144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo: Aceptación




ACEPTACIÓN


Dejo de resistirme a lo que rechazo de mí. También soy eso. Chandica.


Bajo la máscara de nuestro yo consciente descansa, oculto y reprimido, un variado catálogo de emociones destructivas como la ira, el rencor, los celos... y partes repudiadas o reprimidas que conforman ese territorio arisco e inexplorado que la Psicología denomina sombra.Desde nuestra más tierna infancia, se nos fue indicando que eso que, a veces, sentíamos era “malo”, por lo que no tuvimos más remedio que reprimirlo y ocultarlo en el fondo de nosotros mismos ya que, de otra forma, corríamos el riesgo de ser amenazados por castigos y devaluaciones dolorosas. Aquellas rabietas y frustraciones que, por una cuestión de edad y desarrollo, no pudimos resolver, fueron sepultándose en el sótano o subconsciente de nuestra mente. Y dado que todavía éramos criaturas emocionales sin casi presencia del discernimiento, cualquier ofensa a nuestra importancia personal hacía aumentar el espacio de nuestra sombra. Cuando, alguna vez, hicimos el ridículo o nos sentimos abandonados, cuando nos culpamos de tener ideas asesinas y suicidas o nos aterrábamos ante la posible pérdida de los seres queridos, cuando sentimos envidia, miedo u odio por seres que paradójicamente amábamos, y no éramos capaces de encajar apropiadamente tales sentimientos, crecía nuestra sombra. Un espacio emocional que, tarde o temprano, aflora al exterior escondido entre las más variadas exageraciones que expresamos en la vida de cada día. Es por ello que cuando nos veamos exagerando, bien sea por defecto o por exceso, ¡Atención!, eso indica que nuestra sombra está detrás de la escena como una hidra que aflora sus tentáculos y muestra curiosamente qué parcela de uno mismo debe ser revisada y, en su caso, resuelta. El “disolvente mágico” más terapéutico y eficaz para resolver la sombra es la Luz de la Consciencia. El hecho de observar y examinar, de manera sostenida, todas las ramificaciones que dicha parte reprimida ha desarrollado en nuestra mente subconsciente, transforma sus neuróticas reacciones en opciones voluntarias. Al aceptar la sombra, ensanchamos el ámbito del yo a un territorio cuya integración aporta poder personal y dinamiza el propio proceso de liberación y madurez. En realidad, lo primero que requiere dicho proceso de maduración es reconocer las diferentes partes del yo persona, ya sean bonitas o feas. Se trata de sub-personalidades que nos resistimos a mirar porque, sencillamente, no nos gustan. Una vez reconocidas, conviene pasar a la aceptación del fardo psíquico negativo con el que nos vemos obligados a vivir y del que no somos, en absoluto, culpables. Por último, y a partir de tal reconocimiento y aceptación, conviene proceder a elaborar nuevas y más deseables opciones de pensamiento y conducta. No podemos seguir creyendo ingenuamente que la virtud se alcanza tapando el vicio. Tal vez, la vida no consista en lograr el bien aislado del mal, sino a pesar de él. Realmente, las únicas personas “malvadas” que pueden existir, son aquellas que se niegan a admitir su propia negatividad. Desde la perspectiva de la consciencia, todos los errores pueden corregirse, excepto los que se cometen de manera inconsciente. De hecho, para la parte “malvada” de la persona, el hecho de ejercitarse en la autoobservación sostenida es como una especie de suicidio. Es por ello que la “medicina mágica” que todo transforma está basada en el observar todas las ramificaciones y móviles de la propia conducta negativa. Se trata de una atestiguación ecuánime sin reproche ni culpa. En realidad, sólo seremos conscientes de que somos Luz sin opuesto cuando seamos capaces de abrazar compasivamente el lado oscuro de nuestra realidad mental y permitir que se ilumine de manera progresiva.














ACEPTACIÓN


Hay un secreto para vivir feliz con la persona amada: no pretender modificarla. Simone de Beauvoir. 



“Si me quieres ya sabes como debes comportarte.. Si me quisieras no me habrías hecho... Me has hecho tanto daño... Me haces tan feliz cuando haces así las cosas... Espero tanto de ti”. ¿Acaso alguien pretende responsabilizar a otro de sus propios sentimientos? Nadie es responsable de los sentimientos de otra persona. Cada uno es, tan sólo, responsable de los suyos propios. Y en caso de que alguien experimente frustración o desengaño en la relación con otro, es porque le ha entregado un poder tal, que dicha relación más se parece a dependencia e inmadurez emocional que a un espacio de calidad y sana convivencia. Si para lograr ser felices, necesitamos vivir con alguien al que encadenamos a una determinada conducta, estaremos transfiriendo el control de nuestra propia paz a manos ajenas. Cada cual tiene el derecho y el deber de gestionarse su propia felicidad. Algo que nada tiene que ver con el aislamiento ni con ningún tipo de barrera. Para lograr dicho objetivo, conviene basarse en el propio trabajo interno y no en la evaluación de maneras de ser ajenas. Y si alguien cree que va a ser feliz en el momento en el que la otra persona haga o deje de hacer determinadas cosas, lo único que desgraciadamente hará, será manipular de forma soterrada y ansiosa. Conviene evitar pedir a nuestro amigo o amante un rasgo de amor que, en ese momento, no brote gratuito desde su alma. En los asuntos del corazón no es recomendable pedir migajas y menos todavía cuando pretendemos que dicha manifestación sea perpetua. No pida usted un beso, ni pida que le quieran. En todo caso, dé usted ese beso y ofrezca cálidamente un gran abrazo con alma. No pida que le admiren o manipule para que le prefieran. No pida el corazón porque dicha entrega es una acción pura y espontánea. Un acto que, si de pronto, se ve forzado por nuestras propias exigencias, no será más que “pan para hoy y hambre para mañana”. Conviene reorientar nuestra necesidad de tapar las carencias, comenzando por ofrecer todo aquello que uno para sí mismo desea. Cuando una persona, en sus primeros años de vida, ha sido “querida” y protegida bajo un patrón de manipulación y dependencia, lo más probable es que proyecte la misma película que anteriormente viviera. La manipulación funciona, a menudo, de forma inconsciente y resulta difícil darse cuenta de toda su gama de soterradas gentilezas. Son momentos en los que el manipulador despliega un abanico de resortes sutiles, pretendiendo adecuar el mundo a sus propias necesidades y carencias. Superar este enganche y relacionarse desde la libertad y la independencia, precisa observar las raíces de la propia manipulación y las formas subterráneas de pretender las cosas. Obsérvese qué es lo que hay tras las propias palabras y qué pretende uno realmente cuando habla. Pregúntese por qué se ha convertido la relación de amor en un estado de control y de riesgos ante la posible “pérdida”. Amar con amplitud es reconocer y respetar lo que pasa en lo más profundo de la mente propia y ajena. Atención a las “expectativas” acerca del ser amado. Conviene fluir en el presente y respetar la compleja realidad de las otras personas. Evitemos rodearlas de moldes ideales por los que, más pronto o más tarde, sentiremos que algo “nos defrauda”. Soltar y abrazar, dos fuerzas que, aunque parecen contrarias, conviene aprender a hacerlas compatibles e integradas. Si queremos amar con amplitud, convendrá graduarse en aceptación y flexibilidad, abrazando en el mismo kit lo que hay más allá de las memorias idealizadas. Recuerde que con el llamado “amor” no basta. Conviene aprender a formular serenamente nuestros deseos y objeciones, creando pactos y abriendo mutua consciencia.

















ACEPTACIÓN


Si tiene remedio, ¿por qué te quejas?

Si no lo tiene, ¿por qué te quejas?

Henry Ford


Hay una gran diferencia entre “desahogarse” y “quejarse”. Mientras que quien se desahoga vacía la tensión poniendo palabras a una situación dolorosa, la queja, por el contrario, niega el propio poder y se resiste a aceptar y a asumir la realidad que toca. Mientras que el desahogo se establece desde el compartir y el aceptar, la queja, sin embargo, se desenvuelve sin una visión de conjunto y en el seno de una infantil rabieta. La queja olvida la transitoriedad de todos los estados mentales y la constante fluidez de las ideas. Todo problema tiene solución como todo veneno su antídoto. Sin embargo, si la solución posible no es inmediata o si ésta, todavía no se deja ver porque tiene la puerta bloqueada, conviene aceptar la situación con urgencia de modo que la presión emocional no arrastre a todo el sistema, y el único escape que pueda vislumbrarse sea una estéril queja. La queja es regresiva porque paraliza la acción y bloquea el futuro. La queja señala que algo en la mente del que la padece, todavía no acepta la frustración producida por las expectativas previas. ¿De qué sirve quejarse? A nadie beneficia el canto mediocre de alguien que se autoniega. Todos sabemos que si el problema tiene remedio, lo que debemos hacer es actuar, y si no lo tiene, recordemos que la copla quejumbrosa ni resuelve ni mejora, en todo caso, ofusca y oscurece bloqueando las brisas del alma. ¿Acaso el hecho de recrearse en el victimismo alivia la frustración que produce lo que no salió como uno esperaba? Sentirse una víctima del destino, ¿acaso no es una opción interna? El famoso departamento histórico de “Reclamaciones y Quejas” debería replantearse y eliminar la última parte de la etiqueta. La reclamación como concepto es justa. La objeción es sana. Un plato quemado, una mercancía rota, un fallo del servicio, un aparato que no funciona. Son reclamaciones que sirven a un propósito y resultan útiles para el perfeccionamiento progresivo de las cosas. Pero, si junto a la reclamación acompañamos en el mismo kit, la música emocional de la queja, tan sólo conseguiremos canalizar la rabieta sin aportar nada nuevo ni crear un entorno grato en donde cada cual cumpla su cometido, sin culpabilidades soterradas y encubiertas. Una cosa es rogar al Universo para que brote la fuerza y con ella superar la propia carga, y otra muy distinta es pasar facturas de nuestras frustraciones y demandas no satisfechas. Aceptar la frustración es una competencia emocional que se logra mediante el cultivo del jardín interno y el logro de la madurez plena.
Tal vez alguna persona, en un día oscuro se pregunte, ¿”he elegido de alguna forma este destino”? Y, tal vez no haya respuesta. Sin embargo, las leyes de la mente afirman que todo lo que actualmente cada cual ha conseguido en los diversos órdenes de la existencia es lo que un día pensó que llegaría a ser y merecía. Lo que hoy rodea a nuestra vida es el resultado de nuestros sueños y creencias pasadas acerca de lo que un día seríamos capaces de lograr. Conviene pensar que, para cambiar la vida y vivir en la paz próspera, merece la pena olvidar la suerte y las bono-loterías. Mejor será cambiar nuestros pensamientos y sintonizar con el yo profundo. En realidad, una vez devenimos conscientes, resulta posible reinventar nuestra existen

INTELIGENCIA DEL ALMA
144 avenidas neuronales hacia el Yo Profundo
José María Doria


Los cuentos como instrumentos de sabiduria milenaria




"Los cuentos se han utilizado desde la antigüedad inmemorial, como portadores de conocimiento e instrumentos de comprensión".



Actualmente se están utilizando los cuentos dentro de la psicoterapia como un apoyo amable y muy maleable para acercar información y contenidos psicológicos al paciente en forma de vivencias en las cuales puede verse reflejado sin sentirse intimidado y encontrar también salidas paralelas a momentos o situaciones actuales que experimenta. Son en ese sentido catalizadores o puntos focales que a manera de espejos pueden reflejarnos y devolvernos una imagen de nuestra psiquis o de procesos actuales que se viven otorgándonos distancia y una perspectiva nueva y fresca donde mirarnos.

Siendo tan plásticos, un mismo cuento puede aplicarse a distintas situaciones y momentos y al tener un marco o contenido humorístico se quedan grabados fácilmente en nuestra memoria.

Una de las grandes ventajas de los cuentos es que penetran dentro de uno sin ofrecer mucha resistencia, debido a que su contenido no es considerado agresivo y así no son filtrados o no mucho por nuestros sistemas de filtros psicológicos que nos impiden en gran medida asimilar o absorber cosas nuevas, en gran parte como un mecanismo de defensa y autoprotección.

El cuento hace funcionar los dos hemisferios cerebrales de forma conjunta.

El método de enseñanza por historias, por su efectividad, es muy difundido y muchas tradiciones espirituales los vienen utilizando desde hace muchos siglos o milenios como un medio muy eficaz para contener y transmitir conocimiento y verdades profundas. En el evangelio, las de Jesús se llaman parábolas. Tan inspiradora es la Biblia, como el Talmud, el Baghavad Gita, las gatas de Zoroastro o el Corán, pero también puede serlo un cuento infantil, sobre todo si en él se encuentran ocultas y veladas verdades universales.

La tradición sufi es especialmente rica en historias. Las historias sufis siempre tienen por lo menos tres interpretaciones o niveles de enseñanza posibles. Algunas hasta siete; la primera interpretación generalmente es chistosa, razón por la cual son muy populares. Cuando recordamos una historia sufi, después de un tiempo, porque se aplica exactamente a un evento del presente, nos damos cuenta de su verdad y la comprendemos de manera profunda.

"El sufismo ha perfeccionado, entre otras técnicas, un método de enseñanza característico que es casi desconocido fuera de los límites de los iniciados en la vía. Este método, llamado Impresión Esquemática de Cuentos, está contenido en el uso especial que los Sufis hacen de la literatura oral o de otro tipo.

Los relatos Sufis, a pesar de que superficialmente parecen suministrar una moral o querer entretener, no son formas literarias como éstas suelen ser entendidas. Son literatura de forma accidental, material de enseñanza de forma primaria. Muchos de los poetas y escritores de Persia son Sufis declarados; y sus obras contienen esas dimensiones internas a las que me estoy refiriendo.

El cuento Sufi, así como ciertas citas Sufis de otro tipo, está destinado tanto a ser apreciado por gente cultivada como a suministrar información, instruir y establecer lo que se llama 'un marco para la recepción de la iluminación' en la mente del estudiante."

Este método, según la enseñanza Sufi, puede producir iluminación al individuo de acuerdo con su capacidad de comprensión.

Puede también formar parte esencial de los ejercicios de preparación de un estudiante.

El proceso exige ir más allá de la faz externa de un relato, sin inhibir la capacidad del estudiante para comprender y gozar de su humor u otras características exteriores."

Idries Shah en "Aprender a Aprender" Ed.Paidós Orientalia



Cuento zen para trabajar la confianza








PUEDE SER, PUEDE SER


En una lejana comarca allí donde el sol aparece cada mañana, vive Long Ching, un anciano de frágil cuerpecillo y larga barba blanca. Sus modales serenos y su palabra siempre cuidadosa y amable, hacen de él un hombre respetado por todos los que lo conocen, que incluso afirman que Long Ching fue en su juventud, iniciado en los misterios de la antigua sabiduría. Así que su prudencia y sobriedad es siempre objeto de admiración de todos los que lo conocen, incluido su propio y único hijo que con él vive.



Aquel día, los vecinos del poblado de Kariel se encontraban muy apenados. Durante la pasada tormenta, las yeguas de Long Ching había salido de sus corrales y escapado a las montañas, dejando al pobre anciano sin los medios habituales de subsistencia. El pueblo sentía una gran consternación por lo que no dejaban de desfilar por su honorable casa y decir repetitivamente a Long Ching:



"¡Qué desgracia! ¡Pobre Long Ching! ¡Maldita tormenta cayó sobre tu casa! ¡Qué mala suerte ha pasado por tu vida! Tu casa está perdida..."



Long Ching, amable sereno y atento, tan sólo decía una y otra vez:



"Puede ser, puede ser..."



Al poco, sucedió que el invierno comenzó a asomar sus vientos trayendo un fuerte frío a la región, y ¡Oh sorpresa! Las yeguas de Long Ching retornaron al calor de sus antiguos establos, pero en esta ocasión, preñadas y acompañadas de caballos salvajes encontrados en las montañas.



Con esta llegada, el ganado de Long Ching se había visto incrementado de manera inesperada.



Así que el pueblo, ante este acontecimiento y sintiendo un gran regocijo por el anciano, fue desfilando por su casa, tal y como era costumbre, para felicitarlo por su suerte y su destino.



"¡Qué buena suerte tienes anciano! ¡Benditas sean las yeguas que escaparon y aumentaron tu manada! La vida es hermosa contigo Long Ching..."

A lo que el sabio anciano tan solo contestaba una y otra vez:



"Puede ser, puede ser..."



Pasado un corto tiempo, los nuevos caballos iban siendo domesticados por el hijo de Long Ching que desde el amanecer hasta la puesta del sol no dejaba de preparar a sus animales para sus nuevas faenas. Podría decirse que la prosperidad y la alegría reinaban en aquella casa.



Una mañana como cualquier otra, sucedió que uno de los caballos derribó al joven hijo de Long Ching con tan mala fortuna que sus dos piernas se fracturaron en la caída. Como consecuencia, el único hijo del anciano quedaba impedido durante un largo tiempo para la faena diaria.



El pueblo quedó consternado por esta triste noticia por lo que uno a uno pasando por su casa, decía al anciano:



" ¡Qué desgraciado debes sentirte Long Ching!" le decían apesadumbrados. "¡Qué mala suerte, tu único hijo!" "¡Malditos caballos que han traído la desgracia a la casa de un hombre respetable!"



El anciano escuchaba sereno y tan sólo respondía una y otra vez:



"Puede ser, puede ser..."



Al poco, el verano caluroso fue pasando y cuando se divisaban las primeras brisas del otoño, una fuerte tensión política con el país vecino estalló en un conflicto armado. La guerra había sido declarada en la nación y todos los jóvenes disponibles eran enrolados en aquella negra aventura. Al poco de conocerse la noticia se presentó en el poblado de Kariel un grupo de emisarios gubernamentales con la misión de alistar para el frente a todos los jóvenes disponibles de la comarca. Al llegar a la casa de Long Ching y comprobar la lesión de su hijo, siguieron su camino y se olvidaron del muchacho que tenía todos los síntomas de tardar en recuperarse un largo tiempo.



Los vecinos de Kariel sintieron una gran alegría cuando supieron de la permanencia en el poblado del joven hijo de Long Ching. Así que, de nuevo, uno a uno fueron visitando al anciano para expresar la admiración que sentían ante su nueva suerte.



"¡Tienes una gran suerte querido Long Ching!", le decían. "¡Bendito accidente aquél que conserva la vida de tu hijo y lo mantiene a tu lado durante la escasez y la angustia de la guerra!" "¡Gran destino el tuyo que cuida de tu persona y de tu hacienda manteniendo al hijo en casa!" "¡Qué buena suerte Long Ching ha pasado por tu casa!". El anciano mirando con una lucecilla traviesa en sus pupilas tan sólo contestaba:



" Puede ser, puede ser..." 





Este cuento Zen, nos ilustra muy bien el hecho  de que no debemos emitir juicios ni  lamentarnos por lo que nos sucede en la vida; todo tiene una razón de ser. Es mejor fluir con las circunstancias, ya que lo que se presente es lo mejor que pudo suceder.






REFLEXIONES

¿Quién dijo que el Universo escribe recto con líneas torcidas?

¿Existe realmente algún acontecimiento “casual” en la vida?

Si para la Ciencia más vanguardista, los hechos han dejado de ser aislados y fortuitos porque todo el Universo conspira en cada instante a través de su “red de interrelaciones”, ¿cabe pensar en la casualidad? ¿no hay acaso una formidable Intención detrás de todo lo que sucede? Y tal Intención mayúscula, ¿no será acaso el Impulso Evolutivo que mueve el Universo desde el mismo Big Bang hacia su propia y trascendente autoconsciencia?

En realidad, el azar es el nombre que le damos a una ley todavía desconocida. Y sin duda, tal afirmación señala que todo está en todo y es a su vez causa de todo.

El hecho de aprender a leer entre líneas lo que cada hecho, por negativo que parezca, trae a la vida, y a su vez lograr intuir los cambios que con ello se avecinan, supone el Aprendizaje por excelencia.

Recuerda que no conseguir lo que quieres,

a veces significa un maravilloso golpe de suerte.

Anónimo

La evolución interior del alma humana se mueve con otros hilos distintos que los del mundo de las formas superficiales y externas. Los sucesos que vienen envueltos en frustración como, por ejemplo, el que no haya billetes para un viaje o bien que lleguemos tarde y “ya no se pueda”, tiene segundas lecturas para la “persona despierta”.

¿Quién no ha experimentado alguna vez un sabor agridulce ante el hecho de haber intuido la presencia de algo ajeno a su propia persona? ¿Quién no ha visto como cambiaban sus planes ante una“fuerza mayor”?

¡Atención a los momentos inesperados!

Allí se encuentra nuestra gran oportunidad!

Madre Teresa.

“Aprender a aprender” es, entre otras cosas, devenir capaz de intuir la intención del Universo en el sinuoso discurrir de los acontecimientos. Se trata de una intención que late oculta a la concepción de una lógica materialista, pero que se

revela lúcida cuando se abre la visión que entiende la vida como una aventura hacia un Destino Mayor por el que el Ser se realiza. Con esa clase de mirada interior se abre un camino de multiplicidad de experiencias que se intuyen como proceso dinámico y creativo de crecimiento personal y de expansión de consciencia.

Cuando los acontecimientos que “nos llegan”, sean del signo que sean, son percibidos como oportunidades de la vida, de pronto ésta tiene sentido hasta en sus más mínimos detalles.

En la vida no hay cosas que temer.

Sólo hay cosas que comprender.

Marie Curie

Y cuando sucede que los hechos que nos acontecen no satisfacen nuestros deseos, conviene recordar la sabiduría y ecuanimidad de un Long Ching que, lejos de activar el juego de la queja “¡Qué desgracia!” o bien al de la euforia “¡Qué gran suerte!”, prefiere observar y recrearse en un sabio y lúcido: “Puede ser, puede ser”.

Con el desarrollo de la capacidad de observación y desapego, no se evita la risa ni la lágrima, ni siquiera nos vemos encerrados en una aséptica barrera protectora mientras la vida pasa y no nos roza. Se trata más bien de subir y bajar con las olas del vivir, pero manteniendo interiormente despierto al Testigo como “punto de anclaje”. Un punto sólido e inamovible, desde el que observar las vueltas sutiles de la noria.

Las personas que han “aprendido a aprender” no pierden la perspectiva “global” de los acontecimientos aunque se vivan plenamente en la experiencia “local” de sus circunstancias e intereses personales. El que ve las cosas desde lo alto de la montaña no hace juicios rápidos ni valoraciones cerradas de los acontecimientos que vienen y van. El hecho de contemplar el sinuoso orden del devenir supone apostar por la salida del “infierno mental” al que uno se ve sometido cuando pierde la Visión y se implica en el juego de las “aversiones y fascinaciones” del camino.

¿Quién se atreve todavía a juzgar que su amigo, su hijo o su hermano, han hecho una locura al decidir tal o cual cosa? ¿es que no está demostrado que a la “vuelta de la esquina” uno ve otras cosas que no se veían desde nuestra estrecha y miope perspectiva?

La mejor manera de relacionarse con los demás es pensar en qué se les puede ayudar.

Genom

Tal vez, determinadas decisiones ajenas parezcan una locura para una mente que busque resultados puramente materiales. Sin embargo, de la misma forma que el cuerpo requiere de proteínas, los ámbitos más profundos del ser humano requieren

alimentos tales como el amor, el entusiasmo, la trascendencia, el significado de la vida, la realización del Ser...

Las etapas oscuras que atraviesa el alma humana en las que se busca alivio y claridad son víspera de grandes y satisfactorias aperturas. ¿Acaso el placer de un abrazo cálido no se valora más y se experimenta con mayor plenitud desde una previa experimentación del frío?

En este sentido, la “opción resumen” ante la vida se llama: Confianza.

La confianza es una elección consciente por la que uno convoca los recursos que el Universo dispone para el que los demanda. La confianza aflora como resultado de vivir el presente y supone el verdadero antivirus del miedo. Se trata de un remedio al sufrimiento, aplicable en cada curva del laberíntico camino de “vuelta a casa”, también llamado Camino del Despertar.

Cuando lleguen noticias ¡atención a los propios procesos mentales! ¡atención a las fascinaciones y los rechazos! La “observación sostenida” de la relatividad de tales vaivenes llevan a la persona al conocimiento de sí misma. En realidad, los hechos que suceden son neutros, por el contrario, son tan sólo las interpretaciones de los mismos las que determinan nuestra felicidad o nuestra desgracia.

La citada interpretación no sólo es un asunto de la propia responsabilidad, sino que además, su constante optimización contribuye a la construcción de una mente feliz, con el consiguiente beneficio que también esto significa para todos los que nos rodean.

Reflexiones extraídas del libro La inteligencia del Alma .J.M.Doria