Aprender la paciencia






Al realizar el presente ejercicio mental, aprenderá las maneras de interrumpir una actividad y de esperar a que suceda un evento. Ambos conceptos –interrumpir y esperar- son los componentes claves de la paciencia.
En lugar de seguir los pasos secuenciales, simplemente lea las situaciones de ejemplo que siguen (o invente situaciones propias) y realice dos o tres al día de cada una de las categorías.

Ejemplos de situaciones para aprender a interrumpir una actividad:

1.- Mientras escucha una canción que le agrada en el radio o aparato de sonido, cambie las estaciones o apague el estéreo en la mitad de la canción. No regrese a la estación de radio hasta que no esté seguro de que la canción ha terminado. El mismo principio se aplica a la televisión.
2.- En la mitad de cualquier tarea doméstica deténgase y espere treinta minutos antes de retomar la tarea.
3.- Cuando esté leyendo el periódico, una revista o libro, deténgase en la mitad de una página y no regrese a la historia por 24 horas (obviamente sin escoger material que sea importante para su trabajo).
4.- Mientras se relaja sentado en un lugar cómodo póngase de pie y haga alguna actividad diferente aunque no le agrade hacerlo en ese momento.

Ejemplos de situaciones para aprender a esperar (la paciencia) a que tenga lugar un evento:

1.- Mientras espera en la fila de un restaurante o tienda, deje pasar a varias personas a propósito para  que se les asigne mesa o sean atendidas antes que usted.
2.- Mientras conduce un vehículo, deje que lo rebasen otros.
3.- Cada vez que se encuentre listo para comer, deténgase y espere 30 minutos antes de comenzar.
4.- Elija una cita que haya programado y a propósito llegue 30 minutos antes de lo que normalmente suele hacerlo (si le gusta llegar cinco minutos antes entonces llegue con 35 minutos de anticipación).
La lección del presente ejercicio es que el mundo no se termina cuando se ve forzado a ser paciente. Descubrirá que su mente aprenderá a distraerse mientras usted espera, y sus deseos e impulsos perderán algo de su poder sobre usted. Entonces, se moverá fácilmente de tener paciencia en situaciones autoimpuestas a contar con ella cuando otros lo interrumpen o lo demoran. 

VISUALIZACIÓN DE LAS EMOCIONES Y DE LOS SENTIMIENTOS


Utilizar metáforas y la imaginería (otros le llaman fantasía dirigida) para menguar los efectos de emociones que afectan negativamente al individuo.

En PNL usan bastante la referencia de una pantalla de cine donde la persona se imagina estar sola y proyecta la situación emotiva que le afecta, teniendo ahí la oportunidad de transformar la proyección de dicha película, es decir, de manipular mentalmente –para bien- los acontecimientos de su pasado o de su futuro, lo cual le beneficia en actitud y como herramienta de afrontamiento. Otro ejemplo que utilizan en la PNL es imaginar una emoción  o sentimiento negativos como si estuviera representado en  una bola negra, que se va empequeñeciendo hasta que pueda tomarla con las manos y acudir a d depositarla a un cesto de basura o a tirarla a un abismo Otro más: que imagine una emoción negativa como una gran mancha negra en una pantalla de cine, estando él solo sentado en una única butaca. En la parte inferior izquierda habrá una pequeña luz, que representará la emoción opuesta, es decir, la positiva. Luego, hay que recordar la emoción negativa elegida y en el momento de más intensidad y molestia hay que pensar o decir “¡CAMBIAZO!” Para entonces cambiar bruscamente y tapar la mancha negra con la luz que se ampliará hasta abarcar toda la pantalla. Repetir esto varias veces para aumentar el efecto. 


Todos estos ejercicios pueden resultar muy utiles simepre y cuando te permitas sentir y vivir las emociones y lo que te llega a tu vida antes de trabajar con ellos ...

El amor es química



Aunque a muchos románticos les cueste aceptarlo, es el cerebro y no el corazón el que hace que nos enamoremos. Pero… ¿como? a lo largo de este post revelaremos las 3 fases “clave” del amor, y respuesta a multitud de sensaciones que nos ocurren.


El amor es química

De pronto, en una fiesta entre la multitud descubres a la mujer de tu vida. Una simple mirada, un roce casual o una voz penetrante pueden hacer saltar la chispa del amor. Lo sabes porque el corazón se te sale del pecho, en el estómago te revolotean mariposas, transpiración excesiva o sonrojamiento constante así nos lo hacen ver. Pero, ¿nunca te has preguntado por qué estas manifestaciones son similares a cuando estamos estrésados?
Pues los científicos sí se lo han planteado y han averiguado el porqué: han convertido al cerebro y las hormonas que segrega en el gran protagonista del amor.


Dopamina, la causante del enamoramiento

Investigadores de la Universidad de Rutgers, Nueva Jersey (EEUU) han estudiado los cerebros de 17 hombres y mujeres que estaban en fase de enamoramiento. El experimento consistía en mostrarles fotografías de los “seres amados”. Después de distraerlos con varias tareas, les mostraron imágenes de personas neutrales. ¿Resultados?:
Se produjo un aumento en la actividad de las áreas del cerebro relacionadas con la energía y la euforia, en el lado derecho, donde se concentran niveles más altos de dopamina.
La dopamina es la sustancia que produce sentimientos de satisfacción y de placer y, por lo tanto, la causante del enamoramiento.
Otros investigadores, como Michael Liebowitz y Anthony Walsh, han identificado, además,  otras dos sustancias químicas relacionadas con el amor: la feniletilamina y la ocitocina.
Y es que (romanticismos fuera) el amor apasionado únicamente se reduce a la producción de estas tres sustancias químicas del cerebro.


Las etapas químicas del amor

Reducido el amor a sustancias químicas del cuerpo, la Dra. Helen Fisher, antropóloga de la Universidad de Rutgers y autora del libro The Anatomy of Love, divide en tres las etapas del amor:
  • Atracción sexual. Predomina la testosterona, por lo que prima el deseo sexual.
  • Amor pasional u obsesivo. Predomina la dopamina y la norepinefrina, con lo que estamos en la etapa de euforia y de romance.
  • Vínculo. Predomina la ocitocina y la vasopresina, por lo que se evoluciona hacia una relación apacible, duradera y segura.
Mantenerse en las dos primera etapas del amor es el gran reto de cualquier pareja.

Pasión con fecha de caducidad

Si se ha conseguido medir el amor a estos niveles, es fácil suponer cuándo se acabará la pasión. Después de entrevistar a 5.000 personas de 37 culturas diferentes, la profesora Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell en Nueva York (EEUU) afirma que “los seres humanos se encuentran biológicamente programados para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses“.
De nuevo, el culpable es el cerebro. Y es que desarrolla una tolerancia especial a la feniletilamina, que hace que el estado de excitación y euforia disminuya con el tiempo.
La locura de la pasión del primer momento se desvanece gradualmente en favor de sentimientos más emocionales y afectivos, gracias a que aumenta el protagonismo de otra sustancia química: la endorfina.
Parecida a la morfina, tiene la cualidad de generar una sensación de seguridad, tranquilidad y paz. Y esto es lo que nos hace mantener relaciones por largos años… para quienes logren adecuarse a los nuevos cambios.


Mujer emocional, hombre sexual

Que en el amor las mujeres sienten de diferente forma de diferente forma que los hombres lo sabemos, pero, para que no hubieran incertidumbres, los científicos nos lo han demostrado empíricamente.
El estudio de Rutgers encontró que, mientras que los cerebros femeninos mostraban respuestas más emocionales frente a los mismos estímulos, los cerebros masculinos revelaban actividades en áreas más relacionadas con la excitación sexual.
Y es que en nosotros aún perduran con arraigo las conexiones primitivas que condicionaban el enamoramiento a la necesidad de la reproducción.


Enfermos de amor

Gracias (o por desgracia) a los científicos, la expresión becqueriana “enfermo de amor” deja de ser un mero recurso metafórico para convertirse en una realidad. La falta de apetito, el insomnio, las obsesiones, la falta de concentración, etc. causadas por un amor obsesivo, nos vienen a demostrar que algo no marcha bien en nuestro cuerpo.
Para la Dra. Donatella Marazziti, psiquiatra de la Universidad de Pisa (Italia), las personas “enfermas de amor” realmente, lo están. ¿Diagnóstico? La pasión tiene las mismas reacciones que el trastorno obsesivo compulsivo. “Ambos estados están asociados a bajos niveles cerebrales de serotonina, una sustancia química fabricada por el cuerpo que nos ayuda a lidiar con situaciones estresantes”, afirma la doctora.
La doctora va mucho más allá, afirmando que las bebidas alcohólicas también disminuyen los niveles de serotonina en el cerebro, creando la ilusión de que la persona que se encuentra en la otra punta del bar es el amor de tu vida.


Más allá de la química

Pero, a pesar de todas estas investigaciones y descubrimientos, los científicos todavía no han conseguido averiguar por qué se modificaron nuestros genes. El momento de la evolución en el que el amor se dejó de asociar con la procreación, y hombres y mujeres dejaron de verse como meros instrumentos reproductores para adentrarse en los avatares del mundo del corazón.
Y es que, por encima de tubos de ensayo, sofisticados laboratorios y complejas reacciones químicas, hay algo más allá capaz de convertir el amor en el sentimiento especial que pinta el mundo

La química que hay detrás de un beso





Besar es todo un arte, pero también tiene su propia ciencia. Se llama filematología, y las últimas investigaciones revelan que intercambiar saliva nos ayuda a escoger la pareja más adecuada, pero… ¿como?
Según explica la neurocientífica Wendy Hill, las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea.
Además, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada.

Helen Fisher, profesora de antropología en la Universidad Rutger y experta mundial en la biología del amor, también ha analizado el papel del beso y asegura que besar “es un poderoso mecanismo de adaptación” presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar, añade, que “los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas”.

En los humanos el beso es fundamentalmente una cuestión química, según Fisher. La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque “inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres”, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a “medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad”. En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber “cuánto se cuida”.

 Por otra parte, la antropóloga sostiene que existen tres sistemas cerebrales diferentes que evolucionaron en el Homo sapiens para permitir el emparejamiento y la reproducción. El primero es el deseo sexual alimentado por la testosterona, tanto en hombres como en mujeres. El segundo regula el amor pasional u obsesivo y parece estar vinculado a una actividad elevada de la dopamina, un estimulante natural. El tercero, que controla el apego y permite a una pareja permanecer unida suficiente tiempo como para criar hijos, está ligado a un nivel mayor de oxitocina. El beso, probablemente, permite que se estimulen esos tres sistemas, concluye Fisher.

Fuente:

La Salud y las Emociones








¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?

El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende.


En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.

¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?


Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de conciencia emocional.


Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas.


El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.


¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?


De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar.


Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.


¿Cómo nos afecta la ira?


La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico.


¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?


La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.


¿La alegría suaviza el ánimo?


Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.


¿Y la tristeza?


La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.


¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?


Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.


¡Qué difícil! Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.


¿Cómo prevenir la enfermedad?


Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos salud.


¿Y si aparece la enfermedad?


Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krishnamurti de un cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en tu vida. Cada vez más personas sufren ansiedad. La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire. Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.


¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?


La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o buscando un príncipe azul afuera.


La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el "debería ser", y no somos ni lo uno ni lo otro.


El estrés es otro de los males de nuestra época. El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar. Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie.


El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.


¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?


La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior.


Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.


¿Qué es para usted la felicidad?


Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.


Vivir el Presente.


¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?


Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.


¿Tan confundidos estamos, en su opinión?


Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de vivir.


¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?


El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora.


El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena. En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil. Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama.


Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor. pero no es por amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre conduce a la libertad. Pero a veces nos sentimos atados a un amor. Si el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego. Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.


¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?


Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y considérate. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti. La clave entonces es amarse a sí mismo. Y al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.


Usa siempre tu discernimiento,

escucha tu corazón en todo momento.
Sigue tu verdad interna. Pues hay tantas verdades como Seres.

En parte pienso que algo del secreto esta en la escultura autentica: sincera ...

la sinceridad alivia los males
y ayuda a perdonar los errores.


Entrevista al Dr. Jorge Carvajal


Médico Cirujano de la UNIVERSIDAD
DE ANDALUCÍA - ESPAÑA
Pionero de la Medicina Bioenergética

Los secretos familiares que duelen





Psicogenealogía y secretos
Durante mucho tiempo hemos considerado que la infancia era el orígen de todos nuestros males, grandes y pequeños. Hasta que la psicología da la cara y demuestra que nuestro árbol genealógico no cuenta para nada…

La vida de nuestros antepasados, sus miedos, sus prejuicios y sus esperanzas a menudo se manifiestan en nuestra propia vida, incluso cuando no somos conscientes de ello. Identificar con éxito la huella que nuestros antepasados han dejado en nuestro interior es tomar consciencia de nuestra historia para poder transformarla en una nueva, libre de los demonios del pasado.

Tres mujeres han accedido a compartir con el equipo de enfemenino el modo en que las historias de sus ancestros han repercutido, positiva o negativamente, en sus vidas. Descubre sus testimonios y las aclaraciones de Juliette Allais, experta en psicogenealogía.

 

Caso 1*"Estuve influenciada durante mucho tiempo por las angustias de mi padre"

De pequeña, me sentía permanentemente en peligro.
Mi padre, judío húngaro, sobrevivió a la deportación. Nunca ha mantenido en secreto este episodio de su vida, por lo que me crié bajo la convicción de que el ser humano tiene mal fondo.
Para mis amigas la paz es un estado normal: para mí, es un alivio. Crecí con la idea de que lo peor aún está por suceder: durante mucho tiempo no pude dejar de preguntarme, por ejemplo, si una persona me abriría la puerta de su casa si me estuviesen persiguiendo.

Aborrezco la vida diaria. Todas esas pequeñas cosas que nos suceden en el ámbito amoroso, profesional, que para algunos son detalles y para mí, en cambio, auguran una catástrofe. En su momento, pensaba que simplemente estaba más lúcida que los demás.
Recuerdo perfectamente una de mis primeras sesiones de psicoanálisis: hablé de un sueño que tuve en el que estaba sola en una cama de madera y tenía frío. Mi analista me preguntó si la cama de madera me evocaba algo. Yo le respondí que no, que aquel camastro no significaba nada para mí.

La clave de su experiencia
Entonces mi analista me dijo algo que lo cambiaría todo: "Tienes sueños que no te pertenecen". El alivio fue inmediato. Se trata de los sueños de mi padre, al igual que mis angustias y mi visión del mundo.
En ese momento comprendí también mi tendencia a la insatisfacción, mis dificultades para dejarme llevar, mis períodos de anorexia y bulimia: cuando tus padres han enfrentado cara a cara con la muerte, tu propia existencia parece no ir más allá de la suya.

Sientes que no tienes más remedio que ganarte un sitio en el mundo. Mi
padre no ha sobrevivido a algo así para traer al mundo a una fracasada: yo creía que debía estar a la altura del sufrimiento que el había soportado.

Mi análisis me sirvió para identificar mis traumas, aún los tengo pero influyen menos en mi vida ahora que los reconozco. Ahora soy mucho más apasionada: he aceptado, por ejemplo, la posibilidad de amar y ser amada. Sigo juzgando a los demás bajo los criterios de legalidad, confianza e integridad pero, afortunadamente, también lo hago en función del
bienestar que me aportan.
Esto me ha permitido no pretender que mis hijos sean pequeños soldados preparados para luchar contra la arbitrariedad de la existencia y ofrecerles la confianza y la fuerza que les reporta mi
amor.

La aclaración de la psicóloga
No hay ninguna razón para ser fieles al sufrimiento de los padres
Sara se dejaba llevar por el sufrimiento de su
padre: más allá de lo que se dice, ella está en contacto con su inconsciente, que se manifestaba a través de sus sueños.

Los niños nunca son impermeables al sufrimiento de sus padres
, por lo que sienten que, por lealtad, ellos también deben sufrir. Pero esta situación les impide crecer, manteniéndoles en un estado entre infantil y de víctima asustada.

En el caso de Sara, esta lealtad angustiosa ha debido ser casi tan importante como la figura paterna: una niña pequeña tiene que poder separarse de su
padre y si éste último es frágil, su dolor se convierte en una especie de coartada que le impide resolver el complejo de Edipo.

Lo que hay que quedarse de su historia

Sara tuvo el valor de aceptar que no hay ninguna razón para ser leal al sufrimiento de sus padres, incluso si han superado algo tan horrible como el Holocausto. El papel de los hijos no es el de enmendar la historia de sus padres ni de perpetuar su dolor sino que deben estar de parte de la vida: autonomía, libertad y felicidad.

Caso 2*"Víctimas de incesto, mis abuelos me transmitieron su sentimiento de culpabilidad"

María, asistente de marketing de 28 años.

Estuve sintiéndome culpable durante años sin saber porqué...

Sin estar sumergida en un verdadero sufrimiento, siempre había sentido que algo en mí no marchaba bien, algo no era “normal”. Además de una evidente falta de confianza en mí misma, era muy propensa a los ataques de ansiedad y sentía una intensa culpabilidad de la que no era capaz de encontrar el origen.

Empecé una psicoterapia y rápidamente nuestras conversaciones empezaron a girar en torno a mi familia, concretamente en torno a la figura de mi madre: una familia unida, muy tradicional y llena de principios y valores estrictos, encabezada por mi abuelo, militar de profesión. Se trata de un hombre firme y duro, con un gran carisma, que ejerce sobre todos los miebros de la familia una mezcla entre fascinación y sumisión.

Mi terapeuta, que era consciente de que tenía que ocurrir algo para que me liberase, me recomendó hacer una sesión de etioterapia, una disciplina basada en la memoria del cuerpo y en el inconsciente.

La revelación de su experiencia
En la primera sesión me reveló que mis abuelos habían sido víctimas de incesto. La etioterapia me explica que mi cuerpo y mi inconsciente han guardado este recuerdo traumatizante.

Me ayudó a entender que los episodios impactantes de nuestros ancestros, si se mantienen en secreto como algo innombrable, se heredan de manera innata: mis abuelos han transmitido sus angustias a mi madre, que a su vez me las ha hecho llegar a mí.

Al principio me perturbé y me mostré algo escéptica. Pero pronto descubrí que mi propio abuelo había sido incestuoso, ya fuese por roces espontáneos o por el clima incestuoso que se respiraba en el ambiente, sin tener en cuenta el pudor de las niñas, y exhibiéndose delante de ellas sin problemas.

Gracias a otras sesiones de etioterapia y a mi
psicoterapeuta, tuve la impresión de haber puesto punto y final a un ciclo: al cabo de un año dí a luz a una niña, y no podía evitar pensar que gracias a todo ese trabajo psicológico que había hecho, no le transmitiría a mi hija unos traumas que no le pertenecen.

La opinión de la psicóloga
¡Cuidado con los atajos!

Me resulta bastante molesto cómo los libros de etioterapia tratan de resolver los problemas mediante atajos, algo que parece poner de manifiesto las
tendencias actuales. La psicogenealogía es, por así decirlo, víctima de su propio éxito y, por desgracia, tiende a vulgarizarse en exceso: hay que admitir que esto puede ser bueno para identificar el origen de nuestros problemas en la historia de nuestros antepasados... Así, uno tiene la impresión de localizar la causa que, para colmo, ¡No es culpa nuestra!

Pero, responsabilizando a la historia de nuestros padres y abuelos, se percibe cierta sensación de maldición contra la que no se puede hacer nada, y nos contentamos con la explicación sin tratar de ir más allá...

En la historia de María, no pongo en duda el clima incestuoso que pudiese reinar en esta familia, pero falta algún eslabón entre este hecho y las angustias: ¿Qué le inculcaron sus abuelos a su madre? ¿Cómo eso pudo influir en la construcción de la relación madre-hija? ¿Qué papel jugó o no ahí su
padre?

En psicogenealogía, no son los actos (como el incesto) los que cuentan, sino la forma en la que llegan a la paciente y, sobre todo, el modo de transformarlos y de quitárselos de encima para poder vivir con total autonomía.




Caso 3* Infancias solitarias...

Mi padre nació en el seno de un matrimonio concertado entre un hombre y una mujer muy duros, por lo que creció en un ambiente falto de amor.

Cuando empezó la guerra, mi abuelo fue detenido y encarcelado: mi abuela tuvo que irse con mi
padre de 5 años en busca de la ayuda de sus padres. Estando en su casa, hubo una gran discusión porque mi madre estaba tan sola que había conocido a otro hombre y sus padres se negaban a aceptar esa relación.

Mi
padre estaba en la habitación de al lado: a raíz de esta disputa, su madre se fue de casa sin decirle adiós. No volvió a verla en nueve años. Fue criada por sus abuelos en un ambiente inerte, sin malos tratos pero sin efusividad.

Además, como consecuencia del impacto emocional que sufrió a los 5 años, surgió una fuerte tartamudez y una
salud delicada, lo que la obligó a salir del colegio y tener una infancia y una juventud de lo más solitaria.

La herencia de esta experiencia
Pienso que de sus respectivas experiencias ha nacido la necesidad imperiosa de ofrecer a sus hijos todo el amor y la cercanía que no recibieron.

Nos han criado en un clima cargado de
amor, respetando y teniendo en cuenta las diferencias entre mi hermano y yo y, sobre todo, haciéndonos siempre partícipes de sus decisiones. Mis padres se han querido siempre en el respeto, en la comprensión y, lo más importante, desde hace 50 años se han adaptado a los incesantes cambios de futuro. Siempre se han rodeado de gente y, aún hoy, tienen una vida de jubilados increíblemente activa.

Mi familia, es mi fortaleza y mi debilidad
Gracias a ella tengo una gran confianza en mí misma y estoy siempre abierta a los demás. Todo ello como resultado del calor y el afecto del que siempre me han rodeado.
Sin embargo, en ocasiones tiendo a tenerles demasiado en cuenta en mi vida adulta. Por ejemplo, me divorcié hace 3 años y me doy cuenta de que trataba de protegerles más a ellos que a mí misma. No obstante, sé que pase lo que pase, ellos siempre estarán ahí para cuidarme incondicionalmente.
Un día, mi psicóloga me dijo: “tus padres no son de cristal” es cierto que la simple idea de poder hacerles daño me resulta insoportable.

Qué nos dice la psicóloga
El testimonio de Laura demuestra que los hechos del pasado no determinan nuestra conducta, personalidad... No hay que dramatizar sistemáticamente con los asuntos hereditarios, ni utilizar términos como “traumas” o “soportar la carga”.

Por supuesto que hay algunas historias familiares más difíciles de digerir que otras, pero la historia de Laura es la prueba fehaciente de que no existe ninguna maldición ni mecanismo implacable.

Los padres de Laura recibieron una dura herencia, pero hicieron algo bueno a partir de ella: de la falta de
amor y de lazos, crearon una familia unida, en la que la empatía es el centro de las relaciones.

En la medida en la que sus padres no recibieron tanto
amor, es posible que Laura se sienta en deuda con ellos por todo el cariño que le han dado, y que tenga la sensación de que, dadas las circunstancias, no puede permitirse el lujo de defraudarles: no tratar de salvar o proteger siempre a sus padres, y crecer, implica correr el riesgo de ir, de vez en cuando, en contra de las propias aspiraciones.

FUENTE DE INFORMACIÓN: