, desde ese insólito Ser que somos y que detrás, escondido y sabio, se revela y expresa. La confianza es un estado de conciencia, un plano mental de vida que abre a la Paz y a la Templanza. Pero, ¿de dónde brota?, ¿acaso es una protección mágica que opera desde las estrellas? Al tratar de responder, la razón tal vez dude, pero todos sabemos que no estamos solos. La Historia y el Misterio así lo avalan. El Universo nos apoya al encarar el miedo mientras hacemos con inteligencia lo que debemos, aunque se sienta inseguridad y amenaza.
Cuando uno se vea enfrentado al ridículo, a la ruina o al abandono del ser que ama, conviene que se detenga unos instantes. Conviene que respire profundamente, distanciándose del escenario mientras se deja atravesar por la columna de luz, que penetra por lo más alto de su cabeza. Más tarde, la sencillez suavizará lo que uno teme y la sobriedad será nuestra aliada. No hay temor agudo que sobreviva si uno lo respira de forma consciente y continuada. Sólo hay que detenerse y observar sin eludir ningún aspecto y sin tapar ninguna de las caras. Desde el Silencio Consciente, de pronto, la mejor opción brota y la vida, de nuevo, tiene sentido mientras uno, a sí mismo, se reinventa. Ya todo está en su sitio. Uno sabe a qué atenerse y vuelve a fluir centrado en el núcleo de la confianza. “ José María Doria
Qué características
presentan por lo general estas personas:
- Les
cuesta tomar decisiones personales porque temen el cambio y salirse de su
zona de seguridad.
- Son
personas rígidas en el trato, quieren tenerlo todo controlado. La falta de
control es lo que les hace activar los mecanismos de alarma.
- Suelen
tener dificultades en expresar sus propias emociones. Intentan no
profundizar en lo que sienten o piensan respecto a alguien o algo y ello
provoca problemas de comunicación con los demás.
En muchas ocasiones se sienten
inseguros de si mismos y no soportan ver la seguridad en otros, por lo que
inconscientemente crean disonancias cognitivas como convenciéndose de que esa
persona no es tan maravillosa como se muestra ante los demás.
Conviene acudir a una
profesional que trabaje conjuntamente con la pareja o con uno de los dos. En
este sentido la terapia transpersonal es ideal ya que no necesita de ambos
miembros para trabajar en esta apertura aunque
si ambos trabajan los resultados se multiplican .
Estrategias para
trabajar en terapia :
- Afrontar
el miedo
- Introducir
pequeños cambios que poco a poco ayuden a la mente a entender que seguimos
teniendo el control de la situación, ya que como es lo que más nos asusta
hay que educarla. Si una característica tiene la mente es que es muy
plástica, ¿esto qué quiere decir? Que entrenándola se adecua a lo que
queramos.
- Valorarse
a uno mismo fortalecerá la seguridad en las acciones y decisiones que
tomemos. Por tanto necesitamos hacer
un reconocimiento positivo de nuestras capacidades y limitaciones, ya que
una limitación no es algo negativo, se necesitan de ambas para encontrar
el equilibrio.
- Es
básico empezar a expresarse emocionalmente, sobre todo la parte negativa
de nuestro malestar. De esta
manera reduciremos tensiones y por tanto nos relajaremos más. Si al
principio cuesta hacerlo con otras personas, escribiéndolo se puede
empezar uno a entrenar, además de que nos sirve para reflexionar.
La clave de toda buena relación es
la comunicación y la confianza,
sin ellas no hay pareja que sobreviva de una manera sana. Por lo que el
objetivo tiene que ser lo que se conoce como asertividad, es decir, decir en
todo momento lo que se piensa y siente sin entrar en herir a nuestro interlocutor,
en este caso nuestra pareja
“Yo
valgo dos y tú vales dos, pero juntos no valemos cuatro sino ocho”
Marilyn Ferguson
Soraya Founty .
Psicóloga y Terapeuta Transpersonal e Integral
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por los comentarios , abrazo hondo