Ejercicio para trabajar el miedo al Médico-Dentista

 
 
 
 
Con este ejercicio trabajaras tus miedos e inquietudes cada vez que tienes que ir a hacerte una revisión médica o prueba ,así como las derivadas de tus visitas al odontologo
Te recomiendo que previamente hagas algún ejercicio de relajación antes de escuchar este audio de autohipnosis .
Un abrazo hondo y espero que te sea provechoso
Cualquier duda contactar através de mi blog o página web
www.mundotranpersonal.com
http://soraya-founty.blogspot.com.es/
 
 
 

Lo que le sucede a un ser querido es como si nos sucediera a nosotros mismos






A quien quieres, eres: para tu cerebro, lo que le pasa a un ser querido te pasa a ti mismo

La neurociencia descubre que en el cerebro humano lo que le sucede a un ser querido se experimenta como si nos sucediera a nosotros mismos.



No le pregunto a la persona herida cómo se siente,
yo mismo me transformo en esa persona herida.
-Walt Whitman, Song of Myself


El amor, el cariño, el respeto por el otro y la amistad podrían agruparse en torno a una habilidad que poseemos los seres humanos: la empatía. Indudablemente esta capacidad empática es materia prima fundamental de nuestra existencia y, tal vez, apela al sentimiento más auténtico que una persona puede gestar. Incluso podríamos especular sobre el papel que juega la empatía en la evolución y la supervivencia de nuestra especie o, como advertía Roger Ebert, “creo que la empatía es la máxima virtud de una civilización”.

Si bien los alcances de la empatía son, creo, plenamente comprobables mediante la experiencia individual, lo cierto es que la nitidez de este fenómeno se manifiesta tangiblemente incluso a nivel neuronal. Hace unos meses, investigadores de la Universidad de Virginia concluyeron, tras una serie de experimentos con escáneres de resonancia magnética para monitorear la actividad cerebral, que cuando existe un lazo de afecto y familiaridad con otra persona, nuestro cerebro la experimenta como si fuésemos nosotros mismos.

Lo primero que descubrieron fue que nuestro cerebro distingue tajantemente entre los extraños y aquellos a quienes ‘conocemos’. Y luego hallaron que aquellas personas que asignamos a nuestra red social se funden con nuestro sentido de ser a un nivel neuronal –fenómeno que se intensifica entre mayor es el lazo de afecto. James Coan, uno de los psicólogos involucrados en el estudio, advierte al respecto:

Notamos que, mediante la familiaridad, otras personas pasan a formar parte de nuestro propio ser [...] Nuestro yo termina por incluir a esas personas con quienes experimentamos cercanía. Esto posiblemente se debe a que los humanos necesitan de amigos y aliados con quienes puedan unir fuerzas y concebirlos de la misma manera en que se autoconciben. Y cuando las personas pasan más tiempo juntas, entonces esta similaridad se refuerza.

El experimento consistió en escanear la actividad cerebral de 22 personas. Los voluntarios eran advertidos de que recibirían sutiles shocks eléctricos. Ante esta amenaza, sus reacciones fueron contrastadas con aquellas en que existía la posibilidad de que un ser querido fuese a recibir el mismo tratamiento. La respuesta neuronal era casi idéntica en ambos casos, lo cual no ocurría cuando se trataba de una virtual amenaza contra un desconocido (consulta aquí el estudio completo).

Esencialmente se diluye la frontera entre el “yo” y el “otro”. Nuestro ser pasa a incluir aquellas personas que nos son cercanas. Si un amigo está bajo amenaza, en nuestro interior ocurre lo mismo que si nosotros estuviésemos amenazados. Somos capaces de entender el dolor o la contrariedad que él puede estar atravesando, tal como podemos entender nuestro propio dolor.



In Lak’ech (tú eres mi otro yo)
Saludo tradicional Maya



Algunas reflexiones al respecto
Al leer el estudio en cuestión, además de emocionarme, no pude evitar preguntarme qué sucede, entonces, cuando lastimamos a un ser querido. Seguramente al estar molesto con un amigo, porque a su vez nos sentimos ofendidos, nuestro cerebro es capaz de removerlo temporalmente de esa región neuroafectiva y por lo tanto podríamos infligirle un daño. Sin embargo, para que eso ocurriese primero él habría tenido que hacer lo propio, previo a incurrir en el acto que produjo nuestra reacción. Y en este sentido sólo quedaría apelar al sentimiento de autodestrucción, es decir, el concebir a alguien como un “yo mismo” no le exime de mi deseo de, en ciertas circunstancias, lastimarlo, pues ni siquiera mi propio “yo” está a salvo de mi propia destrucción. Consecuentemente, si yo dejase a un lado las prácticas autodestructivas, difícilmente lastimaría a mis seres queridos.

La segunda reflexión que podría detonar este fenómeno es cómo podríamos llegar a ese paraíso empático en el cual realmente concibiésemos a cualquier persona, querida o no, como un propio yo. Cómo eliminar esa distinción entre aquellos a quienes me une el afecto y esas personas a quienes considero simples desconocidos. Lo anterior no para demeritar los lazos de afecto que experimento por “los míos”, sino para derramar este mismo sentimiento de forma incluyente, y así consumar una postura, asumo, impecable, en lo que respecta a la tolerancia, la comprensión, y el respeto por el otro.

En fin, supongo que nos toca, a cada uno, encontrar este tipo de respuestas, pero no por ello deja de resultar fascinante la simple idea de concebir que, más allá de la poesía o la metáfora, realmente tenemos la capacidad de fundir el yo con el otro.
 

Por: Javier Barros Del Villar
Twitter del autor: @ParadoxeParadis
Fuente. http://pijamasurf.com/

EL MONASTERIO CUÁNTICO :VIVENCIA EL AHORA








Nos han enseñado a creernos únicamente una persona, un cuerpo-mente mortal. Desde esta perspectiva es imposible vivir en un estado tranquilo de mente, ese bienestar subjetivo pacífico y constante que es en última instancia nuestra verdadera naturaleza. Y nos vemos compelidos a buscar en el exterior la felicidad y plenitud que no sabemos encontrar en nosotros. Y en semejante contexto, rodeados de los demás miembros de la sociedad que comparten esta misma visión dual, se desarrolla en nosotros desde la niñez un flujo incesante de pensamientos que creemos es la herramienta perfecta para resolver todos nuestros conflictos. Es más, estamos absolutamente seguros de que somos los pensadores de nuestros pensamientos e imaginaciones. Y miles de veces a lo largo del día nos basamos en la memoria de nuestra historia personal para reforzar dichas programaciones.



¿Pero, es este el único modelo de realidad, o existen otras formas de percibir el mundo y a nosotros mismos? Amigo lector te  invito a investigarlo juntos



Concentra tu atención y para de pensar por un momento. Obsérvate leyendo. Insisto, detente y mira lo que haces justo ahora mismo. Comprueba que es únicamente ahora cuando puedes respirar, sentir, tocar, oír, o hacer lo que estés llevando a cabo. En cuanto a tu pasado son pensamientos que tienes ahora y de igual modo tu futuro solo lo imaginas en este momento. No puedes alargar tu mano y alcanzar el vaso de agua que beberás en otra habitación dentro de 10 minutos. Por favor, comprueba si estas afirmaciones son o no son reales en tu experiencia de este momento.



Otra exploración. ¿Eres capaz de detener tus pensamientos durante uno o dos minutos? ¿Estás escogiendo los pensamientos e imágenes que cruzan ahora por tu cabeza? Si te es imposible lograrlo comprobarás de primera mano que no piensas lo que deseas. Una vez investigues en profundidad estos extremos y poco a poco te vuelvas el testigo de tu mente, asumirás que mucho de tu sufrimiento se genera ahí y acabarás liberándote de su esclavitud.



Y una última reflexión: Si consigues volver a concentrarte en este momento presente, fíjate en eso en ti, la Consciencia que está conociendo esto que lees. Es el Observador de los físicos cuánticos. Mírate mirando. Verás que esta capacidad de conocer, esto que percibe los sonidos, es lo más íntimo de ti. Sin la Consciencia tu no podrías ver ni darte cuenta de todo lo que te rodea ahora mismo, incluidas todas tus sensaciones corporales en este momento. El mundo y tu no existiríais. Tu solo puedes percibir aquello que se presenta en este instante. Por tanto, cuando te encuentres con alguien no pienses y actúes según lo que crees ser, vive de primera mano, muda tu identidad desde creerte ese personaje que piensas que eres, a este percibir directo y bondadoso que es tu auténtica identidad.



Estas y otras consideraciones se exponen en “El Monasterio Cuántico”, una novela budista que nació a partir de una estancia en el reino himalayo de Bután. La relación que mantuve con maestros tibetanos de meditación sus monasterios y sus ceremonias ancestrales, y mi formación profesional, fue dando forma a un relato donde convergen misticismo, ciencia y filosofía. en un contexto de acción.



Se ofrece un texto ameno donde se dialoga directamente con el lector invitándole a experimentar de primera mano este Aquí, su paz, su vivacidad, y al Conocedor de todo ello. ¿Querrías explorar algunos acercamientos a tu verdadera identidad y a la vez pasarlo bien?
Encontrarás “El Monasterio Cuántico” en http://www.sb-ebooks.es/l/monasterio-cuantico-2/ Un abrazo. Correo electrónico del autor vicentgovil@hotmail.com

Vicente Goyanes


Vicente Goyanes (Cuenca 1943) Doctor en Medicina, investigador y profesor universitario en España y USA ahora retirado, fue miembro de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias y de la Academia de Ciencias de Nueva York. Su experiencia en meditación, autoayuda y psicología transpersonal procede de sus estudios durante 32 años sobre filosofía Advaita, Zen, Meditación de Atención Plena y Gestalt en España, Francia, USA, India y Bután. Habiendo impartido cursos sobre Mindfulness para prevenir y tratar la depresión en pacientes oncológicos y personal facultativo. Co-autor de la novela “Bhairava, la voz del silencio” (2008). Correo electrónico: vicentgovil@hotmail.com
 
Aquí puedes descargar un previo de la obra :

http://www.sb-ebooks.com/wp-content/uploads/VICENTE-GOYANES-El-monasterio-cuantico.pdf




No hay que hacer nada para conseguir ser lo que ya eres, tan solo parar y abrirse a darse cuenta de lo que hay, lo que Es y ha sido siempre.




ver también en Youtube :http://www.youtube.com/watch?v=8VvDac_Z24g


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Un abrazo Hondo y mi eterno agradecimiento .
Soraya Founty
Psicóloga Colegiada P-0860
Terapeuta Integral


La adicción por el azúcar se puede equiparar a la de cualquier otra droga





Cuántas veces nos hemos obsesionado con perder peso y solo hemos mirado las grasas que ingerimos. Numerosos expertos alertan de que no solo es la grasa la que nos hace engordar sino que los azúcares añadidos son la verdadera causa de que cojamos esos kilos de más, a los que tanto cuesta decir adiós.
El verdadero problema del azúcar es que es tan adictivo como las drogas, de hecho, algunos investigadores lo comparan a la adicción que crea la cocaína, la morfina o el tabaco.

Además, en menores puede tener efectos más que negativos como, por ejemplo, crear problemas de irascibilidad o hiperactividad. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el azúcar constituya menos del 10% de la dieta diaria del niño, 10 gramos de azúcar por cada 100 gramos de comida.

Estas afirmaciones cuentan con bases científicas como ya demostró en 2013 el laboratorio del Connecticut College al realizar un experimento con ratones que podían elegir entre la cocaína y el azúcar. La gran mayoría se decantó por el azúcar, incluso alguno de los roedores que ya había probado la cocaína y que se suponía que contaba con esa adicción previa eligieron el dulce.

Debido a estos estudios, algunos expertos solicitan a las empresas que dedicadas a la producción de productos con alto contenido en azúcar que lo reduzcan al menos en un 30% en los próximos años para evitar que aumenten los casos de diabetes y obesidad.

En este sentido, Naciones Unidas va más allá y señala que ‘existen pruebas evidentes que demuestran el vínculo que existe entre refrescos y comida con azúcares añadidos y la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares’.


"Como yo quiera": Qué hago cuando mi pareja no responde a mis expectativas....



Observo que si cada vez que mi pareja no responde a mis expectativas me alejo de ella y justifico mi rabia, ¿acaso no hago otra cosa que alimentar mis limitaciones y carencias?


Cuando éramos niños y no podíamos conseguir lo que nos gustaba, nuestra defensa consistía en huir y llorar nuestra rabieta. El tratar de ponerse en el lugar del otro y calibrar diferencias era misión imposible, el natural egocentrismo nos ocupaba. Nuestra mente ha crecido, y con ella el don de la consciencia o darse cuenta. Es por ello que los obstáculos que llegan si bien en tiempos pretéritos nos frustraban y descolocaban, ahora son desafíos superables en múltiples lecciones de vida. Por de pronto, recordemos que de entre todos los seres de la humanidad, a quien algún día atrás elegimos como pareja, es esa persona irrepetible y única que hoy nos acompaña. Y si de alguna forma las cosas son así, convendrá reconocer que algún aspecto de dicha unión trasciende la mente lógica.


¿Afinidades? ¿Proyectos en común? ¿Necesidades y carencias puntuales? ¿Sombras comunes? ¿Resonancias sistémicas?… En realidad todas ellas más o menos visibles o encubiertas, finalmente tendrán cierto sabor a no casuales y destinadas.

Si deseamos una relación cooperativa y sana convendrá evitar eso de “cambiar al otro” y tratar de hacerlo a nuestra manera. En realidad además de ser misión imposible, el hecho de tratar de condicionar al otro hacia los propios intereses, más se parece a una relación parental que a una unión de adultos iguales que se desarrollan con sus diferencias. Una cosa es aportar y sostener nuestros puntos de vista y otra muy distinta, manipular para que se nos complazca.

En realidad más pronto que tarde comprendemos que desde una base de afinidad, las opiniones y perspectivas diferentes entre nuestra pareja y nosotros, lejos de separar y ser síntomas de desamor, lo que pueden hacer es ampliar nuestra mirada.

¿Por qué las tradiciones han creado un noviazgo antes del famoso “sí quiero” para toda la vida? De alguna forma durante este periodo, se afinan sintonías con quien viviremos en un futuro día a día. Tengamos en cuenta que a la hora de constituir pareja, lo queramos o no, valoramos la compatibilidad, al tiempo que no sin magia y causalidad, anhelamos encontrar fundamentos afines, así como niveles de consciencia equilibrados y valores en resonancia.

Los aspectos y características psicológicas opuestas que nuestras parejas expresan y que en principio tienden a ser tan atractivas como odiosas, están orientadas a la ampliación de nuestra perspectiva. Si no se tienen en cuenta las leyes de la sintonía cardíaca, la calidad de nuestra convivencia nos lo hará pronto saber con tensiones y guerrillas. Y si por calmar la sed de una carencia, seguimos adelante con quien tan sólo alivia la herida, pero poco o nada mueve nuestra alma, sabremos muy dentro que una vez colmada nuestra carencia, su muerte del eros estará anunciada.

Todos buscamos el tesoro del amor, y para ello permanecemos atentos a que llegue un día, y a la vida se le ocurra llamar a la puerta. Es entonces cuando emprendemos el recorrido iniciático y nos lanzamos al abismo de la gran aventura. Intuimos que habrá días de Sol junto a muchos otros que serán de tormenta. Y aunque la mente bulla en un mar de dudas, en el fondo nos da igual, el corazón tiene certeza. Son momentos en los que sabemos que lo que nos impele a realizar el gran cambio y saltar, no es otra cosa que la necesidad imperiosa por la que salir de lo conocido o morir de mediocridad. No hay otra que avanzar y descubrir, o bien asumir una agonía lenta y tediosa.

Nuestra vida anterior ya no es posible y queremos vivir como esos pocos locos que también sienten y sin nada que perder, arriesgan. Sabemos que hay que elegir entre avanzar o protegerse, y también sabemos que el quedarse y optar por lo seguro es entregar al miedo la victoria. Si por el contrario vence la locura que nos hace vulnerables ante el amor, entonces no es otra cosas que coraje y coherencia. Y si esta aventura dura tres días o treinta años, pues lo que hay, ningún arrepentimiento y sin embargo un paso más en el puente al alma.

Por José María Doria