SI DAÑAS, ME DAÑAS



  Parvati es una de las diosas más amorosa, benevolente y misericordiosa del panteón hindú. Es la consorte de Shiva y se manifiesta como extraordinariamente compasiva. Cierto día, uno de sus hijos, Kartikeya, hirió a una gata con sus uñas. De regreso a casa, corrió hasta su madre para darle un beso. Pero al aproximarse al bello rostro de la diosa, se dio cuenta de que ésta tenía un arañazo en la mejilla.
--Madre -dijo Kartikeya-, hay una herida en tu mejilla. ¿Qué te ha sucedido?
Con sus ojos de noche inmensa y profunda, la amorosa diosa miró a su querido hijo. Era su voz melancólica y dulce cuando explicó:
--Se trata de un arañazo hecho con tus uñas.
--Pero, madre -se apresuró a decir el joven-, yo jamás osaría dañarte en lo más mínimo. No hay ser al que yo ame tanto como a ti, querida madre.
Una refrescante sonrisa de aurora se dibujó en los labios de la diosa.
--Hijo mío -dijo-, ¿acaso has olvidado que esta mañana arañaste a una gata?
--Así fue, madre -repuso Kartikeya.
--Pues, hijo mío, ¿es que no sabes ya que nada existe en este mundo excepto yo? ¿No soy yo misma la creación entera? Al arañar a esa gata, me estabas arañando a mí misma.

*El Maestro dice: Al herir, te hieres. A quienquiera que dañes, te dañas a ti mismo.

Psicología Perenne :¿Qué tienen en común las diferentes religiones y tradiciones espirituales ?



Para Ken Wilber lo que hay de comúnen la herencia espiritual humana se pueden resumir en siete puntos fundamentales:

1.- El espíritu existe

2.- El espíritu está dentro de nosotros

3.- A pesar de ello, la mayor parte de nosotros vivimos en un mundo de ignorancia, separación y dualidad, en un estado de caída ilusorio, y no nos percatamos de ese espíritu interno.

4.- Hay una salida para ese estado de caída, de error, de ilusión; hay un camino que conduce a la liberación

5.- Si seguimos ese camino hasta el final llegaremos a un renacimiento, a una liberación suprema.

6.- Esa experiencia marca el final de la ignorancia básica y el sufrimiento.

7.- El final del sufrimiento conduce a una acción social amorosa y compasiva hacia todos los seres sensibles.


Además de la suma de estos siete puntos los maestros de la espiritualidad humana comparten también el camino que sugieren para alcanzar esta conciencia: la experiencia directa. Sus afirmaciones no se basan en meras creencias, ideas, teorías o dogmas, sino en la experiencia directa, en la experiencia espiritual Real. Y es esto lo que diferencia a los verdaderos místicos de los religiosos dogmáticos.

La experiencia mística no es algo que se pueda traducir en palabras, sin embargo lo mismo ocurre con la mayor parte de las experiencias, ya sea un amanecer o una sinfonía de Mózart.

A lo largo de décadas, siglos y milenios, los místicos han estado comprobando y refinando las experiencias y creando un record de constancia histórica que haría palidecer incluso a la ciencia moderna.

Las prácticas espirituales y contemplativas utilizadas por los místicos como la oración contemplativa o la meditación, pueden ser muy poderosas, tanto que han logrado prevalecer en la historia de la humanidad y han encontrado eco en las diferentes culturas por diversas que puedan parecer.

Los místicos de piden que no creas absolutamente en nada y te ofrecen un conjunto de experimentos para que los verifiques en tu propia conciencia. El laboratorio del místico es su propia mente, y el experimento en la meditación. Tu mismo puedes verificar y comparar los resultados de tu experiencia con los resultados de otros que también hayan llevado a cabo el mismo experimento.

Wilber afirma que el espíritu está dentro de uno, y que ahí reside todo un universo en nuestro interior. El asombrosos mensaje de los místicos es que en el centro mismo de su ser, cada uno vive la divinidad. Dios no esta dentro ni fuera, ya que el espíritu trasciende toda dualidad, pero uno lo descubre buscando fuertemente adentro. Hasta que ese “adentro” termina convirtiéndose en más allá. Y es el yo individual o el ego lo que impide que tomemos conciencia de nuestra identidad suprema.

Ese “tu”, por el contrario es nuestra esencia más profunda, o si lo preferimos, nuestro aspecto más elevado, la esencia sutil, como lo describe el upanishad, que trasciende nuestro ego mortal, y participa directamente de lo divino. En el judaísmo se le llama en Ruach, el espíritu divino y supraindividualidad que se halla en cada uno de nosotros, y que se diferencia del nefesh, el ego individual.

En el cristianismo por su parte, es el pneuma, el espíritu el esíritu que mora en nosotros y que es de la misma naturaleza que Dios, y no la psique o lama individual que, en el mejor de los casos, solo puede adorar a Dios. Como dijo Coomarawamy, la distinción entre el espíritu inmortal y eterno de una persona y su alma individual y mortal (el ego) constituye un principio fundamental de la filosofía perenne.

Tercer punto, la razón por la que no puedo percibir mi verdadera identidad, mi unión con el espíritu, es porque mi conciencia esta obnubilada y obstruida por alguna actividad; aunque recibe muchos nombres diferentes, es simplemente la actividad de contraer y centrar la conciencia en mi yo individual, en mi ego personal. Mi conciencia no se halla abierta, relajada y centrada en Dios, sino cerrada, contraída y centrada en mi mismo. Y es precisamente la identificación con esa contracción en mi mismo y la consiguiente exclusión de todo lo demás lo que me impide encontrar o descubrir mi identidad anterior, mi verdadera identidad con el Todo. Mi naturaleza individual, “el hombre natural” ha caído y vive en el error, separado y alienado del espíritu y del resto del mundo. Estoy separado y aislado del mundo de ahí afuera, un mundo que percibo como si fuera completamente extraño, ajeno y hostil a mi propio ser. En cuanto a mi propio ser en si, desde luego que no parece ser uno con el Todo, con todo lo que existe, uno con el espíritu infinito, si no que por el contrario, permanece encerrado y aprisionado dentro de las paredes limitadoras de este cuerpo mortal.

A este fenómeno se le conoce como dualismo. Ya que me divido a mi mismo en un “sujeto” separado del mundo de los “objetos” ubicados ahí afuera y a partir de este dualismo original, sigo dividiendo el mundo en todo tipo de opuestos en conflicto: placer y dolor, bien y mal, verdad y mentira, etc. Ya que al trazar una frontera divisoria entre aquello que pretendo separar automáticamente genero una zona de conflicto. Según la filosofía perenne, la conciencia que se haya dominada por el dualismo sujeto-objeto, no puede percibir la realidad tal como es, la realidad en su totalidad, la realidad como identidad suprema. En otras palabras el error es la contracción de uno mismo, la sensación de identidad separada, el ego. El error no descansa en algo que hace el pequeño yo, sino en algo que es. Ese ser contraído, ese sujeto aislado, al no reconocer su verdadera identidad con el Todo experimenta una aguda sensación de carencia, de privación, de fragmentación, En otras palabras: la sensación de estar separado, de ser un individuo separado, de nacimiento al sufrimiento, de nacimiento a la “caída”.

El sufrimiento no es algo que ocurre al estar separado, sino que es algo inherente a esa condición. “Pecado”, “sufrimiento”, y “yo” no son sino diferentes nombres para un mismo proceso que consiste en la contracción y fragmentación de la conciencia. Por eso es imposible rescatar al ego del sufrimiento. Como dijo Gautama el Buda: para poner fin al sufrimiento debes abandonar al pequeño yo o ego; pues ambas cosas nacen y mueren al mismo tiempo. Un místico Ingles del siglo XVIII lo expresa de la siguiente forma: “He aquí la verdad resumida. Todo pecado, toda muerte, toda condenación, y todo infierno no son sino el reino del yo, del ego. Las diversas actividades del narcisismo, del amor propio y del egoísmo que separan el alma de Dios y abocan a la muerte y al infierno eterno”. O las palabras del Sufi Abi l-Khayr:”no hay infierno si no individualidad, no hay paraíso si no altruismo”. Y también encontramos este mismo tipo de declaraciones entre los místicos cristinos, como nos lo demuestra la afirmación de la teología germánica de que “lo único que arde en el infierno es el ego”.

El cuarto principio de la filosofía perenne se refiere a la forma de superar la caída, una forma de superar este estado de cosas, una forma de desatar el nudo de la ilusión y el error básico: Rendirse o morirse a esa sensación de ser una identidad separada. Esta caída se puede revertir instantáneamente comprendiendo, que en realidad, nunca ha tenido lugar, ya que solo existe Dios y, por consiguiente, el yo separado nunca ha sido mas que una ilusión.

En otras palabras el cuarto principio de la filosofía perenne afirma que existe un Camino y que, si lo seguimos hasta el final, terminará conduciéndonos desde el estado de caída hasta el estado de iluminación. Desde el Samsara hasta el Nirvana, desde el Infierno hasta el Cielo.

Existen muy diversos caminos, cada tradición ha generado desde su estructura superficial un Camino particular, pero todos comparten una sola estructura profunda. Y esta se puede dividir en dos grandes posibilidades: una es expandir el ego hasta el infinito y la segunda es reducir el ego a la nada. La primera es una vía de conocimiento, mientras que el segundo es una vía devocional. Un sabio hindú dice: “Yo soy Dios, la verdad universal”. Un devoto, por su parte dice: “Yo no soy nada ¡oh Dios! Tu lo eres Todo”. En ambos casos aparece la sensación de identidad separada”.

El quinto gran principio de la filosofía Perenne es el del Renacimiento o la Iluminación. El pequeño yo debe morir para que dentro de nosotros pueda resucitar el gran Yo. Las distintas tradiciones describen esa muerte y nuevo renacimiento con nombres muy diversos. En el cristianismo Jesús representa la muerte del yo separado y la resurrección constituye el arquetipo de la muerte del yo separado y la resurrección a un destino nuevo y eterno dentro de la corriente de la conciencia. San Agustín lo expresa de la siguiente manera: Dios se hizo hombre para que el hombres se pudiera hacer Dios.

El sexto principio es que al morir el ego y por lo tanto liberarnos de los deseos y apegos, se extingue el sufrimiento. Y no se trata de que después de la iluminación o de la práctica espiritual en general ya no experimentes dolor, angustia, miedo, o daño. Todavía sientes eso. Lo que simplemente ocurre es que esos sentimientos ya no amenazan tu existencia y, por tanto, dejan de constituir un problema para ti.

El séptimo punto nos dice que la verdadera iluminación deriva en una acción social inspirada por la misericordia y la compasión, en un intento de ayudar a todos los seres humanos a alcanzar la liberación suprema. La actividad iluminada no es más que un servicio desinteresado. Como todos somos uno en el mismo Ser, entonces, al servir a los demás estoy sirviendo a mi propio Ser.

UNA NUEVA PSICOLOGIA PARA UN NUEVO MILENIO : LA PSICOLOGIA TRANSPERSONAL


La psicología transpersonal es una escuela psicológica que considera que la psicología y la espiritualidad son dos aspectos complementarios del desarrollo humano, por lo que intenta realizar una integración entre la práctica psicológica y principios espirituales, tanto occidentales (el cristianismo, por ejemplo), como orientales (el budismo, el yoga, etc.). Estudia e investiga las interacciones (procesos, eventos y experiencias) de la psiquis con nuestro sentido de la identidad, y establece métodos y aplicaciones terapéuticas para transcender al ego y sanar posibles traumas psicológicos que nos limitan de forma inconsciente.

El término transpersonal lo apoya Juan Manuel Cabanzo y significa “más allá” o “a través de” lo personal, y en este “más allá” se produce una conexión con una realidad más grande y significativa (Daniels, 2005, p. 11-12). El término transpersonal suele asociarse generalmente a espiritual, dado que en este ir “más allá”, la identidad se expande para entrar en contacto con una realidad generalmente “invisible”, más grande y significativa.

Lajoie y Shapiro en un artículo publicado en el "Journal of Transpersonal Psychology" titulado “Definiciones de Psicología Transpersonal: los primeros 23 años”, hacen una investigación de la literatura transpersonal y recogen 202 definiciones de las cuales publican 40. Entre ellas la dada por Sutich A. en 1968, uno de los padres de la psicología transpersonal, en la que dice:

“Psicología Transpersonal (o ‘Cuarta fuerza’) es el título dado a una fuerza emergente en el campo de la psicología por un grupo de psicólogos y profesionales hombres y mujeres de otros campos que están interesados en el potencial y capacidades últimas del ser humano que no tienen un lugar en la psicología conductista o positivista (‘Primera Fuerza’), en la teoría del psicoanálisis clásico (‘Segunda Fuerza’), o en la Psicología Humanista (‘Tercera Fuerza’). La nueva Psicología Transpersonal que emerge está interesada específicamente en el estudio científico y empírico así como de una responsable aplicación de los descubrimientos relevantes sobre: los valores últimos, conciencia unitiva, éxtasis, experiencias místicas, autorrealización, el significado último, la trascendencia del yo, el espíritu, la unidad, la conciencia cósmica, la sinergia entre individuos y especies, la felicidad, lo sagrado, fenómenos trascendentes, percepción extrasensorial [entre otras que cita]”. A lo largo de otras definiciones podemos encontrar también, experiencias fuera del cuerpo, experiencias cercanas a la muerte, memorias de vidas pasadas, estados alterados, expandidos o no ordinarios de conciencia, amor, compasión, fusión con los otros, canalización, voz o guía interior, proceso creativo, iluminación, sincronicidad, capacidades psíquicas, etc.
Ámbito que abarca

La psicología transpersonal considera temas como
las experiencias cumbres (que —según el psicólogo estadounidense Abraham Maslow (1908-1970)— son estados de interconexión y unificación espiritual)
experiencias místicas
trances sistémicos y
experiencias metafísicas de vida

Si bien los caminos que se pueden tomar a partir de esta síntesis son varios (dependiendo de las concepciones psicológicas y espirituales que se integren), el objetivo principal de la psicología transpersonal sería que los seres humanos trasciendan el sentido de sí mismos, para lograr identificarse con una conciencia mayor.

El psicólogo estadounidense Ken Wilber (1949-) distingue tres niveles en el desarrollo de esta conciencia:
El nivel prepersonal: es el momento de desarrollo en que los seres humanos aún no tienen conciencia de su mente (bebés pequeños, que todavía no tienen una teoría de la mente)
El nivel personal: que se alcanza cuando el niño toma conciencia de que es una persona que piensa, diferente a otros.
El nivel transpersonal: el nivel que se alcanza por medio del desarrollo espiritual, y que consiste en trascender la identificación con el cuerpo y la mente, para alcanzar un nivel de conciencia mayor.
Contribuciones de la psicología transpersonal en el ámbito de la conciencia humana

De acuerdo con sus autores, la psicología transpersonal ha hecho contribuciones al mejor entendimiento del desarrollo humano y la conciencia. Entre las teorías de los modelos transpersonales que los autores presentan, está el modelo lineal-jerárquico del mapa del desarrollo humano, como el de Timothy Leary y Ken Wilber.

Ken Wilber, uno de los más importantes contribuyentes, ha desarrollado un modelo del espectro de la conciencia, que consta de tres grandes categorías: el estado prepersonal o pre-egoico, el ámbito personal o egoico, y el transpersonal o trans-egoico (Miller, 1998). Una versión más detallada de esta teoría del espectro del desarrollo de la conciencia, abarcaría nueve diferentes niveles de desarrollo de la conciencia, en los que, desde los niveles 1-3 se presentan como pre-personales, (o preconvencionales) los niveles 4-6 serían los niveles personales (o convencionales) y los niveles 7-9 serían los niveles transpersonales (transconvencionales), (Derezotes & Cowley, 1994).

Wilber ha retratado el desarrollo de la conciencia como un orden jerárquico, escalonado. Su modelo conceptual, muestra desde los niveles superiores hasta los niveles inferiores, mostrando el avance de la conciencia desde los niveles inferiores a los niveles superiores. Según este mapa, cada nuevo nivel o escalón abarcaría e integraría en sí mismo a los niveles anteriores, desarrollando nuevas habilidades asociadas únicamente con el nivel más elevado (Kasprow y Scotton, 1999). Adicionalmente cada nivel incluiría también un tipo particular de estructura de personalidad, y posibles vulnerabilidades frente a determinadas patologías que pertenecerían a ese nivel (Cowley y Derezotes, 1994).

A partir del trabajo de Wilber, psicólogos transpersonales también han argumentado a favor de una mejor diferenciación entre los problemas de ciertas patologías psiquiátricas y su relación con los estados prepersonales/transpersonales.

La posible confusión de estas dos categorías de problemas (según el modelo, los provenientes de un nivel prepersonal no serían del mismo tipo que los provenientes de un nivel transpersonal) se dice que conducen a lo que la teoría transpersonal denomina la confusión entre lo pre/trans de los estados de conciencia, y la problemática asociada a cada estado de conciencia, que proveniendo de distintos niveles de conciencia son tratados sin embargo por la psiquiatría del mismo modo. (Cowley y Derezotes, 1994; Lukoff et.al, 1998).
Historia

La Psicología Transpersonal es un movimiento que tuvo origen a finales de los años 60, por un grupo de psicólogos y psiquiatras como Stanislav Grof, Anthony Sutich, Miles Vich, Abraham Maslow, entre otros, que consideraron que era necesario investigar y desarrollar una nueva rama de la psicología que estudiase un conjunto de experiencias y fenómenos de la conciencia que hasta la fecha la psicología corriente con frecuencia ignoraba o descartaba. En consecuencia, en 1969, Maslow propuso el término transpersonal para designar esta nueva psicología, que sería, para Maslow, la “Cuarta Fuerza”. La primera era el conductismo, la segunda el psicoanálisis y la tercera la psicología humanista. Con la fundación de esta nueva escuela, se lanzó la revista Journal of Transpersonal Psychology bajo la supervisión editorial de Anthony Sutich, y en 1972 se estableció la Asociación para la Psicología Transpersonal, organizando las primeras conferencias el año siguiente.

Algunos de sus presidentes incluyen Arthur Hastings, Daniel Goleman, y Robert Frager entre otros. En la década de 1980 y 90 sobre este campo desarrollaron sus propuestas a través de las obras de autores tales como Jean Houston, Stanislav Grof, Ken Wilber, Michael Washburn, Frances Vaughan, Roger Walsh, Stanley Krippner, Michael Murphy, Charles Tart, David Lukoff, Vasily Nalimov y Stuart Sovatsky . Mientras que Wilber ha sido considerado como un influyente escritor y teórico en el campo, éste ha preferido personalmente disociarse a sí mismo del movimiento, en favor de lo que él llama un enfoque más integral.
Actualidad

Existen actualmente tres revistas científicas en donde se publican artículos de investigación en el área específica de lo transpersonal, como son la ya citada, más The Internacional Journal of Transpersonal Studies, a cargo de Harris Friedman Ph.D., en Estados Unidos, y la Transpersonal Psychological Review de quien la supervisión editorial está a cargo de Michael Daniels, Ph.D. Esta revista la publica la Sección de Psicología Transpersonal dentro de la Sociedad Británica de Psicología. Que estaría consideraba como la APA, Americana. También encontramos ReVisión, originalmente editada por Ken Wilber, una revista en donde se publican artículos sobre conciencia y el proceso de transformación (The Journal of Consciousness and Transformation).
Influencias
Externas

Es importante mencionar que son muchas las influencias que la Psicología Transpersonal ha recibido de las diferentes corrientes espirituales y religiones como por ejemplo, el Budismo y el Hinduismo, así como también de distintas escuelas esotéricas y místicas. El estudio del desarrollo hacia una transpersonalidad conlleva inevitablemente el estudio de la conciencia como fenómeno, así que la psicología transpersonal también bebe de las neurociencias, la neurofisiología, la psicología cognitiva, y la investigación sobre los fenómenos psíquicos.
Internas

Hoy en día es una ciencia pionera en el estudio de la conciencia y del desarrollo psicológico e interior hacia una identidad transpersonal en conexión con la comunidad, la naturaleza e incluso con el Cosmos (Grof, 2000, Ferrer, 2002). Este desarrollo interior implica un proceso, y es aquí en donde diferentes modelos teóricos que describen este proceso de transformación entran en discusión, proponiendo y discutiendo diferentes visiones sobre cómo tiene lugar. Tenemos por ejemplo a S. Grof, Washburn, C.G. Jung, K. Wilber, Sri Aurobindo, A. Maslow, R. Assagioli, Peggy Wright, J. Ferrer, Charles Tart, entre otros también importantes. 
 

Definiendo el Amor




El amor: armonía en el sistema

El Dr. Levy, creador del concepto de autoasistencia psicológica y Terapeuta transpersonal, describe las facetas más significativas del Amor en relación a los procesos de curación.

"La amorosa presencia recíprocamente disfrutada es el mayor recordatorio que conozco del paraíso en la tierra, y es también el mejor aliento para que el empecinado intento del amor de hacerse humano nos entregue a nosotros, pequeños y heroicos aprendices de esa partitura, la bendición de percibir, aunque sea en instantes, la belleza de la sinfonía que nos empeña".

Definiendo el Amor

En su dimensión más vasta llamamos Amor a la energía que ha creado el universo y lo hace funcionar. Es ese principio cohesivo que enlaza y articula todo lo existente.

"He visto el Amor que mueve al sol y las demás estrellas…" decía Goethe.

Desde este punto de vista Dios y Amor son sinónimos, y así como es imposible abarcar todos los atributos de Dios, también es imposible definir completamente al Amor a través de conceptos. Por lo tanto lo que haremos aquí es aproximarnos a esa calidad de energía como el dedo que señala a la luna. Sabe que la apunta pero que no es ella.

Hecha esta salvedad podemos continuar diciendo que para acercarse al Amor en su dimensión cósmica tal vez sea suficiente con mirar una noche la vastedad del cielo estrellado….

…Y para acercarnos al amor en la dimensión humana es muy bueno observar simplemente nuestras manos. Cómo se relacionan entre sí mientras realizan las tareas del día: ponerse la ropa, abrochar un botón, preparar un café, etc. Todas las tareas. Observarlas con detenimiento y mirar la relación. Es verdaderamente maravilloso. Va a encontrar ayuda recíproca, ajustes continuos, acoplamientos precisos, sentido de equipo… Eso que verá entre ellas es la cooperación del amor.

En cada nivel el amor adopta la forma que le corresponde a ese plano. En el nivel personal el amor se manifiesta básicamente como respeto, solidaridad y cuidado, y según la circunstancia será amor pasional, fraterno o religioso, etc. Sea cual fuere la forma, la trama esencial de la experiencia del amor es la que surge del reconocerse como dos partes distintas de la misma unidad mayor. Lo mismo que ocurre entre las dos manos.

Expresado con otras palabras: el Amor es la memoria que la Unidad tiene de sí misma en la diversidad.Leer más...


por Norberto Levy



La física demuestra que hay vida después de la muerte, pero "nuestra mente no lo ve"

La teoría del biocentrismo defiende que el espacio y el tiempo no son lineales, por lo que existirían otros universos paralelos. (Corbis)


“La muerte, tal y como la concebimos, no existe, sólo es una ilusión”. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado el médico y director de Advanced Cell Technology Robert Lanza, defensor de la teoría del biocentrismo, en la que se niega que el tiempo o el espacio sean lineales. Para la gran mayoría de científicos este tipo de afirmaciones son sólo sandeces o, al menos, hipótesis indemostrables. Sin embargo, Lanza parece haber encontrado en el famoso experimento de Young, también denominado de la doble rendija (doble-split), el perfecto aliado para defender su tesis. Si con este se logró demostrar la naturaleza ondulatoria de la luz, Lanza pretende hacer lo propio con el espacio y el tiempo.

En la obra Biocentrism: How Life and Consciousness are the Keys (BenBella Books), el físico norteamericano parte de la premisa de que la vida crea al universo, y no al revés, la base misma del biocentrismo. A partir de aquí, va deduciendo paso a paso que la mortalidad es una idea falsa, creada por nuestra conciencia.

La mortalidad es una idea falsa, creada por nuestra concienciaEn primer lugar, sugiere que la conciencia de una persona determina la forma y el tamaño de los objetos en el universo. Para explicarlo, utiliza como ejemplo la forma en la que percibimos el mundo que nos rodea: “Una persona ve un cielo azul, y se le dice que el color que están viendo es azul, pero las células cerebrales tienen la capacidad de variar esta percepción, pudiendo ver el cielo de color verde o rojo”. En pocas palabras, concluye, “lo que vemos sólo existe gracias a nuestra conciencia”.

El multiverso y la teoría de las cuerdas

Este es el motivo por el que Lanza dice que creemos en la muerte. Al observar el universo desde el punto de vista del biocéntrismo, erramos a la hora de concebir el espacio y el tiempo, pues lo haríamos en función de lo que nos dicta la conciencia. En resumen, el espacio y el tiempo son "meros instrumentos de nuestra mente”, por lo que entender la muerte como algo terminal no tendría sentido según sus tesis.

Robert Lanza. Al concebir que las dimensiones espacio-temporales son meras construcciones mentales, la inmortalidad sería una realidad para Lanza. Es decir, hay vida después de la muerte (física) debido a que habitaríamos un mundo sin fronteras lineales de espacio y tiempo, lo que entronca con la teoría de las cuerdas.

A pesar de ello, lamenta el científico, seguimos creyendo que “la vida es sólo un poco de carbono y una mezcla de moléculas, las cuales dan forma a nuestra existencia durante un tiempo y luego vuelven a descomponerse en el suelo”, explica el físico. ¿Por qué? Simplemente, “porque se nos ha ensañado que las personas se mueren, aunque sólo existe la evidencia de que desaparece el cuerpo en un momento dado”.

“Trascendemos a la vida, pero nuestra mente nos impide verlo”

Para explicar la muerte física del cuerpo, Lanza recurre a la teoría del multiverso o universos paralelos. Una interpretación a la que se ha dado un fuerte pábulo debido a los datos recogidos por el satélite Planck, que mostró una serie de anomalías supuestamente causadas por la atracción gravitatoria de otros universos. Así, según Lanza, “todo lo que ocurre en nuestro universo está sucediendo también en el multiverso, por lo que la vida nunca dejaría de existir en este sentido.

Cuando el cuerpo desaparece, nuestra vida se convierte en una planta perenne que vuelve a florecer una y otra vez en el multiverso“Cuando morimos, nuestra vida se convierte en una planta perenne que vuelve a florecer una y otra vez en el multiverso”, explica gráficamente el físico. Por tanto, la vida trascendería a la forma lineal bajo la que se rige nuestro pensamiento. Esto es porque, como sucede con las partículas de la luz, la materia y la energía “funcionan como las ondas”.

El estudio del fenómeno de las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) ha centrado en los últimos años la atención sobre la posibilidad de que exista la inmortalidad. Una de cada cinco personas que sobrevive a una parada cardíaca asegura haber tenido una ECM durante el tiempo de duración de un coma o de muerte clínica, en el que supuestamente desaparecen todas las señales externas de vida, pero que son capaces de narrar luego sus sensaciones y percepciones.

Investigaciones millonarias para demostrar la inmortalidad

Cada vez son más los investigadores médicos interesados en este fenómeno, y la literatura sobre el tema llegó a su cénit con la publicación el pasado año de La prueba del cielo: El viaje de un neurocirujano a la vida después de la vida (Zenith). Un libro superventas en el que el neurocirujano Eben Alexander narra su supuesta experiencia en el más allá durante el tiempo que estuvo en coma.

Para intentar acabar con esta incertidumbre, la fundación fundación John Templeton que, con base en Filadelfia, se describe a sí misma como “un catalizador filántropo para la investigación sobre las Grandes Cuestiones de la vida”, financiará con cinco millones de dólares una selección de proyectos de investigación sobre las experiencias al borde la muerte. Es lo que se ha dado en llamar el Proyecto Inmortalidad.

Entre los elegidos en el Proyecto Inmortalidad destaca Sam Parnia, director de investigación sobre reanimaciones en la Universidad de Nueva York, quien tratará de de determinar si las ECM son reales. Es decir, discernir si sus causas son físicas o, por el contrario, parapsicológicas o metafísicas. Para ello, el autor de Erasing Death: The Science That Is Rewriting the Boundaries Between Life and Death analizará la actividad cerebral de los pacientes que sufren un paro cardíaco. De este modo, tratará de determinar si las conexiones neuronales son susceptibles de provocar una experiencia subjetiva, verse a uno mismo fuera del cuerpo y en tercera persona mientras los médicos tratan de reanimarlo.



Fuente : http://www.elconfidencial.com/

LOS SIETE EGOS



En la hora más silente de la noche, mientras estaba yo acostado y dormitando, mis siete egos sentáronse en rueda a conversar en susurros, en estos términos:
Primer Ego: -He vivido aquí, en este loco, todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.
Segundo Ego: -Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con pies alados danzo sus más alegres pensamientos. Soy yo quien se rebela contra tan fatigante existencia.
Tercer Ego: - ¿Y de mi qué decís, el ego aguijoneado por el amor, la tea llameante de salvaje pasión y fantásticos deseos? Es el ego enfermo de amor el que debe rebelarse contra este loco.
Cuarto Ego: -El más miserable de todos vosotros soy yo, pues sólo me tocó en suerte el odio y las ansias destructivas. Yo, el ego tormentoso, el que nació en las negras cuevas del infierno, soy el que tiene más derecho a protestar por servir a este loco.
Quinto Ego: -No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado... soy yo, y no vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.
Sexto Ego: -Y yo, el ego que trabaja, el agobiado trabajador que con pacientes manos y ansiosa mirada va modelando los días en imágenes y va dando a los elementos sin forma contornos nuevos y eternos... Soy yo, el solitario, el que más motivos tiene para rebelarse contra este inquieto loco.
Séptimo Ego: - ¡Qué extraño que todos os rebeléis contra este hombre por tener a cada uno de vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un propósito y un destino marcado! Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el que se sienta en el mudo y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros os afanáis recreándoos en la vida. Decidme, vecinos, ¿quién debe rebelarse: vosotros o yo?
Al terminar de hablar el Séptimo Ego, los otros seis lo miraron con lástima, pero no dijeron nada más; y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.
Sólo el Séptimo Ego permaneció despierto, mirando y atisbando a la Nada, que está detrás de todas las cosas.
 
 
 
 
Fragmento de la obra el loco de Kalil Gibran 
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