EL DOLOR ES COMO LA LLUVIA



La lluvia no cae toda de una sola vez. La lluvia golpea el suelo, no como una entidad llamada "lluvia", sino gota a gota, momento a momento precioso, impersonal y libre. Splish, splash.

El pensamiento recuerda la última gota y anticipa la siguiente. Así es como se crea el sufrimiento.
...
Recordar la última gota y las muchas anteriores a ella agrega la pesadez de mi "doloroso y atiborrado pasado" a la gota de este momento.

Recordar la ausencia de lluvia de ayer, la sequía de ayer, aún el dichoso sol de ayer, añade el dolor del anhelo y del pesar a la gota de este momento.

Soñar con la próxima gota, y con las muchas que están por venir, proyectando un aguacero futuro, agrega la ansiedad de "mi doloroso y pesado futuro" a la gota de este momento.

Pero en realidad, sin una historia, y sin sueños acerca del futuro, sólo hay esta gota presente, esta nueva y fresca gota. Y ya sea que la presente gota de dolor sea grande o intensa o suave y amorosa, siempre está surgiendo Ahora, y siempre estamos a salvo de los estragos del "tiempo".

La lluvia no cae toda de una sola vez.

Jeff Foster
(Traducido por Tarsila Murguía)

¡Ya eres lo que buscas!


Eso que anhelas, eso que añoras, es eso que está siempre presente. Eso es quien tú realmente eres.

Cuando digo tú no me estoy refiriendo a tu cuerpo. Tu cuerpo está dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus pensamientos. Tus pensamientos están dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus emociones. Tus emociones aparecen y desaparecen dentro de eso. No estoy hablando de tus circunstancias. Las circunstancias también aparecen y desaparecen dentro de eso.

Los cuerpos, los pensamientos, las emociones y las circunstancias cambian. Aparecen y desaparecen. Pueden ser buenos o malos. Pueden ser agradables o desagradables. La verdad de quien tú eres es permanente e inamovible. La gran buena nueva es que, sea como sea que te imagines a ti mismo, puedes reconocer quien verdaderamente eres. Independientemente de la experiencia de ti mismo como un cuerpo o como el pensamiento "yo soy este cuerpo", tú puedes recibir de tu propio ser la transmisión directa de la verdad. Esa transmisión es satsang. El satsang confirma tu verdadera identidad como conciencia pura, libre de todo aquello que es percibido como una limitación.

Cuando se escucha esta buena nueva, cuando realmente se la escucha, se produce una apertura sin medidas. Nadie ha descrito jamás una finalización de la autorrealización. Lo que sí tiene un fin es la preocupación de imaginarte que eres una entidad separada de la conciencia sin límites.

La autorrealización no es algo que pueda ser capturado en palabras. Aunque usaremos palabras, ninguna ha sido capaz de expresar o tocar la gloria del verdadero ser. Yo estoy aquí para indicarte eso, para celebrarlo y para reírme de la endeble excusa de que eso podría realmente ser obstruido por cualquier cosa.

Yo no tengo nada que enseñarles. La autorrealización no tiene nada que ver con aprender. No te estoy pidiendo que recuerdes nada. No te estoy pidiendo que hagas nada o que obtengas nada nuevo. No se necesita nada nuevo. Te estoy pidiendo que te des cuenta de que ya eres eso que quieres. Y estoy simplemente sugiriendo, como mi maestro lo sugirió a mí, y como su maestro se le sugirió a él, que te tomes un instante, una milésima de segundo, para permitir que la actividad de la mente se detenga. En esa milésima de segundo, ¡qué descubrimiento se produce! En esa milésima de segundo recibes la invitación a entregarte a lo que se revela cuando la atención no está centrada en el cuerpo, el pensamiento, la emoción o la circunstancia. ¡Este es un instante de suma importancia! En este instante, el cuerpo desaparece. En este instante de silencio perfecto descubres lo que está permanentemente presente, lo que siempre estuvo aquí, lo que tú eres permanentemente. Este instante de silencio es la invitación al verdadero refugio, al verdadero retiro, a la verdadera paz, independientemente de todo lo que va y viene.

¡Qué instante es este! En este instante no estás viviendo en el pasado, no estás especulando sobre el futuro y no estás analizando el presente con relación al pasado o al futuro. En este instante, no hay ninguna preocupación mental, no hay existencia condicionada. Solamente hay conciencia, pura y prístina. En este instante estás en satsang.

De alguna manera, por pura buena suerte, tu conciencia individual ha sido llamada a satsang. Has escuchado las palabras que dicen que tú eres la verdad personificada. Ahora eres libre para descubrirte a ti mismo como la verdad. Eres libre para descansar en esa verdad. Eres libre para ser feliz, independientemente del cuerpo, de los pensamientos, las emociones o las circunstancias. Eres libre para ser quien verdaderamente eres.

Bienvenido a satsang. Gangaji, 2002

EJERCICIO DE AUTOCONOCIMIENTO


Piensa en alguna temporada en que te sentiste rechazado, desatendido o humillado. A ver si consigues comprender la situación con realismo, mirándola con sinceridad, en profundidad; y puedes descubrir que, si tú no te dieras por ofendido, no existiría rechazo ni humillación alguna. Quizá encuentres que haya existido una actitud de rechazo o de desaprobación, pero ¿qué tiene que ver la actitud del otro con tu ser?.

Tú eres lo que eres, independientemente de lo que digan o piensen los demás. Las formas, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos cambian y tú sigues siendo tú, y de la misma forma cambian los pensamientos, actitudes y sentimientos de las otras personas, mientras ellas siguen siendo lo que son.

Entonces, ¿qué es lo que te ofende, la persona o sus formas? Las formas no te pueden ofender, porque son cosas cambiables que no existen. Los juicios que las personas hacen de ti nos expresan mucho más de sus formas, de su programación, que de ti. No tiene sentido que te ofendas. Y si no, acuérdate de Buda, al que una vez insultaron y él no se inmutó, y dijo que no podía afectarlo; y explicó que si alguien le traía un regalo y él no lo aceptaba, ¿de quién era el regalo? De la persona que lo trajo, ¿verdad? “Pues si no quieres enfadarte, no aceptes el insulto ni el regalo”.

El enfado, ¿qué es? Que tú no te conformas con las exigencias de mi programación. Que no te gusta mi forma de actuar. No tiene lógica. Puede que tengas buena intención, pero no puedes hacer al otro según tu buena voluntad. Resulta que, mirado claramente, lo que está ocurriendo es que, porque uno se porta mal, al otro le sube la presión. El entender esto bien, sin identificaciones, es una liberación.

En la violencia del místico no entra nada personal. No hay en él violencia que venga del miedo, ni del desprecio, ni de exigencia alguna. Puede violentarse con el otro para defenderse del mal del otro, pero lo hará sin emociones, aunque estará lleno de amor.

Solemos reaccionar ante las imágenes que nos reflejan los otros. Vemos en el otro lo que estamos deseando ver (lo idealizamos), o ponemos en él nuestros miedos (lo rechazamos), y así nos impedimos conocer al otro en su realidad.

¿Qué es el pecado? Cuanto más libre albedrío tengas, menos posibilidad de pecar. El pecado es una enfermedad de la esclavitud; pecas si eres esclavo de la ley; pero si eres consciente de que Cristo te liberó, eres libre, y la libertad de la que habla Jesucristo es la de estar despierto.

Antes de cambiar a los demás, cambia tú. Limpia tu ventana para ver mejor. Pon la atención en la causa negativa que te ha hecho sufrir, no en el que te ha ofendido. La causa es la programación. Esa programación te la metieron desde niño, tú no tienes la culpa de ello, como tampoco la tiene el otro.

Al llegar a este estado, verás que todo lo que te sucede es bueno. Como el agricultor que tiene pozos de agua y está tranquilo, porque ya no depende de que llueva o no. Todo lo verás bien y con sosiego. Si no sabes el origen de tu enfermedad, no la curas, sino que la reprimes y siempre estarás sufriendo por ella. Si sabes su origen, ya tienes su curación a mano.

Todo cambio auténtico se efectúa sin esfuerzo alguno. La persona humana tiene unas energías fabulosas en reserva, para cuando necesita ponerlas en marcha. Lo importante es descubrir lo que está ocurriendo en ti y a tu alrededor, para saber lo que anda mal y sus causas. Importa el estar despierto.

El ir al templo no te va a cambiar, ni el hacer novenas a los santos. Eres tú el que ha de cambiar. Recuerda que no sirve el decir ¡Señor, Señor!, sino hacer la voluntad del Padre. Y la voluntad del Padre es que seamos fieles a la verdad, porque sólo la verdad nos hará libres.

Hace falta despertar. El miedo sólo se te quita buscando el origen del miedo. El que se porta bien en base al miedo, es que lo ha domesticado, pero no ha cambiado el origen de sus problemas: está dormido.

Anthony de Mello