Cómo rebatir pensamientos pesimistas


"Ni tus peores enemigos te pueden hacer tanto daño como tus propios pensamientos" (Buda); es una frase magnífica; por lo tanto hay que aprender a atacar los pensamientos malsanos, pues éstos son los que hacen que nos comportemos inadecuadamente y nos sintamos mal; es una habilidad que se aprende con la ayuda de un terapeuta.
Si adquirimos la habilidad de modificar los pensamientos irracionales o pesimistas (los que nos hacen sufrir innecesariamente) por pensamientos racionales, optimistas u objetivos, seguramente nuestras emociones y comportamiento serán más prácticos y felices; esta otra frase nos resume lo anterior: "El que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino" (Stephen Crane).
Cuando la mala suerte nos ataca, debemos tratar de dar la vuelta a la situación o pensar que siempre podría haber sido peor. El optimista no es aquél que no ve las dificultades, sino aquél que no se asusta ante ellas, ni se echa para atrás. Por eso podemos afirmar que las dificultades son ventajas, las dificultades maduran a las personas, las hacen crecer.
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Para aumentar el optimismo hay que detectar y rebatir los pensamientos pesimistas. Todos tenemos la habilidad de rebatir cuando alguien nos acusa, pero no la ponemos en práctica cuando nos reprochamos nosotros mismos. La clave es detectar los pensamientos pesimistas y luego tratarlos como si pertenecieran a otra persona, un enemigo cuya misión en la vida fuera hacernos desgraciados.
Cuando nos percatamos de que estamos teniendo un pensamiento pesimista, podemos aplicar el método ACCRR. A significa Adversidad, C creencias previas, C las consecuencias de esas creencias previas, R el rebatimiento de la creencia y R la revitalización que experimentamos al refutarlas con éxito.
Cuando se enfrente a un suceso adverso en su vida cotidiana, tome un papel y aplique el ACCRR: anote el suceso, sus ideas previas, las consecuencias de éstas, y proceda a rebatir sus creencias al respecto. Por último, compruebe la revitalización que experimenta cuando consigue oponerse a los pensamientos negativos.
Veámoslo con un ejemplo.

Método ACCRR

Adversidad. “Mi marido y yo salimos a cenar por primera vez desde el nacimiento de nuestro hijo y nos pasamos discutiendo por todo”.
Creencia previa. “Se supone que tenemos que disfrutar de una cena romántica y la desperdiciamos peleando por tonterías. En una revista leí que muchos matrimonios acaban luego del nacimiento del primer hijo. Parece que vamos en esa dirección”.
Consecuencias. “Sentí una profunda tristeza. Además me invadió el pánico”.
Rebatimiento. “Quizás esté siendo poco realista. Es difícil ser romántico cuando uno no ha dormido. Una mala cena no significa el divorcio. Hemos pasado por situaciones peores y acabó mejor nuestra relación. Tengo que dejar de leer esas revistas estúpidas. Necesito relajarme un poco y considerar esto como un primer intento positivo de experimentar romanticismo”.
Revitalización. “Empecé a sentirme mejor”.
Las creencias previas son creencias acerca de cómo deberían funcionar las cosas. Lo que nos decimos a nosotros mismos cuando nos enfrentamos a un acontecimiento adverso puede ser tan infundado como los desvaríos de un rival celoso. En estos casos nuestras reflexiones suelen ser distorsiones, hábitos negativos de pensamiento que tienen su origen en las experiencias desagradables del pasado: conflictos de la infancia, padres estrictos, un entrenador infantil demasiado crítico o los celos de una hermana mayor. Pero como ahora parecen provenir de nuestro propio pensamiento, sin duda deben ser ciertos. ¡Falso! No son más que prejuicios.
La base del rebatimiento es comprobar la veracidad de nuestras ideas previas.

Hay cuatro formas de rebatir

Evidencia. La forma más convincente de rebatir una idea negativa consiste en demostrar que realmente es incorrecta. Debemos preguntarnos: “¿Cuál es la prueba que apoya esta creencia?” Si sacó una nota baja y creyó que era “el peor de la clase“, remítase a los hechos. ¿Alguien obtuvo una nota inferior? En la mayoría de los casos la realidad estará a su favor.
Alternativas. Casi nada tiene una sola causa. La mayoría de los acontecimientos obedecen a varios motivos. Los pesimistas se centran en la peor de las causas, la más permanente y absoluta. Existen múltiples causas, así que, ¿por qué aferrarse a la más insidiosa? Analice todas las causas que pudieron contribuir al fracaso. Céntrese en las modificables (no haber estudiado lo suficiente), concretas (ese examen era más difícil de lo normal) y no personales (el profesor fue injusto). Gran parte del pensamiento pesimista consiste en aferrarse a la creencia más negativa sin basarse en la evidencia. Debemos aprender a desechar esa costumbre, habituándonos a generar pensamientos alternativos.
Implicaciones. La idea negativa que tiene de sí mismo quizá sea cierta. En esa situación hay que evitar el catastrofismo. Aunque la creencia sea cierta, pregúntese que implicaciones tiene. Una mala cena no tiene por qué ser sinónimo de divorcio. Pregúntese cuántas posibilidades existen de que ocurra lo peor. ¿Tres simples aprobados significan que nadie lo contratará jamás? ¿Una hamburguesa significa que está condenado para siempre a la obesidad? En este punto, vuelva a la primera técnica y repita la búsqueda de pruebas.
Utilidad. Cuando se salta el régimen y piensa “Soy un glotón sin remedio”, está buscando un pretexto para prescindir totalmente de la dieta. Pregúntese: “¿Qué beneficio me causará pensar de esta manera?”
Detalle todas las formas en que puede cambiar la situación. La esposa del ejemplo anterior decidió dejar de leer artículos de revistas sensacionalistas sobre el divorcio.

EL CORAZÓN TIENE CEREBRO.


 
 
 
 
 


Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.
Es intelig...
ente
Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir.
Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.

1. La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano del cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias.
Significa que el corazón puede influir en nuestra manera de pensar.
Puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones.

2. La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.

3. La comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

4. La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico. Y se ordena con las emociones positivas.
Sí. Y sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.
¿A qué conclusiones nos llevan estos descubrimientos?
El circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza. ¿No será este nuevo circuito un paso más en la evolución humana?
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa, de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos.
La otra es desordenada, con ondas incoherentes y aparece con las emociones negativas.
Sí, con el miedo, la ira o la desconfianza.
Pero hay más: las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente.
El cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.
Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.
Este es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas.
¿Y cómo puedo activar ese circuito?
Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje.
Es la práctica de pensamientos y emociones positivas.
En esencia, liberarse del espíritu de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo (avaricia) y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir millones de años.
¿Y cómo nos libramos de ellos?
Tomando la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. Debemos aprender a confiar en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior.
Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez.
Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer.

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Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia. Profesora en la Sorbona, Francia y luego fundó en Quebec el Instituto para el Desarrollo de la Persona. Es autora de El poder de elegir, La libertad de ser y El maestro del corazón. “El ser humano lleva consigo un potencial extraordinario de conciencia, inteligencia, sabiduría y amor; descubrimientos científicos recientes lo constatan”.


 
 
 
 

Los 10 tipos de Ego

Descubre cuál es el tuyo...
“Jamás perderás tu conexión, siempre y cuando te pares en la humildad de tu corazón y no en la soberbia de tu ego”, se lee en las enseñanzas de un maestro espiritual. 
El ego, una palabra tan usada pero que poco se conoce sobre su significado profundo, pues encierra potentes cualidades, algunas han sido cargadas negativamente, sobre todo cuando su presencia se hace insoportable y se cae en juego del yo-yo. 
Es que ego, en latín significa yo. 
En psicología se le llama la instancia psíquica a través de la cual la persona se reconoce como “yo” y es consciente de su propia “identidad”. 
Es decir, es la parte central de la conciencia que tiene la tarea de dar el sentido de “sí mismo”. Según reza en los libros, la actividad yoica organiza la actividad consciente que consta de pensamientos, recuerdos, percepciones y sentimientos conscientes. 
“Todo lo que te sucede se mide según tu ego”. 
La psicóloga Fernanda Glaser explica que el ego es uno de los componentes de la personalidad que permite conocer cuáles son las necesidades a satisfacer. “En el lenguaje coloquial se le nombra como exceso de autoestima y evoluciona con la edad”. 
Agrega que el “yo” se entiende como una instancia del aparato psíquico, que, según la teoría freudiana diferencia lo externo de lo interno, ayudando a conciliar el "ello" con el mundo exterior. En ese sentido, dice, es una función que se adapta tanto a situaciones externas como internas. 
“Cuando una persona tiene un ego exacerbado suele tener dificultad para conectarse intima y satisfactoriamente con los demás. En otras palabras, le cuesta entender un ego que no sea el suyo”, señala. 
Esto sucedería porque el “yo” o ego busca satisfacer sus propias necesidades y motivaciones, perdiendo de vista las del mundo exterior, lo que casi siempre puede afectar relaciones significativas como las de pareja, laborales y también las amistades, familiares. 
Ahora, ¿cómo se forma? 
Fernanda Glaser responde: “Generalmente se constituye a partir de la percepción que un otro tiene sobre mí, casi siempre empieza con la madre que es la que cumple la función de ‘espejo’ para el bebé en los primeros años”. 
El problema está cuando esa formación se produce de tal manera que el mismo sujeto se vuelve objeto de deseo y es lo que ocurre en las personalidades narcisistas que son producto de un desarrollo personal, “que en vez de desear a un otro, se desea a sí mismo y su yo se configura de acuerdo con la libido que circula en su propio imaginario y lo que él o ella piensa que los demás piensan de él o ella, pudiendo adquirir rasgos  paranoides, etc.” 
Agrega que, en general, los narcisistas son sujetos que pierden la proporción de su yo y éste pasa a ser el centro de la actividad psiquica de la persona. 
Su importancia y cuidados 
Entonces estar parado en el ego significará estar centrado en uno mismo, lo cual es un tanto perjudicial si consideramos que los seres humanos somos seres sociales y ser autorreferente todo el tiempo, agota. 
Aunque vivir sin ego también será perjudicial, pues es el que da sentido de identidad, organiza las ideas, experiencias y percepciones del mundo. 
Más aún, en la revista de filosofía “Nitiare” explican que el ego está compuesto por múltiples Yoes o Defectos Psicológicos “que son como auténticas personas en nuestro interior: piensan, sienten y actúan. Nuestras frustraciones nacen justamente cuando a uno o más de esos defectos psicológicos no se le cumplen dichos objetivos personales”. 
En ese sentido, aparece nuevamente el gran problema que acarrea el ego, que es el constante deseo que incita. Eso tiene su lado positivo porque moviliza y hace que la gente reaccione, pero su límite o negatividad está cuando acarrea sufrimiento. En palabras de Sigmund Freud, “el yo supone el primer paso del propio reconocimiento para experimentar alegría, castigo o culpabilidad”. 
¿Qué tipo de ego tengo?
Sin embargo, en un plano espiritual, el excesivo ego o la conciencia individual perjudicaría el crecimiento personal pues ni se entera que existe una conciencia universal. Algo así como “un tapón que impide la ascensión de la mente a los estados superconscientes”, afirma el investigador, Iván Durán Garlick, autor del libro “El Ego". Agrega que la mente de una persona con poca autoconciencia es un hotel cinco estrellas para el ego. Entonces, indica que para evolucionar es necesario conocer qué tipo de ego predomina en la personalidad y trabajarlo. 
Para adentrarse en ese conocimiento, invita a revisar estas categorías y enterarse en qué clasificación se encuentra. 
Ego SABELOTODO: Es aquel ego que siempre cree tener la razón, le gusta dar consejos sobre todo, siempre contesta aunque no sepa, cree tener respuesta para todo, no se puede quedar callado. 
Ego INSACIABLE: Es el ego “centro de mesa”, no le gusta pasar desapercibido, hace cualquier cosa para llamar la atención. 
Ego INTERRUPTOR: Su necesidad de autorreferencia es tan fuerte que interrumpe permanentemente, nunca deja que los otros terminen de hablar. 
Ego ENVIDIOSO: Es el que no soporta los triunfos y éxitos de otros. Degrada a los que cree que son mejores que él. 
Ego PRESTIGIOSO: Es el ego que busca aplausos, reconocimiento y admiración en todo lo que hace. Siempre quiere ser el mejor. Frecuentemente les dice a los demás: “te lo advertí”, “yo sabía”, “te lo dije, pero tú nunca me escuchas”, etc. 
Ego JINETE: Se monta de lo que dicen otros. Se aprovecha de los datos de los demás para su propio beneficio. Saca partido de lo que otros dicen para estructurar sus propias intervenciones. Es copión y usurpador. 
Ego SORDO: Nunca escucha, le gusta hablar sólo a él, habitualmente finge escuchar. 
Ego MANIPULADOR: Es aquel ego astuto que siempre se las arregla, ya sea tergiversando, acomodando, engañando, mintiendo o justificando para que las cosas resulten siempre a su favor. 
Ego ORGULLOSO: Es aquel ego competitivo, discutidor, que no le gusta perder. 
Ego PREMENTAL (silencioso): Es aquel ego que calladamente tiene un discurso paralelo, es criticón, hipócrita y enjuiciador.