El sonreír interior: Una práctica de alquimia taoísta


El sonreír interior es una práctica de alquimia taoísta. Se trata de evocar una verdadera sonrisa que uno puede ir dirigiendo a diferentes partes del cuerpo (órganos, músculos, glándulas, sistema nervioso, etc.). Esta sonrisa produce energía de alto nivel, es una energía afectuosa con un gran poder sanador. La finalidad del sonreír interno es movilizar y aumentar el qi (energía) para obtener salud, longevidad y alegría. También ayuda a combatir el estrés, de un modo más profundo y duradero que otras técnicas. Mantak Chia, Maestro taoísta, además plantea que, sonreír a los propios órganos hace que éstos se expandan, que se hagan más suaves y húmedos y, por tanto, más eficaces. Asimismo, el sonreír interior puede aumentar nuestra capacidad de atención y concentración, mejora nuestro potencial de aprendizaje al generar un mayor y mejor ánimo para aprender, incrementa la facultad de comunicación, multiplica nuestras capacidades e incrementa nuestra energía. Sirve además para tomar mayor consciencia del propio cuerpo, para expulsar las emociones negativas y disminuir el dolor y la enfermedad.
Si bien, la práctica del sonreír interior puede hacerse en cualquier momento o lugar, existen ciertas condiciones que pueden ser tomadas previamente para hacer de éste un ejercicio meditativo. Se puede elegir un lugar tranquilo y ojalá suficientemente ordenado, para que la energía pueda circular e idealmente se debe practicar con ropa cómoda que permita que mantengamos una temperatura adecuada.
La posición ideal para esta práctica es la misma que para la meditación, es decir, sentado/a en posición de loto o medio loto, o sobre el coxis sentado/a al borde de una silla, pero sin apoyar los genitales, porque son un centro de energía importante que no se debe bloquear. En caso de estar en una silla, las piernas deben estar separadas, ojalá una delante de la otra para tener la sensación de que estamos firmes y podemos ponernos de pie en el momento que sea necesario. Los pies tienen que estar bien apoyados en el suelo. Tanto si se está sentado/a en una silla o en un cojín, es importante mantener la espalda derecha, pero no rígida, manteniendo su curvatura normal. Los hombros levemente hacia atrás y relajados. Las manos pueden estar apoyadas sobre las piernas con las palmas hacia arriba o enlazadas a la altura del vientre. En cuanto a la respiración, ésta debe ser observada, desde un principio, hasta que pueda volverse suave, larga y tranquila, para entrar en un estado de mayor tranquilidad.Luego, se comienza a evocar la sonrisa interior. Primero es fundamental relajar la frente, luego se puede comenzar a recordar alguna situación, paisaje o cualquier cosa que pueda evocar esta sensación de alegría, de amor incondicional, de ternura, de cuidado. Una imagen que puede servir, es la de mirar un bebé, trayendo al propio rostro el semblante que acompañaría a esta acción. También puede llegarse a esto, sin la necesidad de acudir a recuerdos, sino simplemente intentando generar una sensación como la anteriormente descrita de manera espontánea. Resulta útil esbozar una leve sonrisa en el rostro, involucrando los ojos, para poder lograrlo.
Cuando ya se ha alcanzado esta sensación, es posible hacer fluir la energía de la sonrisa hacia el entrecejo, dejándola actuar en ese lugar, permitiendo que nuestro rostro se relaje. Posteriormente, se puede llevar la sonrisa hacia diferentes áreas del rostro y del cuerpo. Se puede recorrer el cuerpo, sonriendo a cada órgano, a cada glándula y tejido, deteniéndose en aquellos lugares que sentimos que se encuentran más tensos o con molestias. Siempre ocupándonos de que la calidad de nuestra sonrisa sea buena, plena de amor, compasión y ternura. Resulta positivo ir agradeciendo a cada órgano o porción de nuestro cuerpo, por la función que cumple, permitiéndole relajarse y mostrar su verdadera naturaleza, es decir, sus cualidades cuando se encuentra en estado de equilibrio.
El orden del recorrido puede ser variable, de acuerdo a lo que uno vaya sintiendo. Se puede practicar el sonreír interior en un área específica del cuerpo si así se desea o se requiere, o puede hacerse un recorrido por todo el cuerpo. Una forma de hacerlo es, por ejemplo, pasando primero por la zona anterior, luego por la línea media y finalmente por la zona posterior del cuerpo.
Cuando se termina el recorrido, es importante sonreír a nuestro cuerpo en toda su longitud, con mucho amor y cuidado hacia uno mismo, dejando que la sonrisa fluya de arriba hacia abajo, como una cascada.

Antes de finalizar la práctica, es bueno almacenar la energía proveniente de la sonrisa en Dan Tien, un punto que se encuentra bajo el ombligo, porque esta zona puede manejar de manera sana la energía generada por este ejercicio, evitándose los posibles efectos negativos de la meditación por un exceso de energía en la cabeza o en el corazón. Es posible también mover la energía con la mente en un espiral las veces que se considere necesario. Así la energía del sonreír interior queda almacenada en el ombligo, disponible para cualquier parte del cuerpo cuando se necesite.

“¿Es mejor casarse o permanecer soltero?”





Entrevista a Joan Garriga.Psicoterapeuta Gestaltico

Tengo 55 años. Nací en Bellpuig (Lleida) y vivo en Barcelona. Soy psicólogo. Tengo dos hijos, Aram (33) y Tomàs (17) de dos matrimonios. . . que acabaron en divorcio. ¿Política? ¡Espiritualidad al poder! ¿Creencias? “Dios es más que yo mismo”, como decía san Agustín

El buen amor

“Yo soy yo y tú eres tú. No estoy en el mundo para colmar tus expectativas, ni tú estás en el mundo para colmar las mías. Yo estoy para ser yo mismo y vivir mi vida, tú estás para ser tú mismo y vivir tu vida. Si nos encontramos, ¡será hermoso! Si no nos encontramos, nada habrá que hacer”. Es el pensamiento de Fritz Perls -creador de la terapia Gestalt- al respecto de la relación amorosa de pareja, que Joan Garriga ha aplicado a miles de parejas desde que cofundó hace 26 años el Institut Gestalt (www.institutgestalt.com) de Barcelona, especializado en gestalt, PNL y Constelaciones Familiares. Garriga ha resumido su experiencia en El buen amor en la pareja (Destino).

Necesitamos pareja?

Anhelamos un vínculo que nos reporte pertenencia, intimidad, sexualidad y crecimiento.¿Y la pareja nos lo da?

Sí, pero hoy queremos que la pareja sirva al yo…, y eso lo complica todo.

¿Puedo ser feliz sin pareja?

Sí: conozco a un monje feliz, sin sexo, pero con pertenencia, intimidad y crecimiento.

¿Y usted?

Me casé, me divorcié. Volví a casarme, aposté fuerte…, y volví a divorciarme. Luego tuve una pareja muy amorosa con la que no convivía… ¡y fue mi mejor relación!

¿Y qué sucedió?


Que a los siete años, ella quiso un hijo conmigo…, y yo no: motivo de ruptura segura.

¿Y hoy, qué tal anda?

Tengo amor, aunque sin vivir en pareja.

¿Mejor solo que mal acompañado?
Sí…, ¡pero casi todo el mundo prefiere mal acompañado! Solemos preferir algún vínculo…, ¡aunque sea de mal amor!

¿Qué hacer para tener buen amor?

Hay cuatro etapas. Primera, enamoramiento: “Me mueves mucho…, pero te veo poco”. Segunda, relación: “Ya te veo mejor, ¡y aun así te elijo para caminar juntos!”.

Tercera.

Compromiso: “Estamos creando algo más importante que nuestras familias de origen y parejas anteriores”.

¿Y cuarta?

Entrega: “¡Te quiero a ti y a lo que a ti te dirige!”. Este es ya un amor muy desarrollado…

¿Por qué?

Es el deseo espontáneo de que el otro sea feliz. ¡Eres feliz en la plenitud del otro!

Palabras mayores, ¿no?

¡Sí! Entre tanto, importa que sepamos esto: nadie, ¡nadie!, puede hacerte feliz. Y que nadie, ¡nadie!, puede hacerte infeliz.

¿Entonces…?

Tu felicidad sólo depende de tu conexión íntima con tu ser interior.

¿Y de qué depende esa conexión?

De estar en paz con tus figuras paternas y familiares para no cargar con nudos… que luego pretenderás ventilar en la pareja.

¿Eso pasa?

Una pareja no son dos personas: son dos sistemas familiares que se encuentran.

¿Qué coste y beneficio tiene la pareja?

“¿Es mejor casarse o permanecer soltero?”, le preguntaron a Sócrates, que respondió: “Cásate. Si te va bien, serás un poco feliz. Y si te va mal…, ¡serás filósofo!”.

Deme algún ejemplo de mal amor.

“Sin ti no podría vivir”, le decimos a nuestra pareja, como si fuésemos niños. ¡Mal amor! Buen amor: “Sin ti también me iría bien”…

Ah.

… pero como adulto, elijo estar contigo. “Te quiero por ti mismo”, decimos, ¡y no es bueno!: el buen amor consiste en “te quiero… a pesar de ti mismo”, es decir, el buen amor acepta la sombras del otro, acoge y lima las asperezas de los egos que se encuentran.

Siga, siga…


“Quiero pareja”: ¡mal amor! Abandona la demanda… ¡actúa!: “Mejor me preparo para ser pareja”. Encuentra tu modo de ser buen compañero…, y lo demás ya vendrá solo.

¿Algo muy intenso y emocional?

¡No! Esas turbulencias empobrecen y desvitalizan, responden a heridas infantiles y viejos anhelos no colmados. ¡Lo enriquecedor es que la relación fluya con facilidad!

Toda pareja es una relación de poder.

¡No! Es cooperar, es que uno y uno sean más que dos. Mal amor: “Te lo doy todo”.

¿Por qué?

Dar mucho puede originar en el otro un sentimiento de deuda, y empequeñecerlo. Ya no hay igualdad. ¡Da lo que el otro pueda devolver sin que tenga que perder la dignidad!

¿Y si una parte pide: “Dame más”?

Puede que esté anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda: le des lo que le des, ¡será siempre insuficiente!

Otro ejemplo de mal amor.

Poner a tus padres o a tus hijos por delante de tu pareja. El buen amor es: “¡Primero nosotros!, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común”.

Otro ejemplo de buen amor.

Reír y llorar juntos ante cualquier adversidad: muertes, abortos, ruinas…

Qué difícil que la pareja dure, ¿no?

Pues que dure lo que dure: entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de su eventual final.

¿Cuánto dura de promedio una pareja?

Podemos esperar entre tres y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida…, ¡con el consiguiente estrés emocional! Cada final nos enseña el dolor y el desapego…, para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.

Regale un último consejo para fomentar el buen amor en una pareja.

No deis por hecho que conocéis a vuestra pareja. Miradla cada día de nuevo como si fuera nueva, y veréis lo que no veíais. Nos relacionamos con la imagen que nos hemos hecho del otro, pero… ¿es el otro así hoy?

Conclusión amorosa.

Lo dicho: solemos reclamar al otro: “Hazme feliz”, pero el buen amor consiste en sentir el deseo espontáneo de que el otro sea feliz.




Fuente:La contra . La vanguardia .


SÉ TÚ EL CAMBIO QUE QUIERES VER EN EL MUNDO...¿Qué es el Efecto Mariposa?



Se ha comprobado científicamente que pequeñas modificaciones en un aspecto o nivel de un  sistema complejo pueden ocasionar grandes cambios a otro nivel.

Por ello la frase “Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York”.

Esto puede verse en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer la ola y, de repente, toda la gente en  el estadio “se contagia”  y surge una  inmensa ola.

Es el Efecto Mariposa …un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones.La historia de la humanidad está regada por efectos mariposa

El efecto mariposa es un concepto que hace referencia en la noción del tiempo a las condiciones iniciales dentro del marco de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en ciertas formas completamente diferentes. Sucediendo así que, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo de tiempo.
Diagrama de la trayectoria del sistema de Lorenz para los valores r = 28, σ = 10, b = 8/3.

Su nombre proviene de las frases: "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino) o "el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo" así como también "El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo".

Este nombre también fue acuñado a partir del resultado obtenido por el meteorólogo y matemático Edward Lorenz al intentar hacer una predicción del clima atmosférico.

En una determinada ocasión quiso volver a echar un vistazo a una simulación que ya había hecho llevándola más lejos en el tiempo. En vez de comenzar desde el principio y esperar a que el ordenador llegara al intervalo que le interesaba, introdujo por el teclado los valores que ya tenía apuntados en el papel. Dejó la máquina trabajando y se fue a tomar un café. Después de una hora, la máquina había simulado dos meses de predicción atmosférica. Y sucedió lo inesperado. Había valores de los días que había simulado anteriormente que no coincidían con los que había calculado esta vez.

El clima atmosférico se describe por 3 ecuaciones diferenciales bien definidas. Siendo así, conociendo las condiciones iniciales se podría conocer la predicción del clima en el futuro. Sin embargo, al ser éste un sistema caótico, y no poder conocer nunca con exactitud los parámetros que fijan las condiciones iniciales (en cualquier sistema de medición, por definición, siempre se comete un error, por pequeño que éste sea) hace que aunque se conozca el modelo, éste diverja de la realidad pasado un cierto tiempo

Koffi Annan, secretario general de la ONU en 2006, pronunció en su discurso al recibir el premio Nobel de la paz unas palabras haciendo referencia al fenómeno del efecto mariposa:

    “El segundo argumento de esperanza reside en el así llamado efecto mariposa. Él es una derivación de la física cuántica que nos enseña: todo tiene que ver con todo y somos todos inter- retro-dependientes. Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa corriente de energía y de vida y cuenta mucho. El efecto mariposa representa una concreción de este principio. Fue identificado en 1960 por los que hacen previsiones meteorológicas. En ese campo como en otros funcionan sistemas caóticos, quiere decir, sistemas en los cuales domina la imprevisibilidad. Como un todo, tales sistemas también están sometidos a leyes matemáticas factibles de descripción; mas su comportamiento concreto no puede ser previsto. Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Entonces se dice: “Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York”. O como en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer la ola y, de repente, todo el estadio es contaminado y surge una inconmensurable ola. Es el efecto mariposa: un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones”.

Es posible que Koffi Annan en su discurso quiera subrayar la importancia del hecho de no conformarse. El pequeño gesto de cada uno sirve. El efecto mariposa, por lo tanto, no tendría sólo una interpretación física.

Y así es como en QAH consideramos que el concepto de aprender va más allá y es por eso que el pequeño gesto de cada uno aportando conocimientos sirve para formar y despertar inquietudes y que este gesto llegue a muchas más personas y a su vez que se interesen por formar parte del proyecto.

Es por esto que el efecto mariposa podemos aplicarlo a tantos aspectos de la vida, incluso a QAH, en el que seríamos las mariposas que baten sus alas, llevando lo que tú conoces a los demás.

 

Liberarnos de la culpa y el resentimiento


Cargar las piedras

    Hu-Ssong propuso a sus discípulos el siguiente relato:
    - "Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?"
    - "Que es un necio", respondió uno de los discípulos. "¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba?"
    Dijo Hu-Ssong:
    - "Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos. Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro."
Evidentemente como señala el relato la culpa o el resentir no son más que dos grandes piedras que cargamos porque en realidad  no queremos soltarlas... nos identificamos con ellas , con ese personaje interno que resulto herido según sus creencias , su filtro de la readlidad ...  como prisioneros de esos mecanismos de rechazos y proyecciones no es posible la paz ...Abrazar lo que somos , abrazar lo que hicimos .. nuestra oscuridad , nuestra inconsciencia es al final el único camino para la liberación y la consecución de la felicidad , Una felicidad que tiene que ver más con la paz interior y la sensación de haber representado el papel que en cada momento nos tocaba representar .

Soraya Founty . Psicóloga y Terapeuta Integral .

Boomeritis:El narcisismo incrustado en la generación que quiso salvar el mundo



Boomeritis es el título del último libro de Ken Wilber. El autor ha querido darle al texto la forma de una novela. Es la primera novela de Wilber, aunque no el único libro en el que adopta formatos diferentes al ensayo. “Gracia y coraje” fue su primera incursión en géneros literarios más personales. El “Diario”, pese a su carácter ensayístico, fue una excelente ocasión para volver a acercarnos a un discurso más biográfico. Boomeritis, que estaba destinado a ser una crítica del postmodernismo y su influencia en la vida académica, acabó adoptando este curioso formato. Al parecer, el texto académico resultaba excesivamente aburrido. Según el propio Wilber era un texto crítico y negativo que no aportaba puntos de salida, por lo que decidió reconvertirlo en una novela que escenificase los problemas que la mala comprensión del postmodernismo está provocando entre los miembros de la sociedad.

DINAMICA ESPIRAL
La Primera Parte del libro está consagrada a introducir al lector en el punto de vista integral. Para ello utiliza “Dinámica Espiral”, que es una elaboración del “sistema de valores” propuesto por Clare W. Graves (1914-1986), presentado en 1996 por Don Beck y Christopher Cowan en el libro “Spiral Dynamics: Mastering, Values, Leadership & Change” (1996). En 2002, el acercamiento entre Beck y Wilber propició una rápida expansión del modelo y su reconversión teórica como SDi (Dinámica Espiral Integral), pasando a considerarse una herramienta del Instituto Integral.
Wilber ya ha presentado en otros de sus libros la “Dinámica Espiral” y no vamos a exponer aquí el sofisticado y práctico sistema de análisis socio-cultural puesto a punto por Beck y Cowan. Valga como introducción una frase de Graves: “El psiquismo del ser humano atraviesa un proceso de desarrollo emergente y espiralado que se ve jalonado por la progresiva subordinación de las conductas más rudimentarias e infraordenadas a nuevas conductas supraordenadas, al tiempo que van transformándose los problemas existenciales que le aquejan. Cada uno de los estadios, olas o niveles de la existencia sucesivos constituye así un estado que la persona atraviesa en su camino hacia otros estados del ser. Cuando el ser humano se halla centrado en un determinado estado de la existencia, es decir, cuando el centro de gravedad del yo gira en torno a un determinado nivel de conciencia, todo su mundo psicológico, es decir, sus sentimientos, motivaciones, ética, valores, sistema de creencias, visión acerca de la salud y de la enfermedad mental, así como el modo más adecuado de tratarla, sus concepciones y preferencias en torno a la gestión empresarial, la educación, la economía y la política, asume también el aspecto de ese estado.”
(C. Graves:”Sumary Statement: The Emergent, Cyclical, Double-helix Model of the Adult Human Biopsychosocial Systems”, Boston, 1981)
La Dinámica Espiral se presenta, por tanto, como una descripción topográfica en ocho niveles de la evolución de las mentalidades (beige, púrpura, rojo, azul, naranja, verde, amarillo, turquesa). No es tanto una tipología, que clasifica por cualidades, sino una topografía, que ordena profundidades. No es algo mecánico sino un diagrama de flujos de pensamiento y sistemas de valores que avanzan por oleadas que chocan y se confunden en el proceso de ser y vivir en el mundo.
Como ya hemos dicho, la Dinámica Espiral se ha convertido en una herramienta integral. La principal aportación del punto de vista integral wilberiano a la espiral es el famoso AQ/AL (todos los cuadrantes todos los niveles). De hecho, Wilber ha reconocido que en Boomeritis se presenta la espiral como un simple modelo escalera (Wilber II) porque una novela “no puede llevar más peso”. SDi es, en la actualidad, una adaptación 4Q/8L que está siendo utilizada en diferentes grupos humanos: grupos religiosos, sistemas escolares, industrias de todo tipo, etc.
La ventaja de un modelo como SDi reside en la posibilidad que se le ofrece al lector de ver el mundo desde una atalaya. Aunque sólo sea desde un punto de vista intelectual el lector puede observar y comprender las dinámicas y conflictos que le habitan y le rodean. Comprender la espiral no da acceso directo a la conciencia de segundo grado amarilla. Seguiremos actuando, según las circunstancias y las necesidades, desde cualquiera de los niveles, pero, si somos honestos y nuestro funcionamiento cognitivo no está muy dañado, tendremos una herramienta de enorme valor para comprender nuestra situación y la del mundo en que vivimos.

BOOMERITIS
Con la mayoría de la población en azul (40%), la mayor parte del poder en naranja (50%) y la tendencia creciente a la visibilidad social del verde, los problemas evolutivos se centran en las dificultades en el avance del meme verde y las crisis de transformación de miembros y colectivos de azul y naranja. Dado que todas las perspectivas de primer grado (desde beige a verde) son incapaces de reconocerse entre sí, los problemas fundamentales vienen dados por la incomprensión de los aspectos negativos que necesariamente acompañan cada una de las posiciones. En concreto, la defensa enconada que cada uno de los memes de primer grado establece frente a los otros, como si fueran posiciones alternativas en vez de responder a una lógica jerárquica puede ser una de las causas de la mayoría de las guerras y marginaciones del mundo contemporáneo. Pues bien, Wilber dedica la segunda parte del libro a exponer los argumentos de lo que considera el principal problema actual de la espiral, Boomeritis.
Dejemos que sea el propio Wilber el que defina Boomeritis: “Boomeritis es una versión patológica del meme verde, en concreto, el verde infectado con el rojo. Es decir, la ola principal de desarrollo después de la egoico-racional (o naranja) es la postformal y pluralista (verde). Los muchos aspectos positivos de verde incluyen multiculturalismo, movimientos a favor de la diversidad, conocimiento ecológico, y derechos civiles, contribuciones extraordinariamente positivas. Pero, cada ola de desarrollo tiene su lado negativo o sombra. El lado positivo de verde es su esfuerzo por tratar todos los puntos de vista justamente, y no marginar o excluir ninguno de ellos. El lado negativo es un pluralismo de tierra chata que empieza diciendo que todas las perspectivas deben tratarse con justicia y acaba diciendo que todas las perspectivas deben tratarse igual. Este pluralismo de tierra chata borra toda profundidad, nada es más profundo, superior, más ancho, más íntegro, más compasivo, más afectuoso, o más amoroso. Todo es meramente lo mismo, en las superficies monocromáticas de la tierra chata postmodernista. El ambiente del postmodernismo es, por consiguiente, la ironía interminable. Al decir una cosa, se quiere decir otra, pero bajo ninguna circunstancia se puede albergar una convicción” (Entrevista de Shambhala a Ken Wilber en el momento de la publicación de Boomeritis).
Los Boomers introdujeron este pluralismo chato o plano, pero las generaciones más jovenes-los Holgazanes-X y los Milenarios-Y-crecieron bajo su influencia. Los X (nacidos entre 1960-80) lo manejaron adoptando una actitud más desganada que los Boomer. Al fin y al cabo, si no vale la pena creer en nada, entonces ¿por qué trabajar para algo? Y los Y (nacidos entre 1980 y 2000) tienden a no asumir ningún punto de vista. El comentario que más a menudo se oye actualmente a profesores de universidad es que es imposible conseguir que estos chavales se involucren en ninguna discusión sobre los méritos de un punto de vista particular, porque se supone que todo los puntos de vista son lo mismo. Lo irónico del caso es que esos mismos profesores (Boomers) son los que enseñaron el pluralismo chato para impulsar la agenda izquierdista y acabar con la opresión social--que es enorme. Pero, ese pluralismo no es la manera de acabar con la opresión, sino de consolidarla, porque la noción de que todas las perspectivas son iguales hace que sea imposible criticar cuestiones sociales (por muy injustas que sean), porque se supone que ninguna perspectiva es superior a otra. En lugar de producir una generación de activistas políticos, los Boomers produjeron una generación de inactivos sociales, que carecen de cualquier clase de sentido crítico respecto a cómo llevar adelante una agenda verdaderamente progresista --porque eso implicaría elaborar una serie de juicios y de jerarquías de valores y de perspectivas--que es lo que el pluralismo chato impide.
Si tuviésemos que definir Boomeritis en términos psicológicos podríamos decir que se trata de un punto de vista cultural postmoderno que implica un elevado desarrollo cognitivo insertado en una estructura emocional pobremente desarrollada. En otras palabras, el meme verde hace una regresión al rojo como única manera de defenderse frente al meme azul y al meme naranja. El rojo, recordémoslo, es un punto de vista fuertemente individualista y etnocéntrico. El verde, a falta de mejores razones, defiende su “libertad individual” de lo que considera autoritario o jerárquico (azul y naranja) mediante una actitud típicamente roja, impulsiva y narcisista, que se resume en ¡A mí nadie me dice lo que tengo que hacer!.
De alguna manera, los verdes pretenden hacer valer su punto de vista, igualitarista, pluralista tolerante y mundicéntrico recurriendo al poder (rojo), lo que les hace muy poco creíbles. Es una estrategia que ya hemos visto en otros movimientos “liberadores” o “vanguardistas” a lo largo de la historia. Conquistemos el poder e impongamos nuestras ideas que son las únicas que pueden salvar el mundo. Esta actitud representa muy bien la contradicción inconsciente del postmodernismo mal metabolizado que dice: “Todas las verdades son relativas menos esta”. Algo así como, todos los puntos de vista son igualmente respetables, no hay un punto de vista mejor que otro, por lo que no queda más remedio que ser fuerte y poderoso para que mi punto de vista destaque sobre los demás. En definitiva, sólo queda la guerra como única manera de dirimir las diferencias y establecer un orden.

NARCISISMO
La cuestión que me parece más relevante del texto es que la inmadurez emocional, en forma de narcisismo, es la causa de ese enorme bloqueo que impide que la generación que a dado el paso hacia la comunidad mundicéntrica y el respeto universal encuentre la salida hacia la conciencia de segundo grado y, en consecuencia, hacia la paz mundial.
La asignatura pendiente parece ser por tanto la salud emocional. Mientras la humanidad se sigue gastando ingentes cantidades de dinero en ofrecer una educación tecnológica que se supone va a hacernos mucho más felices, la felicidad, que es un “telos” emocional, sigue sin ocupar ningún espacio entre los programas educativos y las reivindicaciones político-sociales. En todo caso, la felicidad se relaciona con lo único que alcanza a ver el “mundo chato”: la riqueza en vez de la sabiduría, la fama en vez de la dignidad, el éxito en vez del respeto a uno mismo, la imagen en vez de la autenticidad, la juventud en vez de la madurez, la limosna en vez de la compasión, la descarga sexual en vez de la relación afectiva, etc, etc, etc. Todo ello apunta a un tipo de sociedad narcisista con muchas dificultades para reconocer al prójimo, más interesada en el nivel de vida que en la calidad de vida y poco dispuesta a limitar su nivel de confort material aunque ello ponga en peligro el equilibrio de la Biosfera. Estas características reflejan la mentalidad de las sociedades económicamente desarrolladas que, en principio, son la vanguardia de la humanidad. Los habitantes de este tipo de sociedades deberíamos de saber que la satisfacción de las necesidades primarias: techo, vestido, alimentos, salud fisiológica, cultura, es condición “sine qua non” para el desarrollo del respeto humano y la armonía emocional. O sea, que el narcisismo es función tanto de factores de la personalidad humana como de fuerzas culturales.
El narcisismo, más allá de su definición de diccionario, es psicoanalíticamente hablando, una etapa del desarrollo libidinal, de la constitución del yo y de la dinámica de relaciones de este con los objetos. Aunque el término ha hecho un importante recorrido por la literatura psicoanalítica que ha influenciado notablemente su recepción por la psicología, no es un concepto unívoco sino que abarca un campo semántico que se extiende desde la normalidad hasta la patología. Hablamos de narcisismo para referirnos a (1) un yo de límites borrosos, para (2) señalar las vicisitudes del sentimiento de autoestima, para (3) nombrar la defensa que impide el contacto con el Otro, la percepción de la alteridad, y para (4) indicar lo que ocurre cuando un exceso de sufrimiento acaba aboliendo una función psíquica, como cuando castigamos o despreciamos a un niño siempre que pregunta hasta aniquilar su apetito de saber, su curiosidad. El conflicto básico de la personalidad narcisista, al igual que el de la cultura narcisista, es la acción sin sentimiento.
El modelo cultural y sus “encarnaciones” individuales dan como resultado personalidades con bastante éxito en el trabajo que se quejan de carencia de respuesta afectiva. Esta descripción permite visualizar una brecha entre el desempeño de esas personalidades en el ámbito exterior y sus sentimientos internos. Esa escisión entre lo de dentro y lo de fuera es algo más que inhibición neurótica. Si llamamos locura a la falta de contacto con la realidad, la personalidad narcisista tiene bastante de locura puesto que está desconectada del cuerpo y las emociones que son su realidad vital y vive, al mismo tiempo, en un alto grado de ensimismamiento o solipsismo.
El sufrimiento de los narcisistas no está determinado, como en las antiguas neurosis, por la culpa, la ansiedad, la fobia o la obsesión. Las personas se quejan de depresión, de vacío interno, de frustración y falta de realización.
Las personalidades narcisistas viven una ambición intensa y fantasías grandiosas al mismo tiempo que profundos sentimientos de inadecuación y dependencia de la admiración y el aplauso externos. Otto Kernberg destaca, además, la incertidumbre e insatisfacción crónicas respecto de sí mismos y la explotación y crueldad, consciente o inconsciente, con los demás. Este autor afirma que los narcisistas no pueden distinguir entre la imagen de lo que creen ser y la imagen de lo que realmente son. En vez de la imagen real de sí mismos que les resulta intolerablemente mediocre, se identifican con una imagen resultado de la fusión del yo ideal, el objeto ideal y las imágenes reales, lo que limita su percepción de sí mismos a una imagen idealizada.
Tan importante en este caso es que sea imagen como que sea idealizada. Es decir, el ente corpóreo se proyecta en la mente como una imagen que se adorna con todo lo que le gustaría ser y tener. El cuerpo y las emociones sólo son escuchadas si refuerzan esa imagen mientras que son rechazadas si la ponen en cuestión. Se vive el cuerpo y las emociones como instrumentos al servicio de la imagen grandiosa de sí mismos. Dado que el yo es algo más que una imagen, es un cuerpo físico animado por sentimientos y capacidades cognitivas, el conflicto básico de la personalidad narcisista es la discrepancia entre la imagen idealizada (ego) y el yo (unidad organísmica animada). Esa discrepancia es mínima en el caso del fálico-narcisista, más próximo de la normalidad neurótica, y va aumentando en el carácter narcisista, la personalidad limítrofe, la psicopática y la paranoide. En definitiva, el narcisismo adopta la forma de una gama con diferentes grados de pérdida o reducción del yo.
Como es sabido, a partir de mediados del siglo XX un grupo cada vez más amplio de psicoanalistas, especialmente anglosajones, comenzó a elaborar reformulaciones de la teoría freudiana que ponían en cuestión la teoría de los instintos, base del psicoanálisis ortodoxo. Entre ellos, Heinz Kohut, propuso una teoría del narcisismo en la que afirmaba que las cuestiones fundamentales del desarrollo y la patología no dependen tanto de los conflictos entre deseos instintivos (ello versus superyó) sino del desarrollo de un sí-mismo integrado y coherente que proporciona un claro sentido de identidad, con capacidad de expresar sus talentos y aspiraciones mediante intereses, valores y metas, y con capacidad de relación. Para Kohut, el desarrollo no es una cuestión de dejar atrás el narcisismo sino de llevarlo a formas más maduras.
El narcisismo se ha ido convirtiendo así en un factor del desarrollo de la conciencia individual cuasi independiente. Podríamos decir que la capacidad de amar del individuo va evolucionando del amor de sí mismo al amor de los objetos. El desarrollo de un ser humano en relación requeriría de un sentimiento de autocomprensión, más o menos necesitado del refuerzo externo, y de una tendencia hacia los objetos que exigiría para su realización de capacidad de confianza e intimidad. En este sentido puede ser de gran utilidad la aportación de la teórica feminista Carol Gilligan para quien el proceso de desarrollo individual y colectivo supone una expansión de la conciencia que implica la correlativa disminución del narcisismo. Gilligan propone que el desarrollo moral femenino pasa por tres etapas: egoísta, respeto a los míos y respeto universal, que en términos de Wilber serían: egocéntrico, etnocéntrico y mundicéntrico. Pues bien, el problema de Boomeritis es que pretende convencer al resto de su punto de vista verde-mundicéntrico, usando una estrategia roja-etnocéntrica.
Resulta irónico que un punto de vista tan sofisticado como el verde acabe recurriendo a impulsos tan poco profundos como el rojo. Fueron las mismas cualidades que lo elevaron por encima del “mal meme naranja” (la gran patología del planeta desde hace tres siglos), las que han acabado por convertir al mal meme verde en el principal problema evolutivo actual. Aunque verde tiene entre sus cruciales aportaciones su énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas, su exageración ha tenido consecuencias nefastas que Wilber analiza en la segunda parte del libro y que centra en torno a cuatro grandes cuestiones: la ecología, el feminismo, la espiritualidad y el postmodernismo.

POSTMODERNISMO
El Postmodernismo aportó verdades importantes para el desarrollo de la espiral: 1.- El Construccionismo, para el que nuestra percepción del mundo es, en parte, construida. 2.- El Contextualismo, según el cual, el significado depende del contexto. 3.- El Pluralismo que pretende no privilegiar ni marginar ningún contexto ni interpretación . Estas nobles verdades han sido desvirtuadas por el extremismo postmoderno que las ha convertido en: 1.- Todas las verdades son construidas y yo me construyo la mía. 2.- No hay verdades más universales que otras, por tanto la mía tiene el mismo valor que cualquier otra. 3.- No privilegiar ni marginar se convierte en una defensa a ultranza de la diferencia. Esta mala comprensión provoca un relativismo extremo que conduce al nihilismo, la falta de jerarquía conceptual y la desorientación intelectual.
El fenómeno es parcialmente inconsciente y consecuencia de un tipo de razonamiento unidimensionalmente crítico cuya intención es sentirse especial, diferente (narcisismo). Esta cita de la revista “The Sciences” citada por Wilber en el Diario expone acertadamente este desatino del pensamiento: “Uno parte de la convicción de que pertenecer a un grupo le proporciona una experiencia que le une a los demás miembros del mismo (aun cuando no los conozca) a la vez que le aleja de las personas que no pertenecen a él (por más amigos íntimos o parientes que sean)
Luego asume que sus esfuerzos, humillaciones y triunfos personales constituyen una versión de las luchas sociales en las que ese grupo se halla inmerso (de modo que lo personal se convierte en lo político)
En tercer lugar, comienza a afirmar que los intereses de su grupo están siendo soslayados o masacrados, de modo que hay que pasar a la acción transformando, por ejemplo, la forma en que el grupo es percibido por quienes están fuera de él”.
(David Berreby, The Sciences)
Este proceso constituye lo que podríamos denominar pluralismo alienado que es la creencia de que la aceptación de mi grupo depende de la acusación y culpabilización sumaria del grupo cuya aceptación busco.
El verdadero pluralismo es universal. Hay que empezar a construir por los factores y estructuras profundas que unen a los seres humanos –todos sufrimos y gozamos, todos reímos y lloramos, todos experimentamos placer y dolor, asombro y remordimiento; todos tenemos la capacidad de articular imágenes, símbolos, conceptos y reglas; todos tenemos doscientos ocho huesos, dos riñones y un corazón (con sus salvedades correspondientes). Sobre este sustrato se agregan todas las preciosas variantes culturalmente construidas y otras estructuras superficiales que configuran los grupos y los individuos, todos diferentes, todos especiales y todos únicos. Pero si se empieza con las diferencias y el pluralismo, y no se tiene en cuenta lo más universal, se acaba inmerso en un pluralismo alienado que puede devenir “revival” etnocéntrico, feminismo antimasculinista o ecologismo retroromántico.
Cualquiera de estas formas de la alienación supone situarse en una postura “mesiánica” y acusar a algún Otro de opresor. La novela de Wilber recoge numerosos ejemplos, a cual más jugoso, de lo que denomina “la excusa del abuso”, “la cultura de la queja” o “el chip de víctima”. Como hemos visto anteriormente, uno de los rasgos característicos del narcisismo consiste en atribuir a los demás la culpa de los problemas y preocupaciones propios, por lo que ese narcisismo incrustado se hace visible en los nacionalismos, el feminismo y algunos movimientos ecologistas. Es curioso cómo las mejores intenciones se convierten, cuando se mezclan con los dramas personales, en actitudes sectarias que dividen la sociedad de forma maniquea en buenos y malos, opresores y oprimidos, justos y pecadores.
Como ya hemos dicho, el meme verde trajo consigo grandes avances hacia el respeto universal como el énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas. Muchos de esos vanguardistas verdes dedicaron su vida a trabajar sobre dichas injusticias pero su “causa” se tornó tan unidireccional que muchos de aquellos movimientos nacionalistas (indigenistas), feministas, o ecologistas adoptaron expresiones marcadamente fundamentalistas que arrastraron tras de sí a muchos púrpuras y rojos adultos además de a muchos jóvenes rojos que debido a su estadio evolutivo sintonizan con ese tipo de reivindicaciones aparentemente heroicas. En estos casos, el narcisismo se asienta en el sentido de pertenencia a un grupo “especial” que ha sido injustamente tratado. Identificarse con el grupo “especial” apoyándose en el hecho diferencial y consagrar la vida a “resistir” como diferentes, tal es la “causa” de los jóvenes rojos arengados por justificaciones y racionalizaciones verdes desorientadas. En tales casos, la diferencia ha pasado a tener más sentido que la identidad. El objeto adopta una función narcisista y se convierte así en algo que separa, enfrenta, se es diferente “contra otro”. Las personalidades narcisistas desprecian profundamente a los que no son como ellas. Ya sea que no tienen sus características físicas, sus orígenes, sus apellidos, su lengua o su cultura, los otros son seres inferiores o equivocados y sólo son dignos de respeto si se adhieren al grupo. En esos casos, la diferencia lleva a la máxima etnocentrista: “yo con los míos tengan o no razón”. Esa actitud etnocéntrica no permite el abrazo mundicéntrico. La identidad basada en la diferencia no deja ver lo idéntico. Uno de los más lúcidos psicólogos contemporáneos, Jerome Bruner, ha señalado que para no perdernos en lo relativo, construido, diverso o diferente, debemos aplicar la unitas multiplex, es decir, tener en cuenta tanto los rasgos locales o superficiales de la existencia humana como sus características universales profundas. El pluralismo alienado sólo puede ver multiplex.

CONSTRUCCIONISMO
El construccionismo vino a desvelar que la noción de “verdad” es, en muchos sentidos, construida de forma más o menos arbitraria, cambiante, culturalmente relativa e históricamente determinada. Esta interesante “verdad”, cuando pretende su aplicabilidad general y sin límites cae en flagrante contradicción consigo misma. Jürgen Habermas o Karl Otto-Apel ya habían advertido de la contradicción performativa en que incurre el relativismo extremo, y lo mismo hicieron, entre otros, Searle (al demostrar que, para que una realidad socialmente construida funcione, debe descansar en verdades objetivas), Peter Berger (que relativizó la visión relativista, derrotándoles así con sus propias armas) y Charles Taylor (demostrando que la pretensión antijerárquica de los relativistas no deja de basarse en una jerarquía). Pongamos como ejemplo el feminismo boomeritis el cual considera que toda realidad es una construcción social y, por tanto, que la diferenciación sexual no es real sino el resultado de una serie de convenciones arbitarias impuestas por el poder masculino (patriarcado) con el propósito de oprimir a las mujeres. Un análisis asentado en la dinámica evolutiva debería empezar por asumir que el sexo es una función fisiológica que, en cierta medida, va más allá de la supervivencia individual puesto que su objetivo es la supervivencia colectiva (familia, clan, tribu, especie). Dicha función la compartimos con muchos seres y nos une especialmente con los mamíferos. La autoconciencia, como característica exclusivamente humana, no evita o anula la determinación biológica sino que esta va adoptando formas diferentes a lo largo del despliegue de la espiral. La vida es la que nos construye y la ideología (feminismo) es un mero intento de modificar algunas de las condiciones de la vida. Cuando la ideología, que es un proyecto mental, se introyecta, la vida se reduce al ideal, es decir, las necesidades corporales y emocionales se supeditan al ideal de relación.
Cuando la práctica sexual se carga de Eros (esa energía sentida pero poco medible), el macho y la hembra se convierten en amantes. La sexualidad, como práctica de la función biológica ligada al erotismo conserva el gesto animal. Está el que empuja y el que se abre, el impulso y la receptividad, el principio activador y la pasividad o espera confiada, la autonomía y el respeto. El principio activador se mueve hacia el cambio, hacia otro estado, el principio receptor permite que las cosas sucedan y que el proceso fructifique. Así es como macho y hembra se convierten en masculino y femenino. Con ese salto de la biosfera a la noosfera el imperativo biológico se convierte en juego amoroso. Y, el juego, permite intercambiar los papeles. Tanto los hombres como las mujeres representan ambos principios en diferentes grados, proporción, organización, etc. Los movimientos son complementarios. El salto de la biosfera a la noosfera implica también renunciar al esencialismo según el cual para hablar de lo femenino hay que ser mujer sometida, para hablar de los pueblos oprimidos hay que ser indígena oprimido o para hablar de la homosexualidad hay que ser homosexual marginado. La identificación esencialista con el rol de víctima es especialmente insidiosa porque recuperar la autoestima supondría perder el estatus, los derechos y la pretensión de recibir un trato de favor.
Ya hemos visto cómo la resistencia puede ocupar la plaza del impulso activador provocando un bloqueo del flujo relacional que responde a un ideal narcisista, seguir sintiéndose especial negando la alteridad. La resistencia produce el estancamiento de la onda y el placer del que resiste queda muy mermado. A ello hay que añadir la perplejidad del que se abre, ante una actitud que no impulsa sino que simplemente resiste.
Frente al abrirse está el cerrarse que puede ser parte del juego, como en el cortejo, pero que puede convertirse también en una forma de resistencia activa. En este sentido, la ambivalencia sería la forma de resistir de lo femenino. La actitud de cierre constituye otra forma de negación de la alteridad. El narcisista no alcanza a diferenciar entre el objeto anhelado y el objeto encontrado porque no hay un reconocimiento del otro como otro. Aceptar la alteridad, ese otro del cual puedo depender o puedo necesitar, es un proceso de duelo de la omnipotencia y autosuficiencia narcisista. Puedo sentir que entregarme a otro me provoca una enorme cantidad de angustia y sufrimiento o, a la inversa, la distancia respecto al otro puede resultarme intolerable. Hay personas con poco compromiso afectivo que cuando traspasan cierto umbral se desorganizan. Si consideramos al yo como un proceso de autoorganización permanente, un sistema abierto, podemos decir que cuanta más patología, más cerrado el sistema. El solipsismo es otra de las marcas del narcisismo.
No cabe duda de que uno de los principales problema que afecta a las sociedades desarrolladas es la violencia sexual, es decir, la pedofilia, lo que se ha dado en llamar “violencia de género” y otras variedades de la imposición de un ser humano sobre otro por razones sexuales. El libro que estamos comentando recoge una variada gama de casos y datos que vienen a confirmar que hay tanto mujeres como hombres oprimidos por razones sexuales. Por citar un solo caso mencionaré la investigación realizada por el FBI basándose en la prueba de ADN que vino a demostrar que una de cada tres acusaciones de violación es falsa lo que significa que hay muchos miles de hombres pudriéndose en las cárceles por delitos que no cometieron. La solución no consiste en sumar abusos de uno y otro lado o hacer una especie de campeonato de la vejación sino en reconocer que los valores etnocéntricos femeninos son tan destructivos como los valores etnocéntricos masculinos y que, desgraciadamente, hay muy pocas personas (tanto hombres como mujeres) que hayan alcanzado los niveles mundicéntricos de la conciencia. La verdadera dialéctica no es la que tiene lugar entre hombres y mujeres sino entre conciencia de primer grado y conciencia de segundo grado para lo que necesitamos valores mundicéntricos tanto masculinos (autonomía integral) como femeninos (respeto integral).

EL EMPUJE HACIA AMARILLO
Volviendo a la espiral, encontramos que los niveles impares son de impulso individualista y los pares de relación colectivista. Mientras que en los aspectos colectivos, verde ha hecho una gran aportación a la humanidad, parece que el mal meme verde ha condenado la impulsividad y la asertividad como si fueran restos a superar de azul y naranja. Como para el “yo sensible” verde cualquier manifestación de autoridad y jerarquía son formas de opresión, el mal meme verde sólo puede ver rojo cuando contempla el punto de salida amarillo. Cuando para salir del ensimismamiento igualitarista verde, amarillo presenta un tono polémico, el “yo sensible” verde, para el que las formas lo son todo (la forma es lo que determina si se es sensible o insensible) reacciona agresivamente.
Como hemos visto cuando hablábamos de “la cultura de la queja”, durante las tres últimas décadas boomeritis ha proclamado un aluvión de derechos egocéntricos y etnocéntricos disociándolos de sus correlativas responsabilidades, ha escindido autonomía y respeto. El principio femenino se pervierte cuando en la pareja uno de sus miembros otorga el principio activador al otro por miedo o pereza de asumir responsabilidades. Eso no es entrega sino rendición, abandono, sometimiento. Cuando el principio femenino funciona como parásito que no asume sus errores ni está dispuesto a aprender de ellos, el resultado es mayor miedo a la vida y al principio masculino. Miedo a la esclavitud que el propio principio femenino ha creado. Así es como lo femenino se asocia erróneamente al desamparo y la inferioridad. (El principio masculino se pervierte cuando en la pareja uno de sus miembros se desentiende del respeto y se rinde a un inconsciente masculino sumido en la hostilidad, la brutalidad y la cólera. Eso no es amor sino sadismo y crueldad. Por eso lo masculino se confunde con la fuerza bruta y la superioridad. Solo cuando se reconocen y se comprenden las emociones destructivas se toma conciencia de que son mecanismos defensivos innecesarios y reacciones automáticas inconscientes se puede conectar con el poder creativo activador masculino.) Lo que mantiene lejos de la conciencia integral a verde es el rechazo de cualquier jerarquía y autoridad de manera que le resulta imposible tolerar la excelencia, las jerarquías de valor, las visiones de conjunto y todo lo que huela a separación y autonomía, es decir, interpreta el amarillo como maligno y arrogante y, en consecuencia, reacciona con violencia.
El “diálogo”, por otra parte, es la respuesta de verde para solucionar todos los problemas, como si bastara con reunirnos y compartir de un modo respetuoso y sincero lo que nos ocurre para alcanzar la paz y la armonía. Sin embargo, sabemos que el diálogo no tiene nada que ver con los intereses púrpura, rojo, azul o naranja, por lo que se convierte en una forma “amable” de imponer valores verdes al resto de la espiral. Por todo ello, por mucho que la cultura verde insista en que todo el mundo asuma el pluralismo y el multiculturalismo, mientras siga negando azul y naranja, seguirá amputando una dimensión fundamental de la espiral e impedirá que el empuje verde transforme la conciencia de manera que la acción sea más eficaz y rápida, que requiera menos esfuerzo, que el miedo tienda a desaparecer y el organismo emane vitalidad, coherencia y armonía, practicando en el mundo una serena y compasiva sabiduría amarilla.

 Recomiendo leer una Teoria de todo de Ken wilber sobre los estadios de conciencia.( soraya Founty)
Fernando Rodríguez Bornaetxea

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