¿Qué hacer cuando no he conocido a mi padre?







El dolor que se siente al vivir el abandono de un padre, el saber que nos engendró y luego se marchó es un dolor que queda profundamente arraigado en el alma y es la fuente de muchos conflictos de pareja inclusive de inseguridades y adicciones.

Esta situación tiene 3 vertientes y una de ellas es lo que nos han contado de ese padre ¿Qué nos dijo mamá? ¿Qué nos dijo la familia? Jamás debemos olvidar que cada quien vive su historia a su manera y que lo que nos han contado tiene sólo una cara de la moneda. Y que muchas veces está cargado del victimismo porque el otro no está presente para defenderse. Cuando es contado desde el victimismo nos lleva a sentirnos culpable y desarrollamos el “rencor mental” por el ausente, pero en el fondo de nuestro ser se produce una profunda lealtad por el que no está presente.


Otra de ellas es lo que deseamos creer, en nuestro corazón de niño añoramos al padre ausente en consecuencia se tiende a idealizar con perspectivas fantasiosas, sobre todo si no se habla de él. Soñamos que algún día va a venir a rescatarnos y que nos demostrará su amor. Y eso lo proyectamos luego sobre nuestras parejas, deseamos en el fondo de nuestro ser que se convierta en ese padre o madre ausente.


La tercera vertiente es la realidad, y es la más dura de aceptar y de ver. Tiene que ver con “la mirada sistémica”, en donde yo como adulto acepto y respeto lo que pasó con mis padres…los miro a cada uno inmerso dentro de su propio sistema y sus condicionantes. En donde en lugar de procurar idealizar o buscar respuestas, simplemente miro con humildad aceptando todo tal como es. En donde ya no requiero idealizar o satanizar a ninguno de mis padres. Si no que reconozco que vengo de los dos y son los perfectos para mí.






¿Cómo aceptar la realidad del abandono?



Haciéndose cargo del niño interno, dentro de nosotros siempre llevaremos la herida del abandono, por lo tanto es hacer necesario ahora prestarle atención a ese niño, haciéndole comprender que no hay nada malo en él. Que aunque sufrió el abandono no es su responsabilidad lo pasado…que ahora no puede abandonarse a sí mismo.

Ocupar mi lugar, comprender que ante mis padres siempre seré el pequeño, cuando les reclamo estoy colocándome en una posición superior. Cuando soy capaz de mirarles sin buscar explicaciones me empodero de mi propia vida y ocupo mi lugar.

No buscar al padre ausente en el exterior, el querer buscarle es muchas veces el deseo infantil de la búsqueda de explicación…en el otro implica una profunda culpa y al no saber responder a ella, puede abrir una herida mucho más profunda.

Buscar al padre ausente dentro de nosotros mismos, la mitad de nuestro ser está formada por ese padre y en la medida que nos conocemos a nosotros mismos…en esa misma medida lo conocemos a él. En nuestro interior siempre permanecerá por siempre.



Fuente: http://ordenesdelamor.org

EL DOLOR ES COMO LA LLUVIA



La lluvia no cae toda de una sola vez. La lluvia golpea el suelo, no como una entidad llamada "lluvia", sino gota a gota, momento a momento precioso, impersonal y libre. Splish, splash.

El pensamiento recuerda la última gota y anticipa la siguiente. Así es como se crea el sufrimiento.
...
Recordar la última gota y las muchas anteriores a ella agrega la pesadez de mi "doloroso y atiborrado pasado" a la gota de este momento.

Recordar la ausencia de lluvia de ayer, la sequía de ayer, aún el dichoso sol de ayer, añade el dolor del anhelo y del pesar a la gota de este momento.

Soñar con la próxima gota, y con las muchas que están por venir, proyectando un aguacero futuro, agrega la ansiedad de "mi doloroso y pesado futuro" a la gota de este momento.

Pero en realidad, sin una historia, y sin sueños acerca del futuro, sólo hay esta gota presente, esta nueva y fresca gota. Y ya sea que la presente gota de dolor sea grande o intensa o suave y amorosa, siempre está surgiendo Ahora, y siempre estamos a salvo de los estragos del "tiempo".

La lluvia no cae toda de una sola vez.

Jeff Foster
(Traducido por Tarsila Murguía)

¡Ya eres lo que buscas!


Eso que anhelas, eso que añoras, es eso que está siempre presente. Eso es quien tú realmente eres.

Cuando digo tú no me estoy refiriendo a tu cuerpo. Tu cuerpo está dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus pensamientos. Tus pensamientos están dentro de eso. No me estoy refiriendo a tus emociones. Tus emociones aparecen y desaparecen dentro de eso. No estoy hablando de tus circunstancias. Las circunstancias también aparecen y desaparecen dentro de eso.

Los cuerpos, los pensamientos, las emociones y las circunstancias cambian. Aparecen y desaparecen. Pueden ser buenos o malos. Pueden ser agradables o desagradables. La verdad de quien tú eres es permanente e inamovible. La gran buena nueva es que, sea como sea que te imagines a ti mismo, puedes reconocer quien verdaderamente eres. Independientemente de la experiencia de ti mismo como un cuerpo o como el pensamiento "yo soy este cuerpo", tú puedes recibir de tu propio ser la transmisión directa de la verdad. Esa transmisión es satsang. El satsang confirma tu verdadera identidad como conciencia pura, libre de todo aquello que es percibido como una limitación.

Cuando se escucha esta buena nueva, cuando realmente se la escucha, se produce una apertura sin medidas. Nadie ha descrito jamás una finalización de la autorrealización. Lo que sí tiene un fin es la preocupación de imaginarte que eres una entidad separada de la conciencia sin límites.

La autorrealización no es algo que pueda ser capturado en palabras. Aunque usaremos palabras, ninguna ha sido capaz de expresar o tocar la gloria del verdadero ser. Yo estoy aquí para indicarte eso, para celebrarlo y para reírme de la endeble excusa de que eso podría realmente ser obstruido por cualquier cosa.

Yo no tengo nada que enseñarles. La autorrealización no tiene nada que ver con aprender. No te estoy pidiendo que recuerdes nada. No te estoy pidiendo que hagas nada o que obtengas nada nuevo. No se necesita nada nuevo. Te estoy pidiendo que te des cuenta de que ya eres eso que quieres. Y estoy simplemente sugiriendo, como mi maestro lo sugirió a mí, y como su maestro se le sugirió a él, que te tomes un instante, una milésima de segundo, para permitir que la actividad de la mente se detenga. En esa milésima de segundo, ¡qué descubrimiento se produce! En esa milésima de segundo recibes la invitación a entregarte a lo que se revela cuando la atención no está centrada en el cuerpo, el pensamiento, la emoción o la circunstancia. ¡Este es un instante de suma importancia! En este instante, el cuerpo desaparece. En este instante de silencio perfecto descubres lo que está permanentemente presente, lo que siempre estuvo aquí, lo que tú eres permanentemente. Este instante de silencio es la invitación al verdadero refugio, al verdadero retiro, a la verdadera paz, independientemente de todo lo que va y viene.

¡Qué instante es este! En este instante no estás viviendo en el pasado, no estás especulando sobre el futuro y no estás analizando el presente con relación al pasado o al futuro. En este instante, no hay ninguna preocupación mental, no hay existencia condicionada. Solamente hay conciencia, pura y prístina. En este instante estás en satsang.

De alguna manera, por pura buena suerte, tu conciencia individual ha sido llamada a satsang. Has escuchado las palabras que dicen que tú eres la verdad personificada. Ahora eres libre para descubrirte a ti mismo como la verdad. Eres libre para descansar en esa verdad. Eres libre para ser feliz, independientemente del cuerpo, de los pensamientos, las emociones o las circunstancias. Eres libre para ser quien verdaderamente eres.

Bienvenido a satsang. Gangaji, 2002