"La vida es como una obra de teatro" - Sergi Torres

 


Dios en todas las cosas



Y esperando, he conseguido para ti un final:la presencia de Dios en todas las cosas.
— Goethe

Existe una poderosa quietud de la que brotan todas las cosas. Es una quietud que está más allá de las palabras. Sin embargo, a lo largo del tiempo, las personas han intentado nombrar lo innombrable. A esta quietud la han llamado Dios, el Tao, la Mente búdica, pero la quietud no es nada de todo eso. Desde siempre, las palabras no son más que meras indicaciones que apuntan hacia aquello de lo que es imposible hablar.

Por alguna razón, nos aterroriza esta quietud y nos pasamos buena parte de nuestra vida andando de puntillas para evitarla. La quietud es la vacuidad que lo devora todo: toda identidad, el pasado y el futuro, la esperanza, el miedo, el placer y el dolor. Sencillamente nos aterroriza perder nuestra humanidad y hundirnos en esta divinidad, aunque, ahí adentro, se encuentra nuestra salvación: morir, literalmente, en Dios —que es morir en todas las cosas porque todas las cosas son Dios.

Los árboles, los pájaros, las carreteras, los coches, la polución, la gente haciendo sus cosas todos los días, todo eso es Dios. El sufrimiento en los rostros de la gente, eso también es Dios. La sonrisa de la gente cuando se encuentra, las lágrimas cuando los seres queridos se separan, la rabia, la violencia, el miedo o el anhelo de deshacerse de todo eso, todo eso también es Dios. No existe nada —literalmente— que no sea Dios.

Por tanto, dividir a Dios con religiones, doctrinas e ideologías, y condensarlo en trozos del tamaño de las creencias sólo es idolatría. En cambio, esa división nunca es considerada idolatría sino «el camino hacia Dios». Todo camino hacia Dios implica que Dios no está ya aquí, ahora, y eso es negar al Dios que te está mirando directamente a los ojos en este preciso instante.

Mira a tu alrededor: ¿acaso no es esto Dios? Si no lo es, ¿dónde se Le puede encontrar? ¿Cuándo Lo vas a encontrar?

En vano buscas a Dios porque Lo tienes delante de ti, dentro de y siendo las cosas de este mundo. Alarga tu mano: ahí está la mano de Dios. Mira tus piernas: son las piernas de la divinidad. Ese pájaro que se acaba de posar en esa rama, ¿de verdad crees que eso no es una manifestación de Dios?

¡Mira! ¡Mira a tu alrededor! ¡Dios está en todo! Un Dios que no esté en todo es un Dios pequeño, un Dios de la mente, un Dios de creencias, religiones, pensamientos. ¿Acaso eso no se llama idolatría? ¿Acaso no se trata de un mero ídolo fabricado por la mente, fabricado por el hombre?

¡Deshazte de todo eso! Deshazte de todas las religiones, regresa a este momento y contempla al Dios que llevas buscando toda tu vida. Regresar al Ahora constituye la verdadera adoración, la verdadera oración, la verdadera meditación, la verdadera fe, porque sólo a Dios se Le puede ver, sentir, oír y experimentar ahora. ¿Sientes cómo respiras? ¿No es Dios el que respira a través de ti? ¿Sientes cómo te palpita el corazón dentro del pecho? ¿No es eso obra de Dios? ¿De verdad necesitas un futuro para poder encontrarlo? ¿No está contigo ahora mismo? ¿No te está mirando directamente a los ojos?


Dios me es más íntimo que yo mismo.
 
— San Agustín Fuente: Jeff Foster. La vida sin centro (Editorial Trompa de Elefante, Madrid 2009)

LA ACEPTACIÓN PROFUNDA

 

Así que cuando hablo de aceptación, lo hago desde un punto de vista diferente, tal vez, a como estuvimos acostumbrados a utilizar la palabra. Entonces, aceptación no se trata de yo (llevando a cabo) la aceptación: “tengo que aceptar este momento, tengo que aceptar mi miedo o tengo que aceptar este dolor”. Se podría decir que en un nivel mucho más profundo, ese océano que eres ya ha aceptado o permitido desde un principio esas olas. Cualquier ola que surja en el océano de ti ha sido, en cierto modo, ya aceptada. Ya ha sido aceptada porque está apareciendo, porque está aquí. Entonces, si está apareciendo un pensamiento, significa a nivel más profundo, que el océano que eres, ya aceptó ese pensamiento.

Si hay una sensación apareciendo en este momento, significa que el océano que ya eres está aceptando esa sensación. Está permitiendo ese sentimiento. Está permitiendo esta tristeza. Está permitiendo este dolor. Está permitiendo esta alegría. Si está surgiendo una ola en ti, significa, básicamente, que aquello que tú eres le ha dado el Si en cierto sentido. Y en cierto sentido, lo que tú eres ha dicho Si a este momento, exactamente como es. Así que esos pensamientos, esas sensaciones, esos sentimientos, incluso esa duda o esa confusión o ese dolor que aparece en este momento —a un nivel más profundo, lo que tú eres, ya lo está permitiendo, lo que tú eres ya lo está aceptando, lo que eres ya ha dicho que Si a ello. Entonces, aunque a un nivel superficial, algo parezca inaceptable para ti, para la mente, para el pensamiento, tu pensamiento podría decir: “esta tristeza no debería estar aquí” o podría decir, “esto es demasiada tristeza.” O un pensamiento incluso podría decir, “esta tristeza no es suficiente”, porque el pensamiento siempre está comparando y en el fondo, ese océano que eres ya está permitiendo esa tristeza.

Esa tristeza ya ha sido bienvenida en ti, por eso está ahí. Claro, en cierto modo, esto está en contra de nuestro sentido común por como fuimos enseñados y podría parecer, sobre todo cuando se escucha por primera vez, podría parecer una locura o sonar muy confuso. Pero realmente, no es algo que tú crees, es algo que empiezas a notar dentro de tu propia experiencia. Es como cuando la vida se convierte en una meditación constante, y te das cuenta de los pensamientos, de las sensaciones, de los sentimientos y empiezas también a notar a un nivel más profundo, que cualquier cosa que surja en este momento, incluso si se trata de algo muy intenso, que básicamente no es tu enemigo.

Pienso que este es el punto más importante, que si la tristeza está surgiendo en ti, aunque sea demasiado intensa, no se trata de un enemigo. Ninguna ola puede estar en contra del océano. Eso ya ha sido aceptado en ti. Entonces, lo que diría es que la vida es esa constante invitación a recordar esta naturaleza ya aceptada de experiencia presente. Así es como vemos que la aceptación no es algo que tú haces. No se trata de “ya acepté este momento” o “no acepto este momento”. Es notar a un nivel más profundo que este momento ya ha sido aceptado. A eso es a lo que me refiero cuando hablo de aceptación profunda. Es una aceptación que va más allá del “yo acepto” y del “yo no acepto”.

En cierto modo, es rendirse completamente a la vida. Es una total rendición. Es como reconocer tu total humildad ante la vida. Pero no es un sitio de impotencia ni pasividad. Diría yo que es completamente lo opuesto, porque se trata de descubrir ese “Si” de la vida que incluye todo. Es un “Si” a cada momento, pero no como algo por lo que tienes que luchar para lograr. No se trata de luchar para lograr decir “Si”, porque eso resultaría muy cansado, pienso, tratar de aceptar este momento aunque el momento sea muy difícil. Tratamos y tratamos y tratamos de aceptarlo. Puede resultar exhaustivo, tratar de aceptar este momento.

Pero incluso ese estar exhausto es parte de la invitación, darte cuenta, darte por vencido en ese intento de aceptar e identificar que en el fondo este momento ya fue permitido. Esos pensamientos, esas sensaciones, esos sentimientos, esas olas de experiencia ya han llegado, entonces, es demasiado tarde como para luchar contra ellos. Es demasiado tarde para aceptarlos y es ya demasiado tarde para evitarlos porque ya están aquí.



Transcripción de una entrevista con Jeff Foster, Noviembre de 2012
Traducción de Tarsila Murguia
Fuente: http://www.advaitainfo.com/entrevistas/jeff-foster-2012a.html
Documento completo de la entrevista en pdf