¿Que es una emergencia espiritual?




No es posible despertar a la consciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina imaginando figuras de luz, sino por hacer consciente la oscuridad.

Carl Gustav Jung

¿
Estas en un proceso de transformación personal y no sabes muy bien que te ocurre con respecto a lo que sientes?.

¿Te da la sensación de que algo no va bien, que te sientes mal, que estas incómoda?.

¿A ocurrido algo traumático en tu vida y desde entonces ya nada parece ser lo mismo?

¿Te has dado cuenta de que ya no sabes?

Definimos como Emergencia Espiritual todas esas situaciones críticas que vive un ser humano, algunas , incluso , de carácter traumático. Éstas dan lugar a una plena transformación del individuo.

La Emergencia Espiritual da lugar al Despertar Espiritual; aunque en un principio, este proceso de Despertar se manifiesta de forma muy desagradable para el individuo.

Por lo que se puede resumir diciendo:

La Emergencia Espiritual es el Despertar Espiritual a través del trauma.

Vendría a ser como “abrir la caja de los truenos” que ya existían en nuestro interior. Y digo “truenos” porque todas esas percepciones de tipo espiritual no tienen nada de luminoso y bello.

En este extracto del libro “En busca del Ser” de Christina Grof & Stanislav Grof se abordan estas preguntas de modo que facilitan la comprensión de ese tránsito en muchos casos “doloroso”, y conseguir con ello la fuerza necesaria para no bajar la guardia, y dejar que el proceso fluya de forma natural; solo permitiendo y aceptando lo que venga, sin interrupciones, conseguiremos trascender esa etapa para alcanzar la plenitud y sentir nuestra autenticidad.


¿Qué es una emergencia espiritual?

Aunque los valores espirituales han sido en general reemplazados por consideraciones materialistas o sencillamente ignorados en la sociedad moderna, ahora se hace cada vez más evidente que el deseo de trascendencia y la necesidad de un desarrollo interno son aspectos básicos y normales de la naturaleza humana.

Los estados místicos pueden ser profundamente curativos y tener un importante impacto positivo en la vida de quien los experimenta. Es más: muchos episodios difíciles en los estados alterados de conciencia pueden considerarse crisis de transformación y de apertura espiritual. Las experiencias tormentosas de este tipo — emergencias espirituales, como las hemos llamado— han sido descritas en repetidas ocasiones en textos sagrados de todas las épocas como momentos duros en el sendero místico.

Las emergencias espirituales pueden definirse como etapas críticas y difíciles de atravesar en una profunda transformación psicológica que abarca todo nuestro ser. Se dan como estados alterados de conciencia, e implican emociones intensas, visiones y otros cambios sensoriales, pensamientos extraños y diversas manifestaciones físicas. Estos episodios suelen estar relacionados con cuestiones espirituales; incluyen secuencias de muerte y renacimiento psicológico, experiencias que parecen ser recuerdos de vidas pasadas, sentimientos de unidad con el universo, encuentros con diversos seres mitológicos y motivos similares.


¿Qué desencadena una emergencia espiritual?

En la mayoría de los casos se puede identificar la situación que disparó la crisis de transformación: puede ser un factor físico primario, como una enfermedad, un accidente, una operación, un cansancio físico extremo o una prolongada falta de sueño. Circunstancias como éstas son capaces de bajar la resistencia psicológica al debilitar al cuerpo, y, además, al funcionar como poderosos recordatorios de la muerte y la fragilidad de la vida humana.

El ejemplo más dramático en esta categoría es la emergencia espiritual que sigue a una experiencia cercana a la muerte asociada a una grave crisis biológica, lo que permite acceder a experiencias trascendentales muy profundas. En las mujeres, una crisis de transformación puede ser desencadenada por la combinación del estrés físico y emocional durante el parto. Ya que dar a luz es una situación en la que existe el peligro de perder la propia vida, hay un elemento de muerte en cada nacimiento; esta experiencia lleva así a la madre a las fronteras mismas de la existencia individual: su comienzo y su fin. Esta es también la zona intermedia entre lo personal y lo transpersonal.

En algunas instancias, un aborto natural o provocado puede jugar el mismo papel. A veces una transformación psicoespiritual puede comenzar durante relaciones amorosas intensas y emocionalmente desbordantes.

El sexo también tiene una dimensión transpersonal importante: por un lado, es un vehículo para trascender la mortalidad biológica porque es capaz de producir una nueva vida; por el otro, nene una profunda conexión con la muerte. De hecho, los franceses llaman ‘ pequeña muerte” al orgasmo. Una unión sexual que se da en el contexto de un lazo emocional poderoso puede convertirse en una profunda experiencia mística: todas las fronteras individuales parecen disolverse y la pareja se siente reconectada con su origen divino. Además de ser la unión biológica de dos seres huma nos, una situación de este tipo puede ser experimentada como la unión de los principios femenino y masculino, y alcanzar dimensiones divinas.

La profunda relación entre sexualidad y espiritualidad es conocida y cultivada en las tradiciones espirituales tántricas. En otros casos, el comienzo de una emergencia espiritual puede rastrearse hasta hallar una experiencia emocional muy fuerte, en especial una implique una gran pérdida, tal vez el fin de una relación amorosa importante, un divorcio, la muerte de un hijo, un padre u otro pariente cercano. Con menor frecuencia, el acontecimiento desencadenante es un desastre financiero inesperado, una serie de fracasos o la pérdida de un trabajo.

En algunas personas la gota que rebalsa el vaso puede ser la experiencia con una droga alteradora de la conciencia, o una sesión de psicoterapia intensa. Se conocen casos en los que una crisis de transformación comenzó en tus Sillón de dentista con la extracción de una muela utilizando oxido nitroso. La era de la experimentación descontrolada con drogas psicodélicas catapulto a mucha gente hacia la apertura espiritual, y a algunos de ellos hacia la emergencia espiritual. También hemos visto casos en los que una droga recetada por razones de salud fue el factor desencadenan te. Una sesión de hipnosis llevada a cabo con la intención de aliviar un terrible dolor de cabeza puede inesperadamente producir una experiencia de muerte y renacimiento, recuerdos de vidas pasadas y otros dominios espirituales de la psique que resultaran difíciles de asimilar.

Lo mismo ocurre con sesiones de psicoterapia experiencial que no se resuelven exitosamente. La amplia variedad de aparentes desencadenantes de la emergencia espiritual sugiere que lo más importante es la predisposición del individuo para la transformación interna, mucho más que los estímulos externos. Pero si buscamos un común denominador o un camino final en las situaciones desencadenantes, encontraremos que todas estas situaciones conllevan un cambio radical en el equilibrio entre los procesos conscientes e inconscientes. Algo ocurre que favorece el funcionamiento del inconsciente al extremo de que éste supera las percepciones comunes.

En ocasiones, las defensas del ego pueden verse debilitadas por una agresión biológica; en otros casos, un trauma psicológico interfiere con los esfuerzos de la persona, orientados hacia lo externo, redirigiéndola hacia su mundo interior. El catalizador más importante de una emergencia espiritual es un profundo compromiso con distintas prácticas espirituales.

De hecho, muchas de estas han sido diseñadas para facilitar la experiencia mística al aislar al buscador de las influencias externas y orientarlo hacia su inundo interior. Es fácil de imaginar el impulso espiritual que surge de las formas activas de la adoración religiosa, como bailar en trance, los giros sufies, la percusión de tambores, las salmodias o las letanías. Pero las crisis de transformación también pueden comenzar de manera menos dramática como la meditación sentada o en movimiento, la contemplación y la oración devocional.

En la medida en que disciplinas espirituales tanto orientales como occidentales ganan popularidad, más y más gente parece experimentar crisis de transformación relacionadas directamente con sus prácticas. Se han puesto en contacto con nosotros en repetidas ocasiones personas cuyas experiencias ocurrieron durante la práctica de la meditación zen, la meditación budista vipassana, el Yoga Kundalini, los ejercicios sufies, la oración cristiana o la contemplación monástica. 



Extracto de “En busca del Ser”.- Guia para el crecimiento personal
Christina Grof & Stanislav Grof



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El amor, el miedo o la ira crean reacciones físicas en partes diferentes del cuerpo


 
La mayoría de los participantes en el estudio coincidieron en señalar las mismas zonas del cuerpo para la misma emoción. / Cortesía de: courtesy of Lauri Nummenmaa, Enrico Glerean, Riitta Hari, and Jari Hietanen

 
 

Cada emoción tiene su propio mapa corporal de sensaciones, según un estudio. La localización física de las emociones es universal e independiente de la cultura


La muerte de un ser querido llega a provocar dolor físico como el amor acelera el ritmo cardíaco o el miedo y la ira rigidez muscular. Pero ¿estas sensaciones físicas disparadas por emociones son universales o responden más a estereotipos culturales como el corazón partío de Alejandro Sanz? Tras crear el posiblemente primer mapa corporal de las emociones, investigadores finlandeses apuestan más por lo primero. A cada emoción, responde una determinada zona del cuerpo y esto sucede con personas que hablan diferentes lenguas o pertenecen a distintos países.

Todas las emociones básicas, desde la ira hasta la tristeza, tienen un correlato somático. El nerviosismo ante una entrevista de trabajo puede provocar sudoración en las manos y la tristeza, pesadez en las piernas. Son mecanismos biológicos que preparan o responden a estímulos del entorno. Pero no estaba claro si ante metáforas como la de las mariposas en el estómago todos sintieran el revoloteo de estos lepidópteros en la misma zona del cuerpo y menos aún si lo hacían igual un finlandés, un sueco o un chino.

“Pues sí, parece que todas las emociones que hemos estudiado aparecen asociadas con diferentes mapas de sensaciones corporales”, dice el profesor de neurociencia cognitiva de la Universidad de Aalto en Finlandia,
Lauri Nummenmaa. Junto a varios colegas, Nummenmaa realizó una serie de cinco experimentos sucesivos en los que una muestra de 703 personas debían localizar en qué lugar de su cuerpo percibían el impacto de cada una de las emociones más básicas y otras más complejas. Entre las primeras contaron la ira, el miedo, el asco, la felicidad, la tristeza o la sorpresa. Entre las segundas, en parte constructo en parte naturales, aparecen la ansiedad, el amor, la depresión, el desprecio, el orgullo (en el sentido de sentirse orgulloso), la vergüenza y la envidia.

Situados ante una silueta humana en blanco, pidieron a los participantes que colorearan las zonas del cuerpo que se activaban más o menos mientras leían las palabras usadas para nombrar a cada una de las 13 emociones analizadas. Debían usar el rojo para las zonas de mayor sensación y el azul las de menor activación. Para el conjunto de emociones, comprobaron que la mayoría de los participantes (por encima del 73%) coincidían en las zonas coloreadas creando los mismos mapas de sensaciones corporales.

Según publican en
PNAS, vieron además que el conjunto de las emociones positivas, como la felicidad, el amor o el orgullo crean mapas sensoriales que se solapan, aunque algunos son más extensos que otros. En concreto, las dos emociones que más se sienten, casi recorriendo todo el cuerpo, son el amor y la felicidad (o alegría). “Nosotros, por supuesto, no sabemos la razón de fondo. Pero se puede especular con que las emociones positivas asociadas a, por ejemplo, estar con los seres queridos o en situaciones emocionantes, pueden provocar una respuesta global preparatoria en el sistema locomotor con el fin de asegurar los beneficios sociales de la situación”, sostiene el investigador finlandés.

Sin embargo, las reacciones sensoriales a las emociones negativas no se solapan pero sí se muestran emparejadas. Así, los mapas de ira y miedo son muy similares entre sí, como lo son también el de la ansiedad con el de la vergüenza o el de la tristeza con el de la depresión. Sí se coinciden prácticamente los creados por el asco, el desprecio y la envidia.

En general, las emociones básicas sean negativas o positivas activan sensaciones en el tronco superior. Allí es donde residen los órganos vitales y se inician procesos somáticos como el ritmo cardíaco o la respiración. En particular, la zona de la cabeza se ve golpeada por todas las emociones. Pero hay diferencias de intensidad según sea la emoción. Así, las extremidades superiores se hiperactivan con la ira o la felicidad y menos con la tristeza. Las emociones no básicas provocan una significativa menor respuesta corporal.

“Hemos llegado a la conclusión de que estos mapas reflejan los cambios corporales sistemáticos asociados con cada emoción, es decir, cada una desencadena un patrón funcional específico en el cuerpo que se corresponde con la forma en que trata de proteger nuestra mente y nuestro cuerpo”, asegura Nummenmaa.
El mismo mapa en diferentes culturas

Para descartar que la carga significante de las propias palabras desvirtuaran el resultado, repitieron el experimento con dos grupos lingüisticos muy diferentes, por un lado hablantes del finés (una lengua urálica) y, por el otro, de sueco (lengua germánica). No apreciaron diferencias significativas entre los mapas sensoriales creados en cada una de las lenguas.

Aún así, las palabras, independientemente del idioma que sea, pueden portar una carga emotiva por sí mismas. Por eso, completaron el estudio con cuatro experimentos más. Buscaban inducir en los participantes cada estado emocional mediante series de fotografías, la lectura de relatos cortos, el visionado de películas o expresiones faciales. Aunque en ninguno de los materiales aparecían las palabras ira, alegría, tristeza… su contenido sí buscaba transmitir cada una de esas emociones. De nuevo, y para cada uno de los materiales audiovisuales, los participantes crearon mapas corporales de sus sensaciones que prácticamente coincidían con los generados tras leer las palabras.

Por último, para comprobar si estas observaciones podrían tener validez universal. Repitieron las pruebas con un grupo de taiwaneses y en su idioma natal. Los resultados seguían coincidiendo. Para Nummenmaa, ”las sensaciones corporales parecen tener un origen biológico más que ser una construcción lingüistica o cultural, ya que son muy similares en las distintas culturas y lenguas estudiadas”.
'Bodily maps of emotions' DOI: 10.1073/pnas.1321664111
 
 

La parábola de los diez necios


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El Brahma Jnana (Realización, Conocimiento del Ser) no es un conocimiento que tenga que ser adquirido, de modo que al adquirirlo pueda uno obtener la felicidad. Es la propia perspectiva ignorante de uno lo que hay que abandonar. El Sí mismo que tratas de conocer eres verdaderamente tú mismo. Tu supuesta ignorancia te causa una innecesaria aflicción, como la de los diez necios que lamentaban la «pérdida» del décimo hombre, que jamás se había perdido.

Los diez necios de la parábola vadearon un río y, al alcanzar la otra orilla, quisieron asegurarse de que realmente todos ellos habían cruzado sanos y salvos la corriente. Uno de los diez empezó a contar, pero sólo contó a los otros y se excluyó a sí mismo de la cuenta. «No veo más que nueve» —dijo el más sentimental de los diez necios—, «lo hemos perdido». Y diciendo esto rompió a llorar, y los otros nueve lo imitaron.

Viéndolos llorar así a la orilla del río, un viajero compasivo les preguntó la causa. Ellos le contaron lo sucedido y dijeron que incluso después de haberse contado varias veces, no pudieron encontrar más que nueve. Al oír el relato, pero puesto que veía a los diez ante él, el viajero comprendió lo que había ocurrido. Y para que ellos mismos se dieran cuenta de que eran realmente diez y de que todos habían cruzado sanos y salvos el río, el viajero les dijo: «Que cada uno de vosotros cuente por sí mismo, pero uno tras otro, en serie, uno, dos, tres y así sucesivamente a medida que yo os voy dando una bofetada a cada uno, de manera que todos podáis estar seguros de haber sido incluidos en la cuenta, e incluidos sólo una vez. Entonces encontraremos al décimo hombre "perdido"». Al oír esto, todos se alegraron ante la perspectiva de encontrar a su camarada "perdido" y aceptaron el método sugerido por el viajero.

Mientras el buen viajero iba dando una bofetada a cada uno de los diez por turno, el que recibía la bofetada se contaba a sí mismo en voz alta. «Diez», dijo el último al recibir a su vez la última bofetada. Perplejos, se miraron unos a otros. «Somos diez», dijeron al unísono y agradecieron al viajero que los hubiera liberado de su aflicción.

Esa es la parábola. ¿De dónde fue sacado el décimo hombre? ¿Estuvo perdido alguna vez? Al saber que había estado allí todo el tiempo, ¿aprendieron ellos algo nuevo? La causa de su aflicción no era la pérdida real de ninguno de los diez, sino su propia ignorancia, o más bien la mera suposición de que uno de ellos se había perdido —aunque no pudieran encontrar de quién se trataba— porque sólo contaban nueve.

Eso es lo mismo que te ocurre a ti (le habla a la persona que le había preguntado previamente, la destinataria directa de estos comentarios). En realidad no hay ninguna causa para que seas desdichado e infeliz. Tú mismo impones limitaciones a tu verdadera naturaleza de Ser infinito, y después lloras porque te parece que no eres más que una criatura finita. Entonces emprendes una sadhana (práctica espiritual) u otra para trascender esas limitaciones inexistentes. Pero si tu propia sadhana da por supuesta la existencia de las limitaciones, ¿cómo puede ayudarte a trascenderlas?

Por consiguiente, te digo que sepas que eres realmente el Ser puro e infinito, el Sí mismo absoluto. Tú eres siempre ese Sí mismo y nada más que ese Sí mismo. Así pues, no puedes ser nunca realmente ignorante del Sí mismo; tu ignorancia es sólo una ignorancia en apariencia, como la de los diez necios respecto del décimo hombre "perdido". Esa es la ignorancia que les causaba aflicción.

Sabe, pues, que el verdadero Conocimiento no crea para ti un Ser nuevo, sino que sólo elimina tu "ignorancia ignorante". La Felicidad no resulta agregada a tu naturaleza, sino que simplemente se revela como tu estado natural y verdadero, eterno e imperecedero. La única manera de liberarte de tu aflicción es conocer y ser el Sï mismo. ¿Cómo puede ser eso inalcanzable?

Ramana Maharshi

El texto citado aparece en el libro "El Evangelio de Sri Ramana Maharshi", en el libro II, capítulo I.