La entrega :Cuando uno se sienta motivado a compartir su conocimiento y a apoyar el proyecto llamado “ajeno” como propio...

 
 
 
En un paraje de sol y de paz, se hallaba un escritor que vivía junto a un pequeño poblado de pescadores. En su tranquila vida, cuando llegaba el amanecer, daba un largo paseo por la orilla del mar. Un día como otros, divisó a lo lejos una joven que parecía bailar sobre la orilla. Conforme se fue acercando, comprobó que la hermosa muchacha recogía estrellas de mar halladas en la arena y las devolvía con gracia y ligereza al océano. -"¿Por qué hace eso?"- preguntó el escritor un tanto intrigado. -"¿No se da usted cuenta?"-, replicó la joven, -"con este sol de verano, las estrellas se secarán y morirán si se quedan aquí en la playa."- El escritor no pudo reprimir una sonrisa y contestó: -"Joven, existen miles de kilómetros de costa y centenares de miles de estrellas de mar... ¿Qué consigue con eso?. Usted sólo devuelve unas pocas al océano"-. La joven, tomando otra estrella en su mano y mirándola fijamente, dijo: -"Para ésta ya he conseguido algo"- dijo lanzándola al mar. Al instante, dedicó una amplia sonrisa y prosiguió su camino. Aquella noche el escritor no pudo dormir... finalmente, cuando llegó el alba, salió de su casa, buscó a la joven a lo largo de aquella playa dorada, se reunió con ella y sin decir palabra, comenzó a recoger estrellas y devolverlas al mar.

¿Basta una sola estrella de mar? La vida es un valor que no habla el idioma de la cantidad, sino que más bien, se desenvuelve en las suaves brisas de la cualidad. Cuando damos vida a la vida, estamos sintonizando con el océano primordial de energía-conciencia que dinamiza las formas físicas. Tan vivo está un brioso caballo como lo puedan estar cientos de ellos galopando veloces. Es la misma Vida-Una que, como realidad metafísica, alienta a cada cuerpo como si de un terminal orgánico se tratara. Con la vida, nunca es poco ni es mucho; es, simplemente, un sí o un no.

Recientes descubrimientos en el campo de la Biología, postulan la existencia de una nueva especie de vida sobre el planeta. Se trata de un enorme hongo que, con una extensión de decenas de kilómetros, vive y se desarrolla a un metro de profundidad bajo la tierra. Lo curioso de este espécimen es que tiene cientos de terminales que afloran a la superficie en forma de pequeñas setas. Cada uno de estos pequeños hongo de la superficie con aspecto de separación e individualidad está conectado bajo tierra con la vida-una a la que pertenece, siendo éste, tan sólo, su manifestación externa.

Por más que, a través de la ciencia, lleguemos a medir y controlar las espirales ribonucléicas, no estaremos, ni siquiera, rozando la energía-conciencia. Todas aquellas apariencias que podamos modificar con la destreza de un bisturí, no harán sino deambular por el mundo de las “puras formas” por las que la Vida se expresa. Cualquier manipulación genética está opera sobre las superficies ya que el aspecto Vida no es accesible a través de la forma, pero sí mediante la empatía sutil con su núcleo. Algo que no está al alcance del bisturí, sino de la energía de amor y sus lúcidas consecuencias.

A veces, intuimos que la vida nos reclama para dar atención y consciencia allí donde se encuentra esa estrella de mar o de tierra. Esa estrella de aire o de fuego cuyo destino parece no ser el del inmediato morir, sino el de apuntarse a la vida que empieza y se renueva Y tal vez, pensamos que como no podemos amar lo suficiente, la abandonamos y cerramos con llave la puerta del alma... Nunca es poco ni mucho cuando se trata de calidad. La fuerza que subyace tras la acción desprovista de afán de provecho, conecta con el núcleo de la estrella que, a su vez, es el propio núcleo del dador. Cuando uno se sienta motivado a compartir su conocimiento y a apoyar el proyecto llamado “ajeno” como propio, convendrá que recuerde que quien debe dar las gracias no es el que recibe sino el dador que ha sido reclamado por la vida.

Inteligencia del Alma
José María Doria

Cómo lograr lo que quiero:Perseverancia.Paciencia y Confianza

 
 
 
(NIN: Perseverar) (TAI: Cuerpo) Perseverancia – Paciencia – Tolerancia
La definición del término NINTAI es: PERSEVERANCIA.

 Perseverar es una cualidad humana que permite mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión.  La perseverancia se pone de manifiesto frente a los obstáculos en la persecución de las metas, y en la adhesión a nuestros principios. La perseverancia es un valor también para alcanzar lo que se desea, a pesar de las cosas desagradables que puedan pasar.La perseverancia ha de ir acompañada de dos cualidades del espíritu la  Confianza y la Paciencia . Es una confianza plena no sólo en mis recuersos sino en en plan perfecto que el universo tiene para mi.. en este sentido nigun copo de nieve cae en el lugar equivocado ... La paciencia implica no la resignación involuntaria que creemos ha de acompañarla.. la paciencia es el equilibrio entra  la dedicación constante a lo que deseo y la capacidad de soltar la necesidad del resultado.
Tres potentes elementos de una buen antivirus contra el miedo y sus efectos paralizantes.
 

Os contaré una historia que purula por la red y que es cierta sobre alguien que confió , perseveró y tuvo paciencia ...
 
En 1938, el Sr. Honda era un estudiante pobre que tuvo el sueño de diseñar de un anillo de pistón que iba a vender a la corporación Toyota. Todos los días iba a la escuela, y durante toda la noche iba a trabajar en su diseño. Utilizó el poco dinero que tenía en su proyecto, y todavía no había terminado. Por último, tuvo que empeñar las joyas de su esposa para poder continuar.
Después de varios años de esfuerzo, finalmente obtuvo el diseñó del anillo de pistón que estaba seguro Toyota iba a querer comprar. Cuando se lo llevó a ellos, Toyota lo rechazó. Él fue enviado de regreso a la escuela a sufrir la humillación de sus maestros y amigos quienes le decían lo idiota que era por haber diseño un modelo tan ridículo.
¿Estaba frustrado? Puedes apostarlo.
¿Sufrió? Claro que sí.
¿Iba a renunciar? De ninguna manera.
En su lugar, pasó los siguientes dos años buscando encontrar nuevas maneras de mejorar su anillo de pistón. Tenía la fórmula clave para el éxito:
1. Él decidió lo que quería.
2. Él tomó acción.
3. Se dio cuenta de lo que estaba funcionando y lo que no, y cuando las cosas no estaban saliendo bien…
4. Él continuó cambiando su enfoque. Él era flexible y dispuesto a probar cosas nuevas.
Finalmente, después de dos años más, él perfeccionó su diseño y Toyota lo compró.
Con el fin de construir su propia fábrica de pistones, el Sr. Honda necesitaba concreto, pero el Gobierno Japonés se preparaba para la Segunda Guerra Mundial, por lo que no había ninguna fuente disponible. Una vez más, parecía que su sueño iba a morir. Parecía que nadie lo iba a ayudar.
Una vez más, ¿Se rindió? Por supuesto que no. Él había decidido construir esa fábrica. Abandonar no era una opción, así que se reunió junto con un grupo de sus amigos, y durante semanas trabajaron todos los días probando diferentes enfoques hasta que encontraron una forma de fabricación de concreto. Él construyó su fábrica y finalmente fue capaz de producir sus aros de pistón.
Este sería un perfecto final feliz, claro, si no fuera por el hecho de que su fábrica fue destruida por completo por un país extranjero. Y eso es sólo el inicio de sus nuevos problemas.
Si creías que tu negocio podía andar mal, tienes que leer la continuación de la historia del Sr. Honda. Realmente va a darte una lección de vida.
 lo que ocurrió fue que durante la guerra, los Estados Unidos bombardeó la fábrica del Sr. Honda, destruyendo la mayor parte de ella. Fue catastrófico para él.
Ahora, en lugar de sentirse derrotado, reunió a todos sus empleados y les dijo: “¡Rápido! Salgan y vigilen a esos aviones. Ellos van a botar sus latas de combustible desde el cielo. Tenemos que averiguar dónde caerán y conseguir esas latas, ya que contienen la materia prima que necesitamos para nuestro proceso de fabricación” Estos eran materiales que no podías conseguir en ninguna parte en Japón.
El Sr. Honda vio la manera de aprovechar lo que la vida le estaba dando. Lamentablemente, otra desgracia ocurrió: un terremoto sacudió su fábrica y él se vio obligado a vender su operación de pistones a Toyota. Pero Dios nunca cierra una puerta sin abrir una ventana, así que…
Cuando terminó la guerra, Japón estaba en crisis total. Los recursos eran escasos en todas partes del país – la gasolina en algunos casos era casi imposible de encontrar, y el señor Honda ni siquiera pudo conseguir el gas suficiente para conducir su coche al mercado para comprar comida para su familia.
Pero en lugar de sentirse derrotado y desamparado, tomó una nueva decisión. Él decidió que no se conformaría con esta calidad de vida. Se hizo una pregunta muy poderosa:
“¿Cómo puedo hacer para alimentar a mi familia?
¿Cómo puedo usar las cosas que tengo en este momento para lograr ese objetivo?”
Entonces se dio cuenta de un pequeño motor que tenía, que era del tamaño del de una cortadora de césped tradicional y tuvo la idea de conectarlo a su bicicleta. En ese momento, la primera bicicleta con motor se había creado. Él la llevaba desde y hacia el mercado y muy pronto sus amigos le estaban pidiendo que les hiciera unas así para ellos también.
Poco después, había hecho tantas “moto-cicletas” que se quedó sin motores, por lo que decidió construir una nueva fábrica para la construir los suyos. Pero no tenía dinero, y Japón estaba destrozado. ¿Cómo podía hacerlo?
En lugar de rendirse, se le ocurrió una idea brillante: Decidió escribirle una carta a cada dueño de negocio de bicicletas en Japón, diciéndoles que él creía tener la solución para lograr que Japón se pusiera en movimiento de nuevo, que su invento sería barato y podría ayudar a la gente a llegar a donde tuviera que ir. Luego les pidió que invirtieran en su proyecto.
De los 18.000 dueños de negocios de bicicletas que recibieron la carta, 3.000 le dieron al Sr. Honda dinero y así fabricó su primera serie oficial.
¿Y luego fue un éxito?… Pues no
La moto era demasiado grande y voluminosa, y muy pocos japoneses la compraron. Así que una vez más, el Sr. Honda se dio cuenta de lo que no estaba trabajando y en vez de darse por vencido, él cambió su enfoque de nuevo. Él decidió desarmar su moto y hacerla mucho más ligera y más pequeña. La llamó “El Cachorro”, y se convirtió en un éxito de la noche a la mañana, ganando el famoso “Premio del Emperador”.
Todo el mundo comenzó a mirar al Sr. Honda mientras pensaban que buena suerte había tenido al ocurrírsele tal invento de un día para otro.
L o que pasa es que casi todo el mundo ve La Gloria, pero no La Historia (detrás de ella).
Hoy en día la empresa Honda es una de las más exitosas en el mundo. La Corporación Honda emplea a más de 100.000 personas y sobrepasa en ventas a cualquier otro distribuidor en los EE.UU. (menos Toyota) – todo debido a que el señor Honda nunca se dio por vencido.
La lección a recordar aquí es que nunca permitas que los problemas o circunstancias en tu camino te desalienten.
Lo que el Sr. Honda descubrió es que siempre hay una manera de tener éxito si estás realmente comprometido con lo que haces.
Espero que esta historia te haya gustado. Cuando sientas que pasas por obstáculos en tu negocio, recuerda al Sr. Honda y que al final, todo es posible.

lA PERSEVERANCIA TRAE VENTURA
I CHING

TÚ ERES YO Y YO SOY TÚ AMADO ESPEJO MIO

Somos uno

Energía…, pura y simple energía, concentrada en un solo punto de algún metafísico vacío e incomprensible lugar donde sin conocida dimensión, todo en un principio era enigmático e inconcebible para nuestra endeble capacidad humana de comprensión y razonamiento. Y eso era cuanto había y no había, todo y nada, hasta que esa energía, sintió la necesidad de experimentarse a sí misma en un instante donde el tiempo era una simple quimera, estallando en una mega explosión de proporciones inimaginables para hacerse visible y manifestarse en lo físico e intangible, dividida en infinito número de formas creando éter y universo, nebulosas y galaxias, estrellas, planetas y satélites en un milagro de dimensiones cuánticas, flotando, levitando…, latiendo en vida. Así es como todo lo que es, hay y existe, proviene de un solo ente, acaso esencia, chispa o partícula, única fuente creadora a partir de la cuál todo nace, se desarrolla y muere, con principio y final en un interminable ciclo eterno, para adquirir la experiencia necesaria que permita evolucionar cada ser, esencia y alma incluyendo a la tierra, nuestro planeta, organismo vivo donde tras imposibles combinaciones de improbables posibilidades, surgió la vida y con ella su evolución gracias a la sangre de la tierra proveniente de no se sabe donde llamada agua, hasta que en algún punto de la escala evolutiva de las especies, apareció el hombre; esa raza extraordinaria en su adentro e imperfecta por fuera dotada de pensamiento y libre albedrío. Así es como el todo y todos queda unido, atado y ligado, formando parte intrínseca e indivisible de la unidad, donde todo en esencia es lo mismo, como digo, para experimentarse en infinito número de formas. Si nos situamos en este ahora de nuestra civilización, cuando habitamos este mundo con más de siete mil millones de personas creciendo a un ritmo imparable, cabe pensar por pura lógica que si retrocediéramos en el tiempo para llegar a la más remota antigüedad, la población disminuiría hasta llegar a un inicio muy lejano, un principio en la tierra donde solo había dos seres, dos padres, de apariencia homínida sin que importe su especie, diferenciados por género a partir de los cuales nuestra especie fue multiplicándose y evolucionando hasta llegar al número de personas que hoy pueblan la tierra. Dicho de otra forma, si descendemos de aquellos dos primeros seres, todos en esencia somos hermanos y en conclusión, procedemos de la misma unidad creada a partir de la unión de dos seres, es decir: del amor. En consecuencia somos uno, creados con la misma materia a partir de la misma esencia creadora del universo, como espejo de su propia creación, una vez más: pura energía. Partiendo de este principio, todos hemos sido creados en idénticas condiciones a partir de la fecundación de un óvulo por un simple espermatozoide. El hombre, como el todo lo que le rodea, es de un lado materia orgánica, forma física (ciencia) sobre la madre tierra, y de otro forma etérea, experiencia espiritual, ambas formando parte inherente de cada individuo y especie y por tanto, de la unidad de la que todo procede en su origen (misterio). Todos nacemos por igual, con la vida manando de dentro hacia afuera desde el primer momento en el que nos alojamos en el seno materno, llegando a este mundo en idénticas condiciones bajo humilde sencillez, sin nada, libres de miedo, moralidad y pudor, respirando el mismo oxigeno que ahora tú como yo y todo ser vivo, respiramos. Y en la totalidad del conjunto vivo, de manera directa o indirecta nos alimentamos de los mismos nutrientes que la tierra nos ofrece, regada con la sangre de la vida compuesta por la sencillez de tres simples moléculas para formar el agua, sin la cuál, nada de los que puedes observar, escuchar o sentir sería posible. Creces y te desarrollas con el paso del tiempo hasta llegar a esta parte de tu vida en la que ahora te encuentras, con tu carácter y personalidad, lugar donde residen tus valores educacionales, éticos y morales, con tu criterio e ideales, forjados por inculcación parental e influencia externa para crear tu propia filosofía de vida, la que te permitirá experimentar para marcar tu madurez, como todos, igual que todos…, de un modo u otro, como fieles reflejos del mismo espejo. Caminamos por el mundo, amamos y tememos, sintiendo y llorando, padeciendo y riendo, en un lado u otro fruto de mil emociones distintas basadas en los dos únicos sentimientos posibles a partir de los cuales nace todo lo demás; amor o temor bajo libre e individual elección, soñando dormidos aunque más despiertos, viviendo bajo las mismas inquietudes que el resto de nuestros semejantes, aunque no bajo los mismos matices superficiales y banales. Formamos comunidad porque nos necesitamos mutuamente, por tanto tenemos un destino común aunque a algunos les cueste admitirlo. Y tras cruzar la puerta de la muerte, nuestro organismo y con él su cuerpo, volverá a formar parte de la madre tierra pues a ella pertenecemos y no al revés como algunos piensan en la falsa creencia de ser dueños de los recursos planetarios. Y dado que nos iremos de la misma forma y manera que como llegamos, entonces nada es tuyo ni mío ni nuestro, pues todo es un regalo en forma de préstamo que la naturaleza en su generosidad nos ofrece para devolverlo al abandonar la vida, cosa que el hombre no sabe, ni quiere ni puede comprender en su absurda y estúpida egolatría que lo aísla de su esencia natural, progresando en consecuencia a la deriva. Así es como el hombre, olvidándose de la humildad con la que llegó y su procedencia universal, vive sin comprender lo que es bondad, humildad y sencillez, amor al fin y al cabo, basando su vida en el temor a ser y tener menos que los demás para convertir su ego en su propio veneno y así exterminar todo cuanto lo que rodea, pues pensamos que la vida es la realidad que vemos, oímos, degustamos, tocamos u olemos, sin entender que el milagro de la vida, es en realidad algo mucho más profundo que nuestros sentidos no pueden entender debido a la ilusión del “yo soy” externo, en forma de sueño real que disfraza la verdad, solo perceptible desde la simplicidad del amor en mil ejemplos y señales que la naturaleza nos muestra, y no en la compleja artificialidad impuesta por el hombre para dividirse a sí mismo en su lucha de poder, en un camino adulterado por el miedo inducido y condicionado por una sociedad prisionera de su propia manipulación. De esta forma te impiden pensar en libertad. Todo, incluyendo al ser humano, es la misma energía de partida dividida. Si fuéramos realmente conscientes de ello, ¿que sentido tendría buscar nuestra propia destrucción y exterminio de todo cuanto nos rodea? Si vives y existes como yo, tú no eres diferente ni distinto a mi, pues somos uno, hermanos compuestos de la misma esencia mística y materia orgánica. De esta forma no se entiende ni comprende, ¿que te hace diferente de mi? Si fuera de la unidad pierdes todo lo que eres, ¿quien eres tú?

Juan Galo

http://juangalo.org