La práctica de Tonglen


La conectividad es una condición de la vida. Negar esto es sufrir. Considerando que la conectividad significa que sentimos tanto el dolor como la alegría de todos los seres vivos (los estados sublimes segundo y tercero en el budismo, véase la Sección 16.1), la compasión es la buena disposición de sentir el dolor y aspirar a que termine. La compasión puede ser cultivada mediante la práctica Tonglen (tomar y enviar) del budismo tibetano (véase, por ejemplo, p. 124-126 de Genuine Happiness: Meditation as the Path to Fulfillment (2005), de B. Alan Wallace). Tonglen es similar a la práctica de inundar con luz tratado en la sección anterior, excepto que en el Tonglen, estamos dispuestos a tomar nuestro propio sufrimiento y el sufrimiento de los demás, y enviar luminosidad y tranquilidad. La eficacia de la práctica se deriva de nuestra voluntad de asumir el sufrimiento del mundo en lugar de apartarlo o negarlo. Como práctica formal, el Tonglen tiene cuatro etapas (como lo enseña la monja budista Pema Chödrön en el capítulo 12 de The Wisdom of No Escape (2001) y en http://www.shambhala.org/teachers/pema/tonglen2.php):


En primer lugar, relajamos brevemente nuestra mente, por un segundo o dos, en un estado de apertura o quietud.


En segundo lugar, inhalamos una sensación de calor, oscuridad, gran sufrimiento - una sensación de claustrofobia - y exhalamos una sensación de fresca y radiante luminosidad - una sensación de frescura. Inhalamos completamente por todos los poros del cuerpo y exhalamos, irradiamos, completamente por todos los poros del cuerpo. Hacemos esto hasta que nos sintamos sincronizados con la respiración.


En tercer lugar, trabajamos con nuestra situación personal - cualquier situación dolorosa que sea real para nosotros. Tradicionalmente, se empieza por hacer el Tonglen para alguien cercano que nos preocupa y queremos ayudar. Sin embargo, si nos quedamos atascados, hacemos la práctica por el dolor que sentimos nosotros mismos y, simultáneamente, por todos aquellos que como nosotros sienten el mismo tipo de sufrimiento. Por ejemplo, si nos sentimos incompetentes – inhalamos esto para nosotros mismos y todos los demás en la misma situación - y enviamos confianza o alivio en cualquier forma que queramos.


Por último, hacemos la toma y el envío más amplios. Si estamos haciendo el Tonglen para alguien que amamos, lo hacemos extensivo a todos los que están en la misma situación. Si estamos haciendo el Tonglen para alguien que vemos en televisión o en la calle, lo hacemos por todos los demás que están en la misma situación, lo hacemos más ampliamente que a una sola persona. Luego, lo hacemos para todos aquellos que están sintiendo la ira o el miedo que hemos recogido y lo extendemos a todos los seres.
http://www.advaitainfo.com/

¿Miedo al compromiso?


 
Detrás del miedo no hay más que un mecanismo de defensa que nuestra mente crea cuando percibimos que hay un riesgo, cuando este riesgo se percibe ante una situación positiva se convierte en irracional y limitante. El fin último de todo miedo es la búsqueda de la seguridad

 En este caso el hecho de comprometerse es vivido por el sujeto temeroso como algo angustiante y  genera un malestar manifiesto. Pero, ¿por qué surge ese miedo a comprometerse con una pareja?
 Para cada sujeto y para cada pareja el término compromiso puede significar algo distinto, es decir, para algunas el compromiso puede ser casarse, para otras simplemente vivir juntos y para otro compromiso puede significar tener hijos.
La personas ha creado una especie de burbuja de bienestar  o eso cree ella. Cuando ve peligrar esa burbuja ilusoria aparece el miedo . Creemos que ese cambio puede peligrar nuestra falsa seguridad
Las personas que tienen miedo al compromiso interpretan este más como una pérdida (menos tiempo para sí mismo, menos intimidas etc) más que como algo que puede aportarle amor, intimidad, crecimiento, pertenencia y sexo.
El crecimiento de la pareja no se basa en dos medias naranjas que se “necesitan” sino en dos naranjas enteras que se relacionan, desde su plena singularidad”. Ramayat
Es lógico pues sentir miedo después de verlo de ese modo y por supuesto las típicas dudas. Lo cual dificulta la toma de decisiones .
El miedo pone en la balanza los recursos que uno tiene y aquello que tenemos que afrontar. Cuando se produce un desajuste en esta balanza, es cuando se hace presente. Por tanto, es una cuestión de inseguridad y de no conocerse bien a uno mismo, lo que conlleva malestar y frustración.
Las personas que tienen miedo al compromiso suelen ser personas inseguras  alas que les cuesta expresar las emociones y que necesitan controlar para sentirse seguros y cómodos en su zona de confort. Son de hecho personas inflexibles y temerosas, obviando lo más importante: la amenaza somos nosotros mismos, no el entorno.

Cuando ya no somos capaces de cambiar la situación nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos “
Víctor Frank
Tienen la tendencia a buscar relaciones estables pero una vez en ellas y a medida que estás se vuelven serias comienzan a sentir miedo y dudas al respecto.
Lo más probable es que den por terminada la relación ya que son incapaces de expresar sus miedos y malestar. Es su forma de volver a su zona de confort y comodidad y acabar con el miedo que les provoca la pérdida de control.
Esta conducta se convierte así en un hábito que aparece cada vez que esta persona decide adentrarse en una relación. Nos vemos como frágiles o débiles y nos ponemos una coraza para supuestamente no nos puedan tocar.
En cierta forma, la falta de estrategias y de conocimiento sobre uno mismo hace que se busque justificación a la propia inseguridad y temores. Al final como no se tienen las capacidades para asumir el miedo y gestionar el malestar, se buscará romper la relación para recuperar la estabilidad y huir del descontrol.
 
El único camino para salir de ese bucle pasa por enfrentarse a ese temor;
“Haciendo lo que tememos disolvemos nuestro temor ”Emerson
De este modo dejamos de estar controlados por el miedo y podemos flexibilizarnos  obteniendo un mayor disfrute de nuestras relaciones de pareja:
Cuanto más veloces huimos del miedo, más grande se hace éste y más fuerte es su hechizo sobre el alma. Para librarnos de tal poder, conviene mirar de frente su paralizador influjo, y más tarde discernir si nos está protegiendo de un peligro o simplemente es un virus mental que nos inquieta.

El miedo que paraliza y deprime es el miedo neurótico que impide la acción. Se trata de un sentimiento que sintoniza con viejas tensiones y heridas no resueltas. El temor que se disfraza de inseguridad encubre anticipaciones el dolor y muchas veces hace referencia a duelos sumergidos cuyo recuerdo nos inunda de ansiedad e induce a conductas crispadas.

El miedo nace de la memoria del dolor y brota en racimos de pensamiento conectados al recuerdo. Se trata de ideas neuro-asociadas que conforman la creencia de que aquello que uno rechaza, puede volver a suceder. En realidad, si no hay memoria no hay miedo. Por este motivo, los inocentes se enfrentan con tranquilidad “irresponsable” a muchas situaciones de alto riesgo. Los inocentes no proyectan experiencias anteriores y, en consecuencia, no temen la llegada de la supuesta desgracia.

Allí donde veamos una conducta exagerada, se revela la sombra que oculta viejas heridas y, que nos demanda sin demora, un drenaje emocional del alma. Allí donde, por ejemplo, veamos la mentira en sus diferentes grados ¡Atención!, no hay maldad o estupidez, hay tan sólo una mente que se siente amenazada. Conviene mirar al miedo de frente y preguntar, ¿qué temo en realidad?, ¿qué sería lo peor que podría pasar? Al observar y concretar con precisión lo que uno teme, ya se puede respirar a fondo lo temido y crear nuevas opciones más deseadas. Al pronto, sucede que el gran gigante ilusorio que tan sólo puede habitar en las sombras, se esfuma disuelto a la luz de la consciencia.

La sensación de confianza y seguridad no sólo brota como consecuencia de la memoria del propio éxito, sino que también es una cualidad que nuestra inteligencia emocional desarrolla. Confiar es una elección que podemos optar por cultivar y reforzar, mientras se comprueba que tras los problemas aparecen las soluciones y que toda dificultad fortalece y enseña.

La confianza también brota desde la facultad intuitiva, desde ese insólito Ser que somos y que detrás, escondido y sabio, se revela y expresa. La confianza es un estado de conciencia, un plano mental de vida que abre a la Paz y a la Templanza. Pero, ¿de dónde brota?, ¿acaso es una protección mágica que opera desde las estrellas? Al tratar de responder, la razón tal vez dude, pero todos sabemos que no estamos solos. La Historia y el Misterio así lo avalan. El Universo nos apoya al encarar el miedo mientras hacemos con inteligencia lo que debemos, aunque se sienta inseguridad y amenaza.

Cuando uno se vea enfrentado al ridículo, a la ruina o al abandono del ser que ama, conviene que se detenga unos instantes. Conviene que respire profundamente, distanciándose del escenario mientras se deja atravesar por la columna de luz, que penetra por lo más alto de su cabeza. Más tarde, la sencillez suavizará lo que uno teme y la sobriedad será nuestra aliada. No hay temor agudo que sobreviva si uno lo respira de forma consciente y continuada. Sólo hay que detenerse y observar sin eludir ningún aspecto y sin tapar ninguna de las caras. Desde el Silencio Consciente, de pronto, la mejor opción brota y la vida, de nuevo, tiene sentido mientras uno, a sí mismo, se reinventa. Ya todo está en su sitio. Uno sabe a qué atenerse y vuelve a fluir centrado en el núcleo de la confianza. “ José María Doria
Qué características presentan por lo general estas personas:
 
  • Les cuesta tomar decisiones personales porque temen el cambio y salirse de su zona de seguridad.
  • Son personas rígidas en el trato, quieren tenerlo todo controlado. La falta de control es lo que les hace activar los mecanismos de alarma.
  • Suelen tener dificultades en expresar sus propias emociones. Intentan no profundizar en lo que sienten o piensan respecto a alguien o algo y ello provoca problemas de comunicación con los demás.
En muchas ocasiones se sienten inseguros de si mismos y no soportan ver la seguridad en otros, por lo que inconscientemente crean disonancias cognitivas como convenciéndose de que esa persona no es tan maravillosa como se muestra ante los demás.
Conviene acudir a una profesional que trabaje conjuntamente con la pareja o con uno de los dos. En este sentido la terapia transpersonal es ideal ya que no necesita de ambos miembros para trabajar en esta apertura  aunque si ambos trabajan los resultados se multiplican .
Estrategias para trabajar en terapia :
  • Afrontar el miedo
  • Introducir pequeños cambios que poco a poco ayuden a la mente a entender que seguimos teniendo el control de la situación, ya que como es lo que más nos asusta hay que educarla. Si una característica tiene la mente es que es muy plástica, ¿esto qué quiere decir? Que entrenándola se adecua a lo que queramos.
  • Valorarse a uno mismo fortalecerá la seguridad en las acciones y decisiones que tomemos. Por tanto necesitamos hacer un reconocimiento positivo de nuestras capacidades y limitaciones, ya que una limitación no es algo negativo, se necesitan de ambas para encontrar el equilibrio.
  • Es básico empezar a expresarse emocionalmente, sobre todo la parte negativa de nuestro malestar. De esta manera reduciremos tensiones y por tanto nos relajaremos más. Si al principio cuesta hacerlo con otras personas, escribiéndolo se puede empezar uno a entrenar, además de que nos sirve para reflexionar.
La clave de toda buena relación es la comunicación y la confianza, sin ellas no hay pareja que sobreviva de una manera sana. Por lo que el objetivo tiene que ser lo que se conoce como asertividad, es decir, decir en todo momento lo que se piensa y siente sin entrar en herir a nuestro interlocutor, en este caso nuestra pareja
 Yo valgo dos y tú vales dos, pero juntos no valemos cuatro sino ocho”
Marilyn Ferguson
Soraya Founty . Psicóloga y Terapeuta Transpersonal e Integral

La flor de la honestidad


 
Se cuenta que allá por el año 250 a.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse.

Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración y sin poder creerlo le preguntó:

- "¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura."

Y la hija respondió:

- "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz."

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío:

- "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China."

La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones...

El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.

Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación, la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella.

Finalmente llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven sería su futura esposa.

Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada.

Entonces, con calma el príncipe explicó:

- "Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: LA FLOR DE LA HONESTIDAD. Todas las semillas que entregué eran estériles
."